Hace años que las bodegas españolas están investigando sobre la mejor manera de elaborar vino sin alcohol o parcialmente desalcoholizado. Los resultados no pueden equipararse al del vino original. Pero, si el vino es un producto que gusta tal cual, ¿qué motivos llevan a hacer grandes inversiones para convertirlo en una bebida nueva sin alcohol que, en muchos casos, ni siquiera sabe a vino?
Carné por puntos, mujeres embarazadas, ancianos o aquellos que no toman alcohol porque engorda son razones para consumir vino sin alcohol. Pero también existe otro motivo que, de funcionar, podría poner en el mercado millones de botellas: la religión.
Si bien católicos y judíos beben vinos con su volumen alcohólico intacto sin que ello suponga pecado alguno (aunque con diferentes modos de elaborarlo, pues los judíos solo pueden beber vino ‘kosher’), hay un tercer grupo religioso nada minoritario, el de los musulmanes, que no pueden beber alcohol si quieren ser fieles a su libro sagrado, el Corán.
Dios les dice: “¡Oh!, vosotros que os habéis abierto de corazón a Alá, el vino, el juego de azar, la adivinación por las entrañas de las víctimas así como la tirada a suerte son actos impuros que vienen del demonio. ¡Evitadlos! Tal vez triunféis”. Más claro, agua.
Comer con (algo parecido a) vino
Con estas indicaciones no es extraño que el mercado se mueva para adaptar su oferta al consumidor musulmán: chorizo de pavo, cerveza sin alcohol y, sobre todo, carnes que cumplan con el rito ‘halal’, palabra que significa ‘lo que está permitido’. Lo contrario, lo prohibido por el Corán, es ‘haram’.
Los vinos, por definición, son ‘haram’ porque contienen alcohol, pero un vino sin alcohol podría significar abrir un nicho de consumo más que interesante, teniendo en cuenta cómo crece la población musulmana en el mundo, que es ya de más de un cuarto del total de habitantes de la Tierra.
Este dato ha llamado la atención a un grupo de bodegas y también a unos cuantos investigadores que, desde hace casi una década, se han propuesto quitar el alcohol al vino sin que pierda, junto a él, gran parte de sus propiedades, tanto aromáticas como de textura en la boca.
Uno de ellos es Ramón Bodenlle, biólogo gallego, que partió de investigar cómo el alcohol afectaba al ser humano para pasar después a desalcoholizar vinos. Hoy día tiene una planta donde elimina el componente alcohólico para crear vinos ‘0, 0’ (al estilo de las cervezas). Allí, cada año se desalcoholizan doce millones de litros de vinos para extraer el alcohol, convertirlos en “halal” y exportarlos a Arabia Saudí (“unas 15.000 botellas al mes”, afirma), Irán, Kuwait, Dubai y Líbano, además de Marruecos, mercado para el que ha creado un vino específico que se llama Élivo 0,0 Al Magrib.
La conciencia es el límite
Aunque hay varias bodegas elaborando ya vinos sin alcohol además de Bodenlle (Torres, en Cataluña, sacó Natureo con una imagen de vino para mantener la línea, y Emina, en Castilla y León, creó los Eminasin y Eminazero, este último sin nada de alcohol y con la idea de ser un refresco parecido al vino, con polifenoles y sin calorías que, incluso, se vende en lata), en España no parece haber pegado fuerte entre los musulmanes que viven aquí.
Desde la comunidad musulmana de Granada (una de las 700 registradas en España), Abdul Hakim Praena comenta que entre sus miembros aún no se ha consumido ningún vino sin alcohol, aunque sí toman habitualmente mosto y cerveza desalcoholizada. Praena se muestra prudente porque desconoce los productos, pero sobre ellos comenta que “hay que hacerlo muy bien porque el vino es una tradición secular” y no serviría cualquier intento. Entre los miembros de la comunidad hay quien no ha sido musulmán desde que nació y es capaz de recordar a qué sabe el vino, por lo que detectaría uno de mala calidad al probarlo desalcoholizado.
Desde el Instituto Halal, un organismo que certifica a empresas que elaboran productos aptos para musulmanes, comenta su portavoz, Hanif Escudero, que ha habido y hay un debate sobre lo lícito de incorporar el vino sin alcohol a los artículos permitidos. Por un lado, explica, está el que el vino, aunque sin alcohol, no deja de ser una bebida que tradicionalmente ha sido y sigue siendo alcohólica a excepción de estos productos, por lo que podría incitar al buen musulmán a empezar por ellos y perderse en sendas menos recomendables de vinos prohibidos.
La otra cara de la moneda es, para el Instituto Halal, la libertad que ha de tener el islámico para elegir productos que, por otra parte, no contravienen los dictados de Alá: “Se dice en el Corán que está permitido aquello que es saludable”, mientras no lo están “las bebidas que alteran la conciencia”. Además, comenta Escudero, con la calificación de estos vinos como aptos “se muestra un concepto positivo del Islam, actualizado, con alternativas para los fieles”. Añade que “para nosotros no es una cuestión de negocio, sino de dar opciones al consumidor y que él elija”.
Será precisamente esa libertad para elegir la que introducirá, o no, los vinos sin alcohol en la comunidad musulmana junto con las propias leyes del mercado. En el Corán, como en otros libros sagrados, además de para la interpretación, hay sitio para los avances en la investigación y la tecnología.
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Foto: G. Frank Peterson Flickr bajo licencia CC