George Lucas, Steven Spielberg y John Milius eran buenos amigos en 1976, y una tarde, en un bar de California, mientras tomaban unas cervezas, llegaron a un acuerdo que se selló primero con un apretón de manos, luego con un brindis y a los pocos días con la firma de tres documentos. Cada uno de ellos acordaba intercambiar el 5% de los beneficios que obtuvieran en taquilla los tres largometrajes que estaban preparando, que eran nada menos que Star Wars (1977), Encuentros en la Tercera Fase (1977) y… nada más que El gran miércoles (1978).
Como bien es sabido, la amistad de Spielberg y Lucas se ha mantenido hasta la fecha, y ambos dirigen sendos imperios audiovisuales. Pero no sabemos qué habría pasado si Encuentros en la tercera fase hubiera resultado un fiasco. O la primera película de Star Wars. Ahora nos parece muy obvio, pero casi nadie apostaba por una space opera en aquellos tiempos. Si Star Wars hubiera recaudado lo mismo que la película de Milius, que trata del mundo del surf y que casi nadie ha visto, probablemente quien se hubiera enemistado con los otros dos habría sido Spielberg. Cosas del 5%, y cosas de la amistad.
Porque John Milius escribió después el guión de Apocalypse Now y dirigió Conan el Bárbaro, pero en breve fue expulsado de los círculos cinematográficos por sus opiniones y actitudes, o lo que es lo mismo, por no saber mantener la boca cerrada. Tanto Spielberg como Lucas le exigieron que les devolviera ese 5% a cada uno y Milius se negó. Porque el 5% de cualquiera de esas dos películas es una fortuna y el 5% de El gran miércoles es poco más que calderilla.
Si aplicamos ese porcentaje a una persona, diríamos que no es lo mismo un 5% de muslo que los dos ojos, o los dos huevos, o un codo y una corva. Bien lo sabía Shylock, el judío de El mercader de Venecia. Allí Shakespeare deja muy claro que extraer a alguien una libra de carne puede resultar fatal si tiene que proceder del corazón.
Incluso cuando se habla de la mitad de uno, no se tiene claro si es la mitad inferior o la superior, o si la línea de puntos debe recorrernos longitudinalmente. Aun así tenemos asimetrías anatómicas que hacen difícil igualar nuestra mitad izquierda y la derecha con la calculadora en la mano. Por ejemplo, solo tenemos un páncreas, un bazo, un hígado, y sí, un corazón. También tenemos solo un esfínter y, como está en nuestro eje central, se puede dividir en dos (sin querer entrar en detalles acerca de cómo alguien podría vivir solo con medio culo).
Hablando de aspectos más etéreos, alguien podría decir: «Yo soy un 55% liberal, un 40% socialdemócrata y el 5% restante, que es de filántropo, te lo cambio por tu habilidad en los mercados financieros». Difícilmente se alcanzaría ese trato.
Por eso, si decide intercambiar un 5% de usted con sus dos mejores amigos, mientras brindan con unas cervezas, es probable que tarde o temprano alguno acabe sintiéndose estafado por el rendimiento del acuerdo, así que cuidado con la letra pequeña. Y el esfínter mejor ni tocarlo.
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