Ícaro reivindica que los proyectos más interesantes ya no se desarrollan en la zona céntrica de Madrid, que corre peligro de convertirse en una maqueta llena de franquicias. Alberto analiza el fenómeno de Lavapiés, un barrio que no tendrán fácil gentrificar ya que «mi amigo Hakim me corta el pelo por siete euros. No hay Malasaña que se coma eso». María echa de menos una vida de barrio que ya no volverá a una Chueca cada vez más volcada con el turismo. Fernando lamenta la falta de iniciativas para fomentar la bici, aunque está convencido de que «acabará llegando a pesar del Ayuntamiento y a pesar de la Oposición».
Esto es El Madrid De. Un micromedio que reflexiona sobre la ciudad a través de la visión subjetiva de los entrevistados que viven en ella.
Juan Milleiro, estratega de redes sociales, saca tiempo cada semana para sentarse con alguien distinto y hablar sobre la capital. Él, como muchos otros, es uno de los no nacidos que se han trasladado a la ciudad por motivos profesionales, pero que rápidamente ha acabado adquiriendo un sentimiento de pertenencia.
«El Madrid De es un ejercicio periodístico que busca dejar de lado esa dependencia que tenemos de dar voz a los mismos que recomiendan los cuatro sitios de siempre. Llevo 4 años aquí y he trabajado en Las Rozas, vivo en Tetuán, salgo en Malasaña, me gano la vida en Arturo Soria y dos veces a al semana ensayo en Carabanchel. Me ha permitido tener una visión de Madrid distinta».
El diseño de la página es muy limpio, inspirado por el estilo de entrevistas de Jotdown y la apuesta visual del Tumblr Humans of New York. «Intenta reflejar que todos somos anónimos en esta ciudad, pero que también tenemos algo que contar».
Ahora que el proyecto ha empezado a andar, Milleiro quiere empezar a salirse de su red más cercana. «Me gustaría hablar con un restaurador del Museo del Prado o, llevándolo al extremo, un enterrador del cementerio de la Almudena. Estoy seguro que un carnicero de Vallecas me podría dar una visión fascinante», para seguir completando lo que puede acabar siendo una de las guías alternativas más completas de una ciudad en constante mutación humana.
O como rememora Paloma recordando una frase de su bisabuelo, «el día que acaben las obras en Madrid, va a quedar muy bonito».