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El milagro de la nuez de cola, la chispa para acabar con el hambre en el mundo

Coca-Cola ha tenido a buen recaudo durante más de un siglo la fórmula de su refresco, uno de los secretos mejor guardados del mundo. Cuando la supuesta lista fue publicada hace unos días, rescatada de un artículo periodístico de 1979, entre sus ingredientes ya lucía como básico el extracto de nuez de cola.

Es paradójico que Coca-Cola se componga de dos nombres que quitan el hambre, ya que la nuez de cola también se ha perfilado, así, tras salir del armario, como el alimento del futuro que puede solucionar uno de los problemas más acuciantes de la humanidad. Y todo por una extraña paradoja del destino.

La nuez de cola, el fruto de una especie de árbol perteneciente a la familia de las malváceas, libera lentamente cafeína, por lo que presenta un efecto estimulante más suave que el café; sin embargo, también se alarga el tiempo de eliminación de esta cafeína, lo que potencia el efecto excitante de la bebida refrescante a la que va asociada.
Pero este fruto también contiene una glicoproteína llamada miraculina, una sustancia de profético nombre que enmascara algunos de los receptores del sabor agrio y hace al cerebro malinterpretar los alimentos como dulces. Cuando esta proteína se enlaza con las papilas gustativas en la boca actúa como un inductor de la dulzura al entrar en contacto con los ácidos.
Esto significa que la miraculina convierte lo agrio en dulce, lo que abre enormes puertas al campo para que la humanidad se hinche de gramíneas y otras plantas silvestres de amargo paladar, convirtiéndolas en ambrosías de dulzor y, con ello, logrando acceder a una nueva gama de alimentos que nadie en su sano juicio gastronómico se comería.
Los científicos que han estudiado la Synsepalum dulcificum (la nuez de cola) no han arrojado ningún dato que haga pensar que comer la pulpa de esta fruta resulte con efectos adversos para la salud. Sin embargo, la miraculina fue prohibido por la Food and Drug Administration norteamericana al negar su uso como aditivo alimentario en la década de 1970.

Al parecer, la administración alimentaria norteamericana pensó que era posible extraer la miraculina y convertir esta proteína en un endulzante artificial, pero no tuvieron éxito y decidieron enterrarla (no se conoce si por presiones de terceros a los que no quiero mirar).

Y es que la única forma en que esta proteína produce los efectos alterantes en el paladar es si se combina con otros alimentos después de comerla. Eso lo saben mucho algunos reputados chefs, sobre todo en Nueva York, que la usan para realizar “viajes de sabor”, donde los comensales ingieren Synsepalum dulcificum para luego probar otros alimentos y poner así a prueba el sentido del gusto.
El reputado gastrónomo molecular Homaro Cantu es quien encabeza la revolución para cocinar alimentos con miraculina a todos los niveles, como una forma, dice, para que la comida llegue a todos los habitantes de nuestro planeta.
Según Homaro, habría que realizar una concienciación a nivel mundial que implicara a todas las cocinas del mundo, distribuyendo vídeos instructivos y otros materiales para ayudar a los trabajadores de los fogones a que puedan enseñar cómo preparar las amargas hierbas de forma más apetecible utilizando extracto de nuez de cola.
Esto no solo abre un nuevo universo de posibilidades en el mundo gastronómico, sino también en el de los bebestibles, del cual hasta ahora solo se había aprovechado, lo habrán adivinado, la Coca-Cola.
Bueno Coca-Cola y la CBS, que emitió un episodio de CSI: New York donde Mac Taylor se aliaba con esta fruta para descubrir que uno de sus fiambres había ingerido una sustancia cáustica creyendo que era un cóctel, lo que a la postre le llevó a la camilla metálica. La nuez de cola que había picado en el ágape había convertido ese cóctel mortal en un delicioso y dulce sorbete, dictaminó sabiamente el Teniente Damm.
Quizá por eso la industria de la bebida ya ha comenzado a mostrar interés en las peculiaridades de esta fruta para transformar el sabor de cualquier bebida. La llamada “baya milagrosa” hace que cualquier coñac barato sepa como el mejor baileys del mundo. También puede ser usado para hacer más agradable el acto de tomar medicinas y jarabes para los niños; o que los pequeños se acostumbren a comerse un pomelo como si fuera una chirimoya.
Porque imagina lo bueno que sería saborear una limonada como chocolateada, reduciendo las calorías que se ingieren mientras se sacia la vena golosa que todos llevamos dentro. Las posibilidades de este fruto son tan enormes que no sólo podría acabar con el hambre en el tercer mundo, sino también con la obesidad al que se ha visto abocado el primero. Por nuestra insaciable gula. Y por nuestro gusto por las bebidas carbonatadas, por qué no decirlo.
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