En el Ojo Ajeno: No es cierto que no nos fijemos en la publicidad, basta con hacerla mal…

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No es que no la veamos es que la vemos en modo vegetal. Los neuromarketinianos tendrán una explicación más técnica del córtex, la consciencia inconsciente, qué se yo… Consiste en que, aunque no te lo creas, procesas un montón de información así, como de refilón. Ves pero no miras, pero resulta que en realidad sí mirabas.

Hemos desarrollado un estadio mental direfente para ver publicidad, un estado de consciencia del mínimo esfuerzo. Todo lo que el cerebro encasilla como publicidad lo cataliza como material de segunda.

Y para vencer eso, este negocio va buscando antídotos en el impacto visual, formatos, el surrealismo, el humor… y últimamente en el mero entretenimiento del consumidor.

“Con la campaña de Mixta pretendemos entretener unos segundos al espectador”, le escuché decir al director de marketing de Mahou San Miguel. Me sonó a patrocinar un rato de su tiempo. Quizás, todos los spots acavarán siendo meras historias con product placement.

Campofrío lo está haciendo con sus historias de humoristas, aunque me pregunto si no está separando demasiado a la marca del producto con tanta lateralidad. ¿No os parece que Campofrío está empezando a parecer algo distinto a una empresa de alimentación? El caso es que funciona. El esquema y la inerzia mental es tan fuerte que uno ve la historia, acaba intrigado y buscando al anunciante que anda detrás de aquello. El mundo al revés. El mundo publicitario perfecto.

Y es que en cuanto algo no encaja en el esquema normal nos ponemos alerta. No perdonamos. Somos impalcables. Resulta que sí prestábamos atención. Mira tú. Pero sólo si detectamos que algo falla.

Y desde luego lo que tampoco falla nunca es cagarla. Hoy en día que te hagan una parodia de tu spot en youtube es sinónimo de éxito. Las tomas falsas, los escándalos, las quejas de asociaciones…que son en realidad defectos, también se consideran de alguna manera éxitos publicitarios. Así que como decía basta con hacer algo mal para que funcione.

P.D: Querido lector, estoy seguro que mientras leías sentías un impulso por corregir las faltas de ortografía… incluso eso te habrá distraído momentáneamente. Pues justo a eso me refería. Las he puesto deliberadamente para demostrar que el cerebro detecta antes la imperfección (espero que los correctores ortográficos hayan respetado mis imperfecciones). Me encantaría que algún anunciante hiciera una campaña con alguna errata deliberadamente para demostrar mi teoría, con su dinero. Y, por cierto, si no has visto las faltas de ortografía, malo.

Enrique Tellechea

Puedes seguir a Enrique Tellechea en @etellechea

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