Un grupo de emprendedores sociales holandeses han descubierto que no es necesario contaminar para proporcionar luz donde antes dominaba la oscuridad. ¿Su solución? Lámparas solares de bajo coste que proporcionan la suficiente iluminación para realizar tareas como estudiar o cocinar en hogares sin acceso a energía eléctrica.
Cuando cae el sol en Camboya, los más de 2 millones de hogares sin electricidad recurren a lámparas de queroseno para iluminar sus casas, un recurso contaminante, deficiente e insano, que representa un riesgo de incendio para las viviendas, fabricadas principalmente con madera.
Para los holandeses Jorg Van den Hoven, Arjen Luxwolda y Jeroen Verschell, fundadores de la empresa especializada en energía solar Kamworks, la solución a este problema estaba delante de ellos, pero aún no lo sabían cuando crearon la compañía en Camboya en 2006.
Querían explorar nuevas formas para implantar la energía solar en un país donde el 70% de los habitantes no tiene acceso a la corriente eléctrica. Pronto se dieron cuenta de que no se podían limitar a sistemas de paneles solares tradicionales, algo al alcance de muy pocos.
Rebajaron sus pretensiones, aprendieron más del día a día de los habitantes de este país hasta que dieron con una solución más sencilla: una linterna solar bautizada MoonLight que va camino de ser el sustituto ecológico y sostenible a la lámpara de queroseno.
“Desarrollamos el producto de forma colaborativa con un grupo de estudiantes de la Universidad de Delft (Holanda). Pasaron cuatro meses viviendo en las inmediaciones de nuestra sede, en una zona rural donde la mayor parte de los habitantes viven sin acceso a la electricidad”, cuenta Verschell, director del proyecto. “Acabamos con cuatro prototipos y los habitantes del pueblo tuvieron la última palabra sobre cuál les gustaba más”.
Acabaron escogiendo una lámpara portátil que se puede colgar del cuello, llevar en la mano cuando estás en movimiento o colgar del techo. Un día de recarga al sol es suficiente para iluminar con una intensidad alta durante cuatro horas, 20 horas con una intensidad media y 40 horas de luz de intensidad baja, suficiente para orientarse por las casas a oscuras.
Para ayudar a sus potenciales clientes a hacer frente a los costes de la lámpara (25 dólares), Kamworks tiene un acuerdo con un banco local para ofrecer microcréditos. “Los compradores lo pagan, de media, en menos de un año. Tenemos un acuerdo con el banco CMK para venderlos con microcréditos y estamos experimentando con alquiler de 0,08 céntimos al día, un coste parecido al precio del queroseno”, explica Verschell.
La fabricación y desarrollo del producto se realiza en el pueblo de Sre Ampil, donde la compañía tiene su sede. Da trabajo a 25 personas que reciben seguro médico y de accidentes, clases de inglés y un horario razonable, asegura el fundador de la empresa.
Mil millones de potenciales clientes
Kamworks es un ejemplo más de una nueva generación de iniciativas sociales que reniegan del clientelismo del pasado en la ayuda al desarrollo. Para ellos las millones de personas sin electricidad no son pobres necesitados de ayuda, son potenciales clientes que piden a gritos soluciones asequibles y fiables a sus problemas.
“Somos una empresa social, pero eso no significa que tenemos que renunciar a ganar dinero. Creemos en el comercio y no en las ayudas. Queremos que nuestros empleados se den cuenta de que trabajan para un cliente, no un donante. Si el producto sale mal, el cliente exigirá que le devolvamos su dinero. Fabricarlo aquí contribuye a desarrollar un mercado solar sostenible. Se empieza a generar una industria de recambios y personas capaces de arreglar este tipo de tecnología”.
Una vez más se demuestra que un grupo de mentes inquietas “que piensan que 1.600 millones de personas sin acceso a la energía eléctrica merecen algo mejor”, pueden hacer mucho más que millones de dólares en ayudas mal planteadas.
Si no que se lo pregunten a Calian Malis, propietaria de una tienda que, en una entrevista con el periódico Asia Life Guide sobre MoonLight, lo expresó en apenas unas palabras: “Antes siempre estaba preocupada por el fuego que podía causar cuando tenía una lámpara de queroseno. Esta luz me ha cambiado la vida”.
Retratos: Mattieu Young
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