El cine para primates no es tan distinto al nuestro

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Hasta ahora nos habíamos entretenido viendo a hombres encarnando a simios, e incluso a simpáticos monos en el cine, a veces haciéndolo incluso mejor que las conocidas estrellas de Hollywood con las que compartían plano. Lo habíamos visto en “Tarzán”, “King Kong”, “El Planeta de los simios” o “Duro de pelar”, pero nunca antes nos habíamos planteado cómo sería el cine hecho exclusivamente para primates.

Tras comprobar que muchos de ellos son capaces de engancharse a la televisión cuando están en cautividad, solo quedaba preguntarse: ¿Serán más de comedia romántica o drama histórico? La respuesta la tiene Rachel Mayeri, artista de Los Ángeles obsesionada por hermanar su disciplina con la ciencia. Junto a la psicóloga británica Sarah-Jane Vick, intentó aprender los gustos de los chimpancés en materia fílmica, después de pasarse meses en el zoo de Edimburgo ofreciendo a un grupo de ellos una variada programación y grabando su comportamiento.

Llegaron a la conclusión que lo que más capta su atención en la pantalla es ver a miembros de su misma especie, los reales o los impostados, aunque también se interesaron por la animación e incluso por los inquietantes Teletubbies. Aunque parezca increíble, algunos de sus cuidadores aseguran que con el paso del tiempo son capaces de saber cuáles de ellos disfrutan con los documentales y cuáles prefieren los dramas médicos. Muchas veces no solo se muestran entretenidos, si no que reaccionan ante lo que ven en pantalla.

En realidad no dejan de ser nuestros primos lejanos y sus circunstancias particulares también influyen en sus hábitos como espectadores, dependiendo si, por ejemplo, han nacido en cautividad o no, o si se han criado en un zoo o un laboratorio. Lo poco que les diferencia del humano, según la artista, es que cuando viven en libertad siempre encuentran cosas mejores que hacer que quedarse encerrados ante una pantalla.

Así es como Rachel Mayeri creó “Primate Cinema: Apes as Family”, una doble video-instalación en la que por un lado se puede ver una grabación de cerca de 20 minutos, rodada con hombres fingiendo ser chimpancés, y por otro se muestra la reacción de los animales al visionar el primer vídeo.

A pesar de que el cortometraje se presenta en forma de falso documental, la historia de una joven hembra que intenta integrarse en un grupo ya formado incluye todos los giros que exige una buena trama de ficción, con drama, sexo y luchas de poder. Este trabajo puede verse en The Arts Catalyst de Londres hasta el 13 de noviembre.

En el siguiente paso del proyecto, “How to act like an animal”, se da un nuevo giro a esta relación filial entre primate y hombre y es un grupo de personas las que visionan varias veces un documental real del National Geographic, para terminar actuando como alguno de los “actores” que han observado en la grabación.

Qué pensaría Jane Goodall de todo esto…

Héctor Llanos Martínez

Hector Llanos Martínez es periodista freelance.

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