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El periodismo está en la frontera

A estas alturas de la película, nadie puede negar que los primeros culpables de su fama son los propios periodistas o los responsables de los medios. La moldean día a día, página a página, portada a portada. El clientelismo hacia los inversores, la presión de los anunciantes o el simple convencimiento de que el periodismo debe usarse para servir a un determinado interés político desvía el foco de lo realmente importante: contar las historias que nadie cuenta, las de los olvidados, las que no existen si nadie las lee.
Hace algunos meses, El Diario decidió que si era un medio digital lo sería de verdad. Dejaron de pensar «en formato papel» y comenzaron a plantear las historias como lo que son: un conglomerado de hechos, datos y declaraciones que ha de presentarse de la manera adecuada para que sea entendido en su totalidad.


Ha pasado un año desde la tragedia de El Tarajal y el equipo del periódico ha seguido el caso desde entonces pisando el terreno, recabando testimonios y desmintiendo con datos e imágenes las mentiras contadas desde los organismos oficiales como el Ministerio de Interior y la Dirección General de la Guardia Civil.
El resultado del trabajo de un año, aunque aún siga su curso, se acaba de presentar en forma de monográfico interactivo, Las Muertes de Ceuta, un proyecto que complementa a Fronteras y Mentiras, el especial en papel que editaron hace pocas semanas.

Haz clic en la imagen para ir al especial

Las Muertes de Ceuta fue presentado anoche en un debate en la Sala Mirador de Madrid en el que participaron abogadas, periodistas y activistas. Juan Luis Sánchez, subdirector de El Diario, explicó que sigue existiendo material sin publicar que puede aclarar aún más lo que ocurrió en El Tarajal ceutí. «Existen pruebas que están en un cajón. Que salgan como sea. Pero que salgan».

La política y el periodismo del miedo

En la convocatoria, además de poner sobre la mesa la situación en la que se encuentra el proceso judicial, se desmontaron muchas de las falacias que alimentan el miedo y el odio hacia el inmigrante.
Helena Maleno, investigadora especialista en migraciones y trata de seres humanos, explicó anoche que no existen riadas de inmigrantes esperando a saltar la valla. La activista ofreció una estimación y explicó que, a través de las fronteras de Cueta y Melilla cruzan del 0,05 % de toda la migración, regular e irregular, que entra en España. «La amplísima mayoría entra a través de aeropuertos», señaló.
Tampoco existen, según cuenta por su experiencia sobre el terreno, mafias que se lucran ayudándoles a pasar la frontera. «Sí existen pasadores que se buscan la vida ayudando a los migrantes a cruzar. En ningún caso son estructuras organizadas. Las únicas mafias son las de trata de blancas que alimentan el mercado sexual en España y Europa», dijo. Maleno explicó que toda esta actividad genera su propia economía y cómo ciertas mercancías como las balsas para cruzar el estrecho aumentan su precio a causa de la demanda.

 
Todo esto ocurre en la frontera sur del país, «el estado de excepción de España» según dijo la abogada Patricia Fernández Vicens. Mientras, en Madrid, al periodismo le ilumina algo de esperanza con monográficos innovadores como el que acaba de lanzar El Diario.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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