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Alejen a los bancos de los niños: ¿Cómo debe ser la educación financiera de los menores?

Desde el inicio de la Gran Recesión en 2008 se han visto decenas de tropelías financieras. El caso más paradigmático en España es el de las preferentes, un producto muy complejo y tremendamente arriesgado para los pequeños ahorradores.

Aunque suene a broma, algunos analistas y hasta el supervisor bancario nacional echan parte de la culpa a los damnificados. Alegan que fue su falta de educación financiera fue lo que permitió que los empleados de bancas y cajas, unos expertos en el tema en los que confiaban, les colocaran unas acciones perpetuas, sin vencimiento ni rentabilidad garantizada, que a los grandes inversores no interesaban.

Al margen de la sorpresa de semejante afirmación, es innegable que gran parte de la ciudadanía carece de esos conocimientos y que los ha tenido que adquirir obligada por la actualidad. «La reciente crisis financiera ha puesto de relieve la importancia de promover la responsabilidad social y el desarrollo de aptitudes en la gestión financiera de todas las personas», asegura un informe Unicef. «Esto es especialmente cierto para los niños y los jóvenes, quienes son especialmente vulnerables». Pero ¿cómo debe ser esta formación para los niños?, ¿quién debe impartirla?, ¿qué conceptos hay que incluir?

«La educación financiera abarca muchísimos temas, pero sobre todo se trata de capacitar a los niños en situaciones y conceptos con los que convivimos diariamente en relación al dinero, abarcando temas que nos enseñen a planificar de forma adecuada las decisiones económicas y los retos financieros básicos que nos encontraremos a lo largo de nuestra vida», explica Juana León, una de las fundadores de Aprender Cuenta, un proyecto de educación financiera dedicado a infantes. «Estos programas deben ir encaminados a mejorar la cultura financiera de las personas para que sean capaces por sí mismas de tener mejores oportunidades de futuro, mayor bienestar y calidad de vida».

En España, fue el ministro de educación socialista Ángel Gabilondo el primero que firmó un convenio con el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores para fomentar este tipo de educación en el sistema generalista, poniendo en 2011 en marcha un proyecto piloto. La reforma educativa de Wert incluyó algunos conceptos en la materia de Sociales durante primaria y algunas optativas en la ESO. Jurjo Torres, catedrático de Didáctica en la Universidad de Santiago, tiene algunos textos en los que opina que la educación financiera dentro de los sistemas educativos es una apuesta neoliberal y propone una educación económica crítica.

Lo cierto es que al leer el documento que el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores realizaron para explicar el Plan de Educación Financiera 2013-2017 es imposible no ver ese sesgo. «Las futuras generaciones se van a enfrentar a retos importantes a la hora de planificar su ahorro para la jubilación y la cobertura de sus necesidades de salud […]. La baja tasa de natalidad y el aumento de la esperanza de vida, unidas a la época de crisis, hacen necesario concienciar a los individuos para que complementen la pensión pública que recibirán una vez jubilados». Es decir, hazte un plan de pensiones privado.

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Para darle incluso más la razón a Torres, los bancos, en 2015, entraron en las escuelas españolas con el programa Tus Finanzas, Tu Futuro. Unos 800 empleados de banca de 16 entidades fueron voluntarios a 100 colegios para educar a unos 5.000 chavales de 13 y 14 años en conceptos como riesgo, ahorro, tarjetas de crédito… Según recogió María Fernández en El País, no informarían sobre la dación en pago ya que «es algo suficientemente conocido». Con todos los respetos, suena como la fábula del zorro que se ofrece a cuidar el gallinero.

«No deben ser los bancos quienes entren en los colegios ni deben ser ellos los que creen los programas que se imparten, ya que las personas que quieren vendernos sus productos y servicios no son las más adecuadas para decir si estos nos convienen o no», asevera León. «Además, los conocimientos e implicación de los voluntarios no suelen ser los adecuados». Para ella, la visión sesgada de sus propios productos que tienen los bancos hace que no sean recomendables para enseñar una educación financiera objetiva.

La misma opinión comparte María Inés Sarmiento, colombiana autora de Cómo iniciar la educación financiera en los niños. «Desafortunadamente los bancos han asumido la educación financiera cuando su papel no es ser educadores, y la mayoría de las veces transmiten los temas que ellos manejan buscando que los niños se vuelvan clientes y promover la demanda de los productos y servicios financieros que ofrecen», cuenta. «Además dejan de abordar aspectos muy importantes como las actitudes que las personas tienen hacia el dinero —actitud de abundancia o de escasez—, las creencias que han aprendido —creer que el dinero es la raíz de todos los males—, los valores que se quieren fomentar o la importancia de la solidaridad». Para ambas, la responsabilidad de esta educación debe caer primero en los padres y luego en los maestros.

[pullquote]Los bancos han asumido la educación financiera, cuando su papel no es ser educadores, y la mayoría de las veces transmiten los temas que ellos manejan buscando que los niños se vuelvan clientes[/pullquote]

Sarmiento recomienda tres pautas a la hora de brindar una educación financiera intencional a los niños. Primero hay que dar ejemplo, viviendo de manera consistente con las actitudes, valores y comportamientos económicos a enseñar, como, por ejemplo, no sobreendeudarse.

Los niños, explica, aprenden más de lo que ven que de lo que les dicen. Luego, reflexionar sobre las decisiones relacionadas con los comportamientos económicos de los niños. ¿Se dejará que los chavales vendan productos dentro de los centros educativos? ¿Se permitirá que un niño se gaste la paga semanal entera en dulces?

La tercera es bastante lógica: adecuar lo que se quiere enseñar a la etapa evolutiva. «Por ejemplo, narrar a los niños de 10 años Alí Babá y los 40 ladrones y analizar con ellos el cuento desde el punto de vista de la riqueza y la prosperidad es adecuado; pero no lo es usarlo para enseñar a los niños de tres años lo que son intereses compuestos, ya que no es pertinente».

León explica que lo mejor es que los niños estudien este tipo de educación dentro de las aulas, puesto que es la única manera de no crear desigualdades, pero advierte que los profesores, hoy en día, no están preparados ya que ellos mismos no tienen formación suficiente. Aclara de nuevo que los programas deben estar redactados e impartidos por especialistas, dejando fuera los bancos. Es la periodista Mariana Vilnitzky, socia de Alternativas Económicas, la que quizá tiene la mejor reflexión dedicada a la entrada de las entidades bancarias en los sistemas educativos.

«Puro amor. Puro compromiso con el futuro. Esos son los motivos por los que las principales bancas españolas están empeñadas en dar en las escuelas clases de educación financiera», escribe irónica, «mientras engañaban con acciones preferentes, con productos tóxicos, con hipotecas a gente que evidentemente no tenía posibilidades de pagar, ayudaban a construir la web pública de referencia para la enseñanza de las finanzas».

De nuevo, con todos los respetos, el zorro quiere cuidar el gallinero.

Foto de portada: cjmacer / Shutterstock.com

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