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El día en el que desaparecieron los zapatos


Participar en One day without shoes es fácil. Basta con descalzarse. Sólo así es posible hacerse una idea de lo que puede suponer crecer sin zapatos.
El pasado 5 de abril, miles de personas de 25 países de todo el mundo lo hicieron. Se descalzaron para unirse a los millones de niños para los que a lo largo del año no existe un único día sin zapatos sino 365.

TOMS organizó la marcha internacional sin zapatos para la que contó con la participación de celebridades como Charlize Theron, Lenny Kravitz o los actores de Crepúsculo, entre otros muchos.
En España, la marca tuvo a Óscar Higares como embajador y la colaboración de El Corte Inglés que realizó un montaje para que todo aquel que quisiera pudiera comprobar qué sienten a diario los niños que tienen que transitar descalzos por todo tipo de terrenos.
Una circunstancia que les acarrea enfermedades como la podocoinosis, cuyo principal síntoma es la hinchazón de pies y piernas, o la denominada, hookworm, que causa anemia, retraso del crecimiento físico e intelectual y, en ocasiones, insuficiencia cardíaca congestiva. Dolencias que se unen a otro mal que aqueja a los niños sin zapatos: la falta de educación. Porque, en muchos países en vías de desarrollo, el primer requisito que debe cumplir un niño para asistir a la escuela es ir calzado.
Contra todas ellas lucha TOMS, la marca fundada por Blake Mycoskie y cuya filosofía se resumen en el lema ‘One for One’. O, lo que es lo mismo, que por cada par de zapatos vendido, TOMS entrega otro a un niño necesitado. Desde 2006, la marca ha donado más de un millón de pares de zapatos.



Por Ximena Arnau

Ximena es redactora de Yorokobu y Ling

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