¿Te imaginas dormir en una sastrería? ¿Alojarte en tu próximo viaje en una panadería? ¿Hospedarte en una zapatería? Es la propuesta de Urbanauts Street Lofts. Sus promotores aseguran que la experiencia de dormir a nivel de suelo y estar cerca de la vida de la ciudad imprime un carácter urbano único a este hotel.
Además, cada vez hay más tiendas vacías en las grandes ciudades y su rehabilitación es una solución ante el deterioro de éstas. Dos motivos más que suficientes para que Theresia Kohlmayr, junto con sus socios, Jonathan Lutter y Christian Knapp, pusieran en marcha este proyecto.
Los tres son arquitectos y han aprovechado sus experiencias previas en la creación de un proyecto común. Kohlmayr sabía cómo vender camas porque su familia regenta un hotel de vacaciones en Salzburgo. Knapp ha trabajado en el mundo de la decoración y tiene experiencia en construcción de mobiliario. Y Lutter, filósofo y fotógrafo, es el estratega del grupo y ha sido asistente de producción de cine. Los tres formaron Kohlmayr Lutter Knapp/ office for systemic design, una agencia de diseño en Viena cuyo credo es la creación de sistemas no constructivos. “Centramos aspectos estéticos, sociales, económicos y ecológicos en buscar soluciones inteligentes y limpias”, dice Kohlmayr.
Todo empezó hace un año, cuando estos tres amantes del urbanismo comenzaron a pensar en el cada vez más frecuente proceso de gentrificación de las ciudades europeas. “Existen miles de metros cuadrados inutilizados dentro de nuestras urbes, zonas que no se usan desde hace décadas. Quisimos dotar a estos espacios de una función social y económica que satisficiera las necesidades de independencia de los turistas de ciudad y, al mismo tiempo, reactivar nuestros recursos locales”, explica Theresia Kohlmayr.
Así es como antiguas tiendas vienesas han pasado a convertirse en habitaciones de hotel. Y es que, para estos jóvenes arquitectos, hay que dejar de ver el hotel como un único edificio autosuficiente. “Nos gusta hablar de un hotel horizontal, que se desarrolla a lo largo de la ciudad”. ¿Y el lobby? “El lobby es la ciudad. Todos los servicios propios del hotel son proporcionados por el vecindario”, recalca Kohlmayr.
Urbanauts ha creado un network de establecimientos que dan la bienvenida a los huéspedes de Urbanauts con ofertas especiales o servicio de habitaciones. Una cafetería cercana se convierte en el comedor del hotel donde se sirve el desayuno. El bar de la esquina es también el bar del hotel. El hamman del barrio se convierte en el área wellness de Urbanauts. Además, el personal de estos establecimientos recomienda y aconseja las rutas turísticas menos convencionales.
“Urbanauts ofrece una nueva forma de conocer la ciudad”, señala la cofundadora, “los huéspedes pasan a formar parte del vecindario y nuestros socios no solo les proporcionan los servicios que necesiten, sino que los tratan como amigos. Así conseguimos que los turistas se integren en la cultura local, algo que cada vez busca más gente”.
Parte de la filosofía de este hotel es que el interiorismo de cada habitación guarde relación con el tipo de tienda que con anterioridad ocupó ese espacio. “Es una forma de mantener viva la historia del local”. Su primera habitación fue una antigua sastrería. Por eso se llama ‘Die Schneiderin’ (sastrería en alemán), y por eso en su interior destaca una instalación de arte en toda una pared, realizada por la fotógrafa Sue Sellinger, que deja claro el antiguo uso del recinto.
El hecho de que se acceda desde la calle convierte a estas habitaciones en las más privadas y discretas, aun encontrándose justo donde tiene lugar la vida de la ciudad. Su conectividad, las bicicletas que hay en cada estancia, su mobiliario y su espacio —alrededor de 30 metros cuadrados— y, por supuesto, su novedoso concepto hacen que este hotel haya inaugurado una nueva categoría dentro de los hoteles boutique que sus creadores llaman boutique lofts.
Resulta difícil clasificar a sus clientes. Al menos, según la clasificación tradicional por targets. Sin embargo, todos tienen algo en común: “No quieren ser tratados como turistas, sino como residentes temporales, y desean descubrir las joyas escondidas de la ciudad y ver Viena desde una perspectiva local”, concluye Theresia Kohlmayr.