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Creatividad

El ágora mundial de los grafiteros

Vicent tiene 22 años y un sueño ambicioso: crear la mayor base de datos del mundo del grafiti, un ágora planetaria de artistas. Nadie se lo tomaba muy en serio cuando con 14 años se vio obligado a crear un blog para su clase de tecnología. Entonces tuvo que pedirle ayuda a su tío Robert para dar forma a Elrincondelasboquillas, una web que pretendía aglutinar las mejores firmas del panorama grafitero internacional. Ocho años después, con el blog mutado en web, los seguidores contándose por miles y más de 200 entrevistas subidas, la gente empieza a tomarse en serio la ambición de Vicent.
Vicent no pinta, nunca lo ha hecho. Su aproximación al mundo del grafiti no se fraguó en los muros de la calle, sino entre los de su propia casa. «Veía a mi tío, que es diseñador, dibujando, creando bolsos de alambre, revistas de diseño… Quería hacer algo parecido», comenta. «Por otro lado veía que había grafitis en los lugares a los que viajaba y era un mundo que me resultaba interesante», reflexiona este joven, que concibió su web como un escaparate de vocación mundial. «El grafiti tiene que estar en la calle», reconoce, «pero a veces resulta complicado ver lo que se hace en otras partes del mundo, algo que ha cambiado con internet gracias a webs como la mía».

elrincondelasboquillas in London from elrincondelasboquillas.com on Vimeo.
Vicent estudia inglés y dedica su tiempo libre a actualizar su web. La mayoría de las entrevistas las realiza por email -«tengo cerca de cien pendientes de publicar», reconoce-, pero aprovecha sus viajes para pasarse por alguna feria, para coincidir con otros grafiteros. «Por 20 euros me puedo desplazar a países no muy caros y conocer gente allí, ampliar conocimientos. Ahora tenemos un viaje por Letonia, Estonia y Lituania y esperamos poder reunirnos allí con escritores locales», anuncia. Es quizá este trabajo de campo, esta parte más activa y social, la que le empuja a seguir adelante, ampliando con cada entrada el catálogo de artistas callejeros.

Foto de Dug Da Bug bajo licencia CC

Foto de Dug Da Bug bajo licencia CC

La calidad de los sprays europeos, el despertar de la cultura grafitera en Australia… Las entrevistas de Elrincondelasboquillas desgranan los entresijos de una disciplina artística accesible en su resultado -cualquiera puede disfrutarlo sin necesidad de pagar una entrada-, pero hermética en cuanto a su proceso. La clandestinidad y el anonimato son consignas extendidas en el mundo del grafiti. Tanto que el propio Vicent se las ha apropiado y carece de apellido y de cara en el mundo virtual. Aquí los protagonistas son otros, y estos se muestran encantados de poder explicar al mundo en qué consiste su trabajo, un trabajo que ha sido despreciado y perseguido a lo largo de la historia.
Hay muchas teorías respecto a la popularización del grafiti moderno, sin embargo la más aceptada, quizá también por ser la más curiosa, atribuye su éxito a Jim Kilroy, un soldador naval que marcaba las planchas de acero que había revisado con la escueta frase ‘Kilroy was here’ acompañada del dibujo esquemático de un hombre asomando su nariz tras un muro. Su garabato acabó en los buques de la Segunda Guerra Mundial, popularizando su uso entre los soldados americanos que lo reprodujeron en los muros de una Europa en proceso de derribo. Un corta y pega que se convirtió en global gracias a que el dibujo original estuvo expuesto a mucha gente. Sea como fuere, no fue hasta los años setenta cuando los grafitis empezaron a inundar los rincones de las urbes americanas. Y con ellos nació la opresión.
Foto de Dug Da Bug bajo licencia CC

En los últimos años hemos asistido a un efecto rebote. Huelga mencionar el caso de Banksy, pero cabría resaltar que no es una excepción. Más cerca de nuestros muros Vinz Feel Free, Borondo, Boa Mistura o Pejac son artistas y colectivos que compaginan sus intervenciones callejeras con exposiciones o trabajos corporativos. El grafiti ha pasado de ser un delito a ser un arte -delictivo aún en la mayoría de los casos-, y la eclosión de internet ha hecho que este fluya y traspase fronteras. Igual que pasó con el monigote de Kilroy, las obras están expuestas, pero ahora el público es mucho mayor. El efecto imitación puede ser mastodóntico.
Al grafiti aún le queda mucho camino por recorrer. Las bases no están sentadas, las ferias distan mucho de tener el alcance de aquellas de arte moderno y las publicaciones especializadas se cuentan con los dedos de una mano. Por ello el trabajo de Vicent tiene tanta importancia. Porque trasciende el objetivo primero de una web -«no hacemos esto con ánimo de lucro», repite insistentemente- y quiere ceder el protagonismo a los autores y convertirse en una plataforma para que estos se conozcan y se den a conocer. Y porque quiere ser la web de grafitis más grande del mundo, una ambición que amenaza con convertirse en realidad.

Por Enrique Alpañés

Periodista. Redactor en Yorokobu y otros proyectos de Brands and Roses. Me formé en El País, seguí aprendiendo en Cadena SER, Onda Cero y Vanity Fair. Independientemente del medio y el formato, me gusta escuchar y contar historias. También me interesan la política, la lucha LGTBI, Stephen King, los dinosaurios, los videojuegos y los monos, no necesariamente por ese orden. Puedes insultarme o decirme cosas bonitas en Twitter.

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