Los movimientos de salida del letargo de la sociedad española se han unido a las revoluciones de países como Egipto, Túnez o, en menor medida, Marruecos para conforman un clima de reacción social y política que hacía tiempo que no se sentía en estas latitudes nuestras. Tan confortables estábamos con el salvavidas de la cobertura familiar, que siempre provee de cama y lentejas, un bar asequible en el que gastar lo poco que se tiene y una Wii con la que matar el tiempo que no se emplea en un puesto de trabajo, que nos habíamos olvidado de que se puede pegar una patada a la mesa y gritar que el teatrillo que nos habían preparado no es de nuestro gusto.
La llamada de atención ha comenzado a cambiar algunas cosas, sobre todo a nivel social, en unos ciudadanos que ahora tienen el convencimiento de que pueden revertir una situación en mayor medida que hace solo unos meses. Hasta hace poco, la clase política era la depositaria exclusiva de la capacidad de decidir los designios de todos tras un paso por las urnas que justificaba cualquier actuación posterior. Ocurría también que esa misma clase política estaba desapegada del pueblo y no se le esperaba porque nadie le exigía responsabilidad. Algo de eso está cambiando, poco a poco, solo un poco. Pero ya es algo.
En otros lugares algo más lejanos, algunos dirigentes políticos decidieron motu proprio otorgar más capacidad decisiva a los ciudadanos cuyos futuros manejaban. Ocurre en Brasil, donde Cezar Busatto, un economista que entiende la economía “como ciencia social, no como técnica”, es Secretario de Gobernación Local de la alcaldía de Porto Alegre.
La corporación local ha organizado su política en torno a dos conceptos: la Gobernación Solidaria Local y el Presupuesto Participativo. El primero implica “una serie de relaciones de confianza, dialogo y cooperación hacia objetivos comunes de desarrollo local. El presupuesto Participativo es una política de decisión directa de los ciudadanos sobre los recursos públicos del presupuesto de la alcaldía de la ciudad”, explica Busatto.
El gobierno de Porto Alegre ha partido de la base de que los habitantes aman a su ciudad y, con el lema Eu Curto, Eu cuido (Yo amo, yo cuido), han lanzado una campaña de movilización y concienciación para conseguir que el máximo número posible de ciudadanos se impliquen en las decisiones de la ciudad. “Trabajamos en el V Congreso de la Ciudad que intentará articular y movilizar a los líderes comunitarios en cada uno de los 82 barrios”, señala Busatto. “Queremos definir y realizar objetivos y metas de desarrollo local para los próximos diez años. Repetiremos la misma metodología para las 17 regiones administrativas, las 8 regiones de planeamiento y, al final de este año, tendremos la asamblea final del Congreso involucrando líderes representativos de toda la ciudad. Cualquier persona es bienvenida y puede participar integralmente en el proceso”. Además, las cuatro mayores universidades de Porto Alegre se han implicado en el proceso articulando la discusión sobre un eje de desarrollo de la ciudad.
Internet ha tenido un papel clave en la puesta en marcha de muchas de estas iniciativas aunque, como aclara Cezar Busatto, “las redes de participación ya existían desde antes”. La ciudad ha implementado una plataforma colaborativa, PortoAlegre.cc, que “abre la posibilidad de participación abierta a todos los que deseen colaborar con el desarrollo de la ciudad”, dice el economista. Además, comenta, “las redes sociales como Facebook y Twitter están potencializando mucho la participación y el involucramiento de las personas”. Además, desde el ayuntamiento de Porto Alegre están intentando introducir metodologías de innovación abierta para el desarrollo de diferentes tipos de proyectos.
Este mundo ideal que dibuja Busatto y que no tiene nada de utópico encuentra, por supuesto, obstáculos. “Existe falta de voluntad política de los gobiernos y de los partidos”, lamenta. “Creemos que la participación popular y el involucramiento de los ciudadanos es el método más sostenible para la ciudad”. Además, el político brasileño está convencido de que estas iniciativas son universales. “Cada ciudad tiene sus propias características identitarias. Sin embargo, la decisión de dar poder al ciudadano, crear ambientes para que tomen decisiones de manera directa y hacer que el gobierno ponga en práctica esas decisiones, solo depende de la voluntad política de los partidos”, resalta. “Se trata de democratizar efectivamente o no democratizar la vida de la ciudad”.
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Este texto se publicó originalmente en ela edición impresa de Yorokobu correspondiente al mes de septiembre de 2011.