El protocolo de transferencia de hipertexto, o HTTP, originó una mutación en algunos humanos que los llevaría a convertirse, en muy poco tiempo, en lo que algunos denominan “homo digital”. El humano comenzaba así un nuevo paso evolutivo en su historia. Después llegaron los complementos. Esa “invasión” de dispositivos que conectan a cada individuo con el resto de la humanidad a través de hilos instantáneos invisibles.
Dice el experto en innovación Amalio Rey que los bits de la actividad digital «no pesan”. Pero… no bajen la guardia, “alcoholizan”, y eso los hace sumamente adictivos. “Por eso pienso que hoy, más que nunca, conviene imponerse ciertas pautas que propicien no solo el escape laboral, sino también, cierto tipo de escapada de lo digital”.
Lo dice en su Elogio a la desconexión. El fundador de eMOTools se fue de vacaciones. Apagó todos sus aparatos. “Desconectó”. A la vuelta los encendió. Y escribió estas sugerencias:
1. “Recomiendo la desconexión como disciplina, como práctica autoimpuesta, aunque sea en dosis incompletas, pero siempre intentarlo como objetivo consciente”.
No siempre vale hacer solo lo que apetece. Rey no está de acuerdo con la cita de CumClavis: “Haz lo que te apetezca realmente hacer y no hagas nada sin querer porque creas que debes hacerlo”. Es arriesgado, dice. “¿Qué le apetece habitualmente a un alcohólico (en todos sus matices, incluyendo el workaholic)? Seguir bebiendo de la misma pócima… No le apetece otra cosa. Sin embargo, no es la pócima lo que le hace bien”.
El ‘cubano-europeo’ considera la desconexión “un deber sano, que conviene practicar aunque el cuerpo no te lo pida”. “Aunque la inercia de los hábitos (o el ímpetu de la pasión por lo que estás haciendo en ese momento) genere una necesidad de conexión que puede tener mucho de síndrome de abstinencia”. Pues, al final, “muchas cosas buenas que nos gratifican en la vida tienen que ver con el deber y no necesariamente con el querer”.
2. “La búsqueda de desconexión de tu trabajo no implica que no te guste”.
Escapar momentáneamente de los temas que ocupan tu cabeza a diario no significa ni un rechazo ni una negación. Es la oportunidad de conocer nuevas disciplinas y enriquecer con nuevos conocimientos tu labor diaria. “Desconectas porque es sano y renovador abrir el foco y cambiar la mirada… y más aún cuando algo te absorbe demasiado porque te gusta”, afirma Rey en su Elogio a la desconexión.
3. Desapego.
El grado de pasión que genera una actividad es directamente proporcional al grado de riesgo de dependencia y obsesión. “La única receta posible para ganar perspectiva, y recuperar algo de mirada objetiva, es poniendo distancia de un modo consciente, como disciplina. Quien dude de esto, que eche la mirada atrás y recuerde (si lo ha vivido) algún amor obsesivo, de esos que narcotizan, y entenderá bien lo que significa el apego y cuál es la única receta para salir de él. Aléjate un tiempo, recupera el juicio, busca otros espacios”.
4. “Desconectar y descansar no es siempre lo mismo, pero hacen falta los dos”.
“El descanso por mera supervivencia (y por placer, en sí mismo, si aprendemos a disfrutarlo) y la desconexión para renovar el stock de conocimientos y sensibilidades con material aleatorio que no vas a encontrar nunca dentro de la caja. Si eres curioso, incluso, puedes encontrar en el puro descanso conexiones sorprendentes, pero ¡sin esfuerzo! que es lo que toca…”.
5. “La “desconexión-con-descanso-incluido es mi receta”.
“Esto implica distanciarse de verdad de toda actividad profesional, incluso de aquellas que son distintas (o con menos presión) que las que te dedicas habitualmente”, insiste en su Elogio a la desconexión.
No valen siquiera las lecturas relacionadas con la profesión. Eso acaba volviendo a introducir la mente en “el bucle de los mismos pensamientos”. “No basta con cambiar el ritmo y contenido de la actividad profesional. Conviene aparcarla y sustituirla por ocio, descanso, charla frugal y viajes”.
6. “La desconexión no atonta, ni produce espejismos, si la usas como una oportunidad, quitándole todo sentido engañoso de evasión. Prefiero verla como renovación, desapego y búsqueda de riqueza en mi vida”.