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En defensa de Miyamoto a través de los trolls

Si usáramos los comentarios de los lectores en los principales diarios de este país para instruir a un alienígena sobre el comportamiento de los humanos, es posible que se llevara una visión un poco extrema de lo que somos. Pero hay una cosa que no se puede negar. El anonimato permite a la gente hablar sin pelos en la lengua y decir lo que realmente piensa. Muchos se han retratado con sus reacciones a la decisión de premiar a Shigeru Miyamoto con el Premio Príncipe de Asturias a la Comunicación y las Humanidades.

Algunas reacciones merecen un análisis por la visión tan reaccionaria que muestran sobre la creatividad y la creación en torno a los videojuegos. Voy aventurarme a rebatir algunos de estos argumentos y, de paso, alimentar un poco al troll:

Empecemos por elmundo.es:

Casos extremos existen. Todos hemos oído las terribles historias de niños coreanos que se pasan 12 horas seguidas delante del ordenador o los Hikkikomori, que se encierran en casa durante años. Pero, como suele ocurrir con estas cosas, las causas siempre son mucho más complejas que echarle la culpa a los videojuegos. Pongo el ejemplo de Corea. Este verano estuve en Seúl y muchos jóvenes que conocí me contaron que el sistema educativo es extremadamente competitivo. Después de ir al colegio los niños pasan toda la tarde en academias. Muchas veces hasta altas horas de la madrugada. La presión de sus padres es extrema. Estudiar se convierte en algo muy estresante. En Japón suceden situaciones similares. Los medios amplifican estos sucesos de forma desmesurada echando gran parte de la culpa a los videojuegos, pero la realidad es que son su válvula de escape a un sistema demasiado rígido.

 

¿Acaso crear un videojuego no requiere trabajo intelectual? ¿Escribir literatura es lo único que hace a uno ser merecedor de un premio así? Aprender a crear videojuegos es un trabajo increíblemente complejo que une elementos de creatividad, diseño, interacción, psicología. Los heavy users de videojuegos suelen ser personas con buena formación. Sin ir más lejos, las empresas sobrevuelan como buitres en los eventos como Campus Party en busca de talento. Muchos de nosotros pasamos la infancia jugando a videojuegos en nuestro ratos libres, pero también pasábamos horas jugando a fútbol en la calle. Una cosa no quita la otra.

 

Con todos los respetos a Angel Nieto, si nos vamos a poner a medir, es difícil equiparar el impacto de alguien que contribuyó decisivamente a inventar la industria moderna del videojuego con un gran corredor de motos cuyo impacto se queda más o menos en eso. Un país de pandereta es el que no sabe valorar la creatividad que se requiere para hacer un videojuego. Mejor resaltar la figura de un genio de la creatividad que el famoseo tradicional que suele llenar las páginas de la prensa.

 

Cierto, no inventó la cura de la malaria. Pero sí trajo felicidad para muchas personas. ¿Eso no cuenta como algo bueno para la humanidad? ¿Solo se pueden galardonar cosas serias?

 

Los videojuegos llevan años moviendo más dinero que el cine y la música. Invertir en esta industria podría ser una buena forma de levantar el país y dejar atrás nuestra dependencia del ladrillo.  Mirad el esfuerzo que se invierte para grabar la banda sonora de Zelda, sin ir más lejos:

Akratamondo «Un nuevo paso en el camino hacia el profetizado dominio friki del mundo. Ya falta menos.»

Sin los frikis no existirían los ordenadores, las naves espaciales, los teléfonos móviles, ni muchos de los avances científicos de nuestros tiempos. ¡Vivan los frikis!

Un foro no sería un foro sin una buena teoría de la conspiración:
Si esto sirve para que inviertan dinero los japoneses en España, ¡bienvenido sea!
Más conspiraciones:
Los malos padres ya tienen el personaje perfecto para delegar sus responsabilidades. Fue todo culpa de Super Mario.
A riesgo de haber perdido un par de horas de mi vida alimentando al troll, lo que demuestran estas críticas son una falta de entendimiento sobre lo que hizo Miyamoto. Mucho antes de que los gurús actuales hablaran de la importancia de humanizar la tecnología, el creador japonés ya lo estaba haciendo con Super Mario y Zelda.
Miyamoto también es un gran ejemplo para rebatir los argumentos de aquellos que consideran que las humanidades no son carreras serias. Se formó en una escuela de arte. El premio, realmente, es lo de menos. Lo que se agradece es empezar a crear nuevos referentes en el imaginario colectivo. Personas que demuestren que el trabajo puede ser divertido. Que trabajar puede inspirar. Que no todo tiene que ser solemne.

Pero no nos quedemos con lo malo. Mostremos también algunos mensajes positivos sobre el impacto que ha tenido el japonés en la vida de algunas personas.

Fuente: Público

Aquí, un damnificado de la lacra de los videojuegos:

Finalmente, un mensaje escueto para los que dudan de la idoneidad de darle el premio en la categoría de comunicación:

Foto portada: Stefan Linder Wikimedia Commons

Mas información: El Dios del Píxel

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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