Imagina que subes a lo alto de un rascacielos. En una mochila, maullando, hay un gato. En la azotea del edificio te acercas a la barandilla y miras hacia abajo. El vértigo te inunda al observar la ciudad desde 400 metros de altura. Con cuidado de no caerte, agarras la mochila con las dos manos y sacas los brazos fuera de la barandilla. Volteas la bolsa y el gato, lógicamente, cae. El felino, en caída libre, acelera su velocidad según ve como se acerca el suelo. Cuando golpea contra la acera, da un pequeño rebote antes de quedar muerto en el suelo. Esta metáfora tan agradable y constructiva se usa en la jerga de la bolsa para explicar una recuperación leve e ilusoria de un mercado en declive.
También conocido como el rebote de Bagdad, en referencia al repunte de popularidad que Blair y Bush tuvieron cuando cayó la ciudad en la Primera Guerra del Golfo, la primera referencia al pobre gato es de 1985 y aparece en el Financial Times, según la web WordSpy. En un texto titulado Singapore stock market stages modest recovery after steep fall, del periodista de Chris Sherwell, se explica que «las acciones en las bolsas de Singapur y Kuala Lumpur lograron recuperar cerca de un cuarto de las pérdidas del pasado jueves[···]. Pese a la evidencia del interés en comprar, muchos analistas y economistas dicen que la subida es en parte técnica y son cautelosos con el hecho de creer que las caídas recientes hayan finalizado. “Es lo que llamamos el rebote del gato muerto”, sentencia un broker».
La web etimológica English Stack Exchange explica que la frase fue cogiendo fuerza durante los 90, pero se volvió muy común durante la crisis que siguió a la caída del las ‘punto com’ en la Bolsa, para volver con fuerza durante la Gran Recesión. En 2003, Alex Berenson escribía en su artículo de The New York Times bajo el título Technology Is Back, but Is It Here to Stay? que varias empresas tecnológicas habían subido sobre un 30% su cotización, pero que su bajada total había sido de un 80%. «¿Es el comienzo de una tendencia al alza en las acciones de tecnología e Internet? ¿O no es más que el comienzo de lo que Wall Street llama un rebote del gato muerto?».
España, incluso, ha tenido su propia versión. Kike Vázquez, en El Confidencial, cuenta que es lo que en 2009 la ministra Elena Salgado llamó «brotes verdes» para hablar del repunte que parecía demostrar la coyuntura. «El Ibex 35 fue paralelo a ese optimismo pasando de estar por debajo de los 7.000 puntos en marzo de 2009 a alcanzar los 12.000 puntos en enero de 2010». Un 70% de subida en 10 meses parece ser motivo suficiente para anunciar el fin de las penurias. Pero en mayo de 2010 llegó el primer rescate de Grecia. Luego, el de Irlanda. Después Portugal. El Ibex 35 siguió las bajadas. Dead cat bounce. Este se repitió poco después, cuando el índice pasó de superar los 11.000 puntos en febrero de 2011 a bajar de los 6.000 en julio de 2012, cuando el diferencial entre el bono alemán y el español alcanzó los 638 puntos y se especulaba con una petición de rescate por parte del Gobierno español.
Algunas web de inversión, como TheStreet, tienen una sección diaria titulada Today’s Dead Cat Bounce Stock. En ella cogen la empresa cuyo repunte ellos estiman que es un gato muerto que rebota. El ultraliberal y economista de cabecera de Esperanza Aguirre, Daniel Lacalle, da en El Confidencial tres argumentos a evitar para no perder las siete vidas desde una azotea.
No pensar que el precio de un año previo se ha recuperado, ya que las condiciones son siempre diversas. No comparar el índice local con la bolsa de EEUU. Y sobre todo, evitar el manido «esta vez es diferente». Esta frase coincide con el título del recomendadísimo libro sobre la deuda soberana y sus impagos escrito por los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff. Una de sus conclusiones es que nunca es diferente. Justo como la caída del gato y su siniestro rebote.
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