Chile celebra estos días sus Fiestas Patrias. Se celebra la independencia de España, la madre patria. Engalanadas con su bandera roja, azul y blanca, las calles huelen a patriotismo y euforia. Chile hoy se codea con las mejores cifras de crecimiento y mira con suficiencia a España. Cuando Rajoy visitó Chile hace unos meses tuvo que escuchar de su homólogo Piñera un “bienvenido a un mundo mejor”.
Ojalá España estuviera tan orgullosa de España. A mí todo este patriotismo y banderismo chileno me da cierta envidia, lo admito. Pero también se nota que hay algo artificial. Es forzado, casi comercial. La bandera y la palabra Chile están tan presentes en el día a día, en la publicidad, en la prensa, que resulta forzado, casi artificial. Quizás solo sea una casualidad que el uso de la bandera sea obligatorio estos días. Pero por alucinante que parezca, es obligatorio.
El Decreto Supremo Nº 1.534, del 18 de octubre de 1967, establece que el Emblema Nacional (la bandera chilena) debe lucir en todos los edificios públicos y particulares del país durante los días de Fiestas Patrias. «El infractor será sancionado con una multa de entre una y cinco unidades tributarias mensuales. Según Carabineros de Chile, la bandera debe usarse a partir de las 8 horas del 18 de septiembre hasta las 18 horas del 19 de septiembre: «El no hacerlo implica una infracción, lo mismo que izarla en un mástil que no sea de color blanco».
Leído resulta cómico, infantil. Se aplique o no la ley, la realidad es que existe una marca construida y un sentimiento unánime. Con un logo/bandera que de tanto usarlo comercialmente se parece cada vez más al logo de Tommy Hilfiger. Usar un ejemplo opuesto muchas veces sirve para poner las cosas en perspectiva.
Entretanto, España, la madre patria, está en otro hemisferio. Tener una bandera en la ventana solo significa centralismo, ser de derechas o que hay mundial de fútbol. ¿Qué debería poner yo en mi ventana si no quiero retratarme ni ser militante de nada? Hablamos de la marca España pero ni siquiera aceptamos el logo España, la bandera. Al contrario que en Chile, en España no hay nada impuesto, solo malinterpretado, polarizado y patético. Más allá del Alto Comisionado, Ferrán Adriá o Nadal, ¿vendemos la marca España los españoles? O ¿es solo un invento para fuera?
Se supone que una bandera simboliza, reúne un sentimiento de país, como un logotipo representa a la marca. Y nosotros hemos tenido que inventarnos una bandera que no sea ‘la bandera nacional’; ponerle un toro para quitarle los complejos. Sinceramente no se qué modelo me resulta más triste. El de un país que reniega de su logo o el de un país al que se lo imponen.