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En el ojo ajeno: Cómo hablar de arte aunque no sepas nada de arte

Cuando se habla de arte, según con quien, se caen en tópicos que suelen dirigir la conversación. Cualquier cosa sobre la que se converse tiene que encajar en la lógica simple de las personas. Debe tener una puerta de entrada para todos y después se debaten las cuestiones que vayan surgiendo. Pero cuando se habla de arte, la gente se suele quedar en la puerta y hablar de la puerta. No entra.

Sin hacer apología de nada, ni la industria, ni el ecosistema creador de arte. Ni tampoco de la frivolización, la simplificación o la demagogia. Estas son solo una serie de cuestiones que acaban saliendo siempre. No tienen un orden ni un objetivo, pero son las notas mentales que suelo tener a mano cuando me enfrento a una conversación sobre arte.

Tengo derecho a opinar. Absolutamente. Pero guárdate tu opinión si no está mínimamente formada. Mi consejo es que, si no dejas que te influya la opinión de otros, la tuya tampoco influirá en ellos. Pero sí te describe a ti.

No hay arte que guste a todos. Cuando una obra tiene el consenso de todos se vuelve universal, entra en otra categoría distinta al arte. ¿La Capilla Sixtina o la Gioconda son arte? Yo creo que son otra cosa. Nadie cuestiona su valor, porque sería cuestionar un dogma.

No hay un solo tipo de arte. Como cualquier otra industria, existen segmentos, categorías, perfiles… No todos los pisos, casas o chalets son comparables ni conforman un todo, aunque todos estén en la categoría de vivienda. Y, por tanto, no se puede hablar de arte si solo se opina de un tipo de arte.

Eso no es arte. Es algo que cualquiera se siente con derecho a decir. Como cuando se opina de política. Porque opinar es un derecho natural. Pero ni siquiera hay un consenso sobre lo que es el arte. Como para haberlo respecto a las obras. Cuestionar el todo, cuestionar la pregunta, no aporta valor a la conversación. Es una evasiva bastante obvia y te delata.

El arte es un ejercicio de introspección del espectador, que debiera explorar y entender sus emociones al observar una obra. Sus reacciones, sus instintos, qué emociones le despierta y qué mensaje recibe. Ya sea de una forma racional, porque conoce el tormento y el contexto del artista, o simplemente sensorial.

El arte está lleno de chascarrillos y tontunas. Como la moda, la arquitectura o la literatura. Si quieres, puedes contribuir al mito del extintor en ARCO o ser un poco más interesante en tu conversación como persona y aprender quién fue Deschamps. No alimentes la cultura Telecinco. Si se habla del plátano con cinta americana (que se hablará), como mínimo incorpora que es de Maurizio Cattelan, que es un gamberro del arte mítico y quizás se entienda mejor la obra.

Tienes derecho a que no te guste. Faltaría más. No hay nada ni reverencial ni obligatorio en el arte, sea el artista que sea. Pero, al menos, abre tus oídos antes. Escucha o lee algo del autor y su obra. Siéntete con derecho a que no te guste. Como no te gusta el gazpacho o las habas, después de probarlas. Pero eso no convierte al gazpacho en un plato fallido. Por eso el arte, a mí me produce una emoción y a ti otra.

Eso lo pinta mi hija de 6 años. El ser humano, y el español especialmente, tiende a negar lo que no entiende. La negación y la crítica es el recurso fácil de quien se siente indefenso. El respeto debiera ser un valor obligatorio. Seguramente eso lo podríais haber pintado tú o tu hija, pero no lo hicisteis. Otro se os adelantó. Uno que engañó al mundo y solo tú entre un millón lo descubriste.

El arte conceptual merece una reflexión. Y claro, da pereza. En esta sociedad se impone mejor ese orgullo de la incultura, esa moda de la supremacía cateta que alardea de no saber quién es Cela o el gentilicio de Huesca. Como decía el Loco de la Colina, premiamos al tonto del pueblo. Es mucho más fácil subirse al mito del extintor en ARCO que darle una oportunidad al artista. Estás en tu derecho. Disfruta tu momento y alardea en voz alta de tu incredulidad y tu escepticismo, es tu decisión. Claro que sí.

El arte es innecesario y superfluo. Pues creo que la cosa va desde quien lo ridiculiza hasta quien lo necesita para vivir. ¿Acaso es mejor o peor una opción que la otra?

Es un debate estéril. Cuando el debate es intelectual, el intelectual no sabe explicar lo burdo o lo evidente. Cuando el debate es terrenal, el terrenal no sabe entender el matiz o el concepto. Ninguno es mejor que el otro, pero uno habla turco y otro malayo. Suele ganar la conversación quien argumenta mejor, pero ¿significa eso que tenga razón o que discute mejor?

El arte no pretende una superioridad intelectual, aunque es cierto que tiene sus maneras. Pero no afrenta a quien no lo comparte. Como quien no sabe manejarse en el campo, operar en un quirófano o defenderse en un juicio. Hay tantos ámbitos en la vida en los que todos somos inferiores, sumisos o torpes… Pero por qué no asumirlo. Asumirlo es un gesto de humildad del que sentirse orgulloso, no es una carencia. Sin embargo, no ocurre así en este terreno; en el arte, quien no lo comparte se siente agraviado, ofendido o inferior. Pero se desnuda ante un médico.

Los expertos en arte son unos pedantes. Yo no sé prácticamente nada de arte contemporáneo, pero lo respeto profundamente porque en alguna ocasión me he enfrentado a un lienzo en blanco. Pero he escuchado antes de descartar.

Yo me declaro oficialmente nulo en arte, pero eso no me resta capacidad para entender y valorar. No hay nada más engolado que un abogado o un arquitecto hablando de lo suyo. Pero aun así puedo entender de qué carajo hablan y formarme una opinión.

A modo de conclusión

Termino con dos ideas:

1.- El arte es probablemente el mayor ejercicio de democracia y libertad que pueda existir. Nace de dentro de la persona, cualquiera tiene derecho a crear.  No necesita el permiso ni la aprobación de nadie para expresarse. Lo hará a su manera o a la manera de otros. Lo hará por convicción o simple deleite. Con o sin objetivos. Y del resto solo dependerá su éxito, el consenso o el rechazo. Será en mayoría, en minoría, en solitario o en contra, pero será… porque no se puede impedir.

2.- Recuerdo una genialidad en una encuesta en la que las posibles respuestas eran:

  1. a) Sí.
  2. b) No.
  3. c) No sabe, no contesta.
  4. d) No sabe y contesta.

Por Enrique Tellechea

Puedes seguir a Enrique Tellechea en @etellechea

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