Hace ahora 10 años que inicié una aventura extraña, la de hacer cosas bonitas, la de trabajar para empresas que necesitaban algo de imaginación corporativa.
La cosa empezó sin pensar demasiado, simplemente hacer, hacer y hacer. Montar una empresa y cruzar los dedos. En el fondo, siempre ha habido una visión que lo alineaba todo. Una especie de mantra interior: cualquier cosa menos pasar desapercibido. Un motivo que me obligaba a imaginar cosas para mis clientes que llamaran la atención y que tuvieran un sentido y una intención. Una estrategia, pero en modo estético. Siempre desde lo visual, porque solo sé pensar con imágenes.
Creo, necesito y respeto el valor de la información, ese es mi punto de partida, pero confío mucho más en el uso narrativo y estético del dato, del motivo, del porqué y del cómo. Ahí ocurre la magia. Ya sea crear marcas, hacer campañas, diseñar hoteles o hacer interiorismo. La casilla de salida siempre es un porqué y un para qué, y la meta, un lugar visual e impactante.
Imaginación viene de imagen. Es un arte que no viene de fábrica. Se trabaja, se adiestra y se entrena. Se perfecciona y se enriquece divagando, mirando mucho a tu alrededor, cotilleando el trabajo de otros, leyendo entre líneas y entendiendo la esencia de algo. Luego se redibuja, se transcribe a un nuevo código y se ejecuta con pinceles nuevos.
¡Viva la inspiración!, ¡viva la espontaneidad! ¡Viva la genialidad sobrevenida! ¡Viva la intuición! Pero viva aún más cuando el chascarrillo se peina bien y se le da cuerpo y sustancia, y un aspecto despampanante. Viva la ocurrencia venida a más. Viva el arte de hacer un castillo a partir de una idea. Para el razonamiento de consultor hay otros, para el cemento armado hay mejores constructores. Pero ojalá más decoradores de teorías. Ojalá más ideólogos estéticos. Ojalá muchas empresas entiendan que no hay fondo sin forma.
Por eso existe THE NULL, que nació hace 10 añazos. Una empresa de imaginación corporativa, que es una forma de no llamarlo branding porque se quedaría corto. Una empresa que nace de un empeño personal para no caer en las obviedades que había vivido años atrás como cliente. Una agencia que se mete en las entrañas para pensar e imaginar desde dentro de una marca, no desde fuera. Y que se propuso que todos sus proyectos serían estéticamente potentes y llamativos. Que nunca serían ni sosos, ni irrelevantes. Y en eso estamos… ¡Larga vida al pinta y colorea!