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El vínculo del hombre y el animal a través de la historia del arte

En el noroeste de Arabia Saudí, en los yacimientos de Shuwaymis y Jubahh, descubrieron unos grabados de hace unos 8.000 años. Aparecían hombres cazando y, junto a ellos, canes domesticados sujetos por correas. El ser humano y el perro ya compartían vida y objetivos.

Diez mil años antes se representaron situaciones en las que nuestros ancestros se relacionaban con bóvidos, ciervos y osos en la Sala de los Toros de la cueva de Lascaux.

Estas escenas no son solo documentos históricos que ayudan a fijar cronologías, también demuestran la importancia simbólica, trascendental, que los humanos otorgaban a su vinculación con otros seres vivos: de todos los sucesos de su mundo, consideraron que, sobre todo, esa relación debía plasmarse a través del arte. Aquellos humanos estaban reflejando la mayor prueba de inteligencia que podían concebir: el dominio de otras especies y la colaoración con ellas.

El arte ha abordado esta relación durante toda la historia, y sigue haciéndolo hoy. El Es Baluard Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma acoge decenas de obras contemporáneas (e históricas) que siguen ahondando en esa conexión entre humanos y animales no humanos. La exposición, abierta desde el 20 de septiembre, se llama Ellos y nosotros.

Exposición en la Planta 0 de Es Baluard Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma

La muestra se centra en la «relación simbiótica y, a su vez, contradictoria entre el mundo animal y las sociedades humanas».

Es Baluard compone la exposición con la intención de enfrentar y hacer dialogar a distintas representaciones artísticas que se han ido produciendo al calor de diferentes etapas del pensamiento: desde el desprecio cartesiano al dolor y la muerte de otras especies hasta los planteamientos de Nietzsche, Bataille, Deleuze o Guattari, que se esforzaban en ponerse en el lugar de otros seres vivos.

Marcel·lí Antúnez, Eskizos, 2017. Instalación audiovisual interactiva. Medidas variables. Colección Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. © de la obra, Marcel·lí Antúnez, VEGAP, Palma, 2018

Las obras proponen, detallan desde Es Baluard, «reflexiones en torno a los diferentes ecosistemas, las industrias, el ocio y los oficios, lo doméstico y lo afectivo, el deporte y el circo, mitos y tradiciones, la tortura y la caza, la alimentación o la bioética». La exposición se abre en un momento de cambio de conciencia: cada vez más personas modifican sus hábitos de consumo y alimentación como forma de luchar por el bienestar animal.

La planta cero del museo se llena de creaciones de decenas artistas como Francisco de Goya, Paloma Navares, Joan Miró, Joana Vasconcelos, Miquel Barceló, Joan-Ramon Bonet, Rebecca Horn, Pablo Picasso, Guy Maddin, Amparo Garrido o Joseph Beuys, entre otros.

Joan-Ramon Bonet, Sin título, Serie «Matances», 1991. Impresión inkject tinta de pigmentos sobre papel foto Harman Barita sobre aluminio dibond. Edición: 2/3. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © de l’obra, Joan-Ramon Bonet, 2018

En su ensayo sobre Ellos y nosotros, Nekane Aramburu, directora del museo y comisaria, explica cómo determinados autores han empapado su obra con elementos animales. «Miguel Barceló utiliza en muchas de sus obras su representación como naturalezas muertas o motivos, Picasso manejó tanto su simbología como la referencia directa a escenas de ritual y muerte».

Aramburu busca generar análisis y conciencia social y cultural mirando desde la óptica de los humanos y de los animales no humanos.

La representación y la conceptualización de los animales no solo germinaba en el ámbito de la representación gráfica, sino en toda expresión creativa: «Las religiones, la mitología, las leyendas, fábulas y cuentos fantásticos se encargaron de inmortalizar imágenes antropomórficas inolvidables y escenas que han quedado ancladas en el inconsciente colectivo humano», escribe Aramburu.

Paloma Pájaro, Proyecto Zoosofías (1), 2018. Acrílico y lápices sobre tabla, 17×21 cm. Colección particular. © de la obra, Paloma Pájaro, 2018
Alexander Painlevé, Le Grand Cirque Calder 1927, 1955 (fotograma del vídeo). Película de 16 mm transferida a vídeo 2K HD. Color, sonido. Duración: 43’. © Les Documents Cinématographiques, Paris

La pintura de Goya como expresión satírica de la sociedad del siglo XVIII se complementa con las Zoosofías de Paloma Pájaro, que critican a la sociedad actual. Se enfrenta la existencia de una caza que repondía a una necesidad de supervivencia con la que, hoy, se practica como deporte. Marie Voignier lo pone de relieve con imágenes de safarís de África. Veru Iché, por su parte, ahonda en el sadismo humano mediante una instalación en la que incluye un oso taxidermizado.

Otra forma de violencia menos directa pero más prolongada es el cautiverio. La muestra cuestiona estas esclavitudes a través de la obra de Amparo Garrido, Paloma Navares o del mini-circo fotografiado por Jean Pailevé. La grabación y el uso de la tecnología, piensa Aramburu, nos ayuda a colocarnos en el lugar del otro.

Adriaen Cornelisz Beeldemaker, Retrato de un doncel con perro, 1674. Óleo sobre lienzo, 86,4 x 73,3 cm. Museo Sa Bassa Blanca-Fundación Yannick y Ben JakoberBeeldmaker (1618-1709).
Paloma Navares, Paisaje de interior con figura. Serie «Circuito cerrado», 1985. Videoinstalación. Vídeo analógico, color, sonido (1984). Duración: 9′ 53». Colección de la artista. © de la obra, Paloma Navares, VEGAP, 2018

El contrapunto es el cuidado relamido, la humanización del animal doméstico y el establecimiento, por parte del hombre, de jerarquías de especies con distintos derechos y privilegios. En la muestra se representa a través del perro Tonetty de Eugenio Ampudia o de la obra de Levi Orta referida a Gunter IV, el perro más rico del mundo.

Es Baluard mantendrá hasta el 3 de febrero este espacio para la crítica, la autocrítica y la reflexión sobre ese vínculo poderoso que hace 18.000 años los moradores de la cueva de Lascaux decidieron reflejar sobre la roca.

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