Las Vegas es conocida por lo poco convencional de sus museos: el Museo Liberace, el del Neón, el Museo del Clown, el de Elvis, el Pinball Hall of Fame … Espera un segundo. ¿Pinball Hall of Fame?
Este salón de la fama, que abrió sus puertas en Las Vegas en enero de 2006, cuenta con la mayor colección de petacos del mundo, con modelos de todas las épocas, incluyendo máquinas tan raras como la Black Gold de Williams, el Pinball Circus de Midway y una de las tres “Impacto” de Recreativos Franco que quedan catalogadas en el mundo.
El Salón, que alberga un total de 400 petacos distintos, ha sido demandado 11 veces por un jugador que pide 10,000 $ porque le prohiben reiteradamente demostrar “su magia” con este tipo de máquinas.
El demandante, John Luckett, un desempleado de alrededor de 43 años de edad, sin estudios universitarios y que se defiende solo como su propio abogado, afirma en su demanda que requirió de varias sesiones con un psicoterapeuta para recuperarse de la angustia mental y emocional provocada por la expulsión del local, por lo que también pide como compensación 300 dólares por cada sesión a la que acudió.
Las 11 denuncias van desde el asalto a la vulneración de los derechos fundamentales del jugador (apagarle la máquina por pesado), pasan por la acusación de sabotaje para que las máquinas le piten falta y llega hasta a la discriminación por parte de los voluntarios en el Pinball Hall of Fame, que tienen «prejuicios» contra él debido a su “magia con el flipper”, o la la capacidad de jugar durante horas con una sola moneda de 50 centavos.
Tim Arnold (en la foto), el gerente del salón, dice que simplemente se limitaron a expulsarle de la sala porque estaba causando problemas a otros jugadores. Ahora, el litigio ya le ha costado a la organización sin animo de lucro que opera la sala la friolera de 13,000 $ en honorarios legales, una cantidad que ha mermado mucho las ganancias de las máquina de pinball que el grupo dona a la caridad.
En la última de sus presentaciones judiciales John Luckett, que afirma llevar desde 1975 jugando horas a los pinballs con una sola moneda, llegó a afirmar que, incluso, intentaron asesinarle, pues fue empujado por el Sr. Arnold y cayó de espalda golpeándose con la cabeza con una máquina. Desde luego no sería la mítica “Impacto” de Recreativos Franco, pues su pesado armazón de hierro fundido a buen seguro que le hubiera desnucado en el acto.
Tim Arnold, sin embargo, nunca fue consciente del rival al que se enfrentaban en esta partida. En su última visita a los tribunales, le comunicaron que el muchacho no era un “pinball wizard” como el de la famosa canción de los Who; se enfrenta a un mago de los litigios, también conocido como “litigante vejatorio”, un individuo que se dedica a emprender acciones legales y demandas injustificadas exclusivamente para acosar al adversario y que suelte dinero.
Ya que los abogados podrían ser inhabilitados por participar en este abuso, los litigantes vejatorios como el chico de los dedos de oro tienen que representarse ellos mismos en la corte penal.
Luckett, quien actualmente vive en Anaheim, California, ha presentado más de 43 demandas en varios estados desde que tenía 25 años, entre las que se encuentran algunas contra el hotel Gold Spike (donde supuestamente se cayó cuando salía de la ducha), contra los neumáticos Goodyear (las ruedas de su coche misteriosamente se pincharon y “casi se mata”) contra la cadena hotelera Howard Johnson (donde afirma haber sufrido insufribles picaduras de las chinches en sus piernas durante su estancia en un hotel en Florida).
Sólo en el estado de Nevada, y desde 1998, ha presentado más de 15 demandas. La última contra un fabricante de máquinas de fax a la que acusó de atascar sus documentos mientras los mandaba a la corte…para demandar a otra empresa. También ha metido juicios a bancos, restaurantes en los que dice haberse intoxicado, particulares, un concesionario de coches y una empresa de vacaciones de tiempo libre (por un crucero que nunca hizo porque tampoco nunca pagó).
La mayoría de estos juicios no se han admitido a trámite, mientras que en otros hasta llegó a apelar varias veces dicha decisión. Ya no puede demandar a nadie en su estado, porque ya le han sacado la señal de TILT; así que ahora tiene que ir a otros estados para poder dar sus patadas a la máquina judicial norteamericana.
Incluso fue condenado a 16 horas de trabajo comunitario de multa por su práctica. Respondió demandando al juez que le había condenado apelando que el litigio vejatorio es una enfermedad mental comparable al juego compulsivo, algo a lo que también está enganchado en el caso de los pinballs. Incluso, cuando fue invitado a abandonar la sala, también demandó al funcionario que le cogió por el brazo para acompañarle a la salida.
En una entrevista que le hizo Las Vegas Weekly hace apenas 15 días, el jugador se defiende diciendo que la víctima es él. “Tengo un montón de buenos casos que tienen mucho mérito y ya no puedo presentarlos en California», dice Luckett.»Yo no presento demandas frívolas; simplemente tengo mala suerte y me suceden un montón de cosas horribles. Siento que la sociedad siempre está contra mi».
Pues va a ser eso. Aunque mejor no decirlo muy fuerte, no vaya a ser John Luckett también nos demande a nosotros por lo irónico del comentario. Lo sabremos cuando nos llegue una citación con el encabezado “I Love Cats”, algo que suele poner en todos sus papeles legales para inspirar falsa ternura en los jueces.
Aunque quizá lo que tendría que poner realmente es “amo los tribunales”.
Fuentes y fotos:
John Luckett contra el Estado de California
John Luckett contra contra el restaurante Chili
John Luckett contra los litigios vejatorios son una enfermedad mental
John Luckett contra el Pinball Hall of Fame
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