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En el ojo ajeno: Vivir al límite

cuestionarse las cosas

Últimamente he decidido romper inercias. Tomar decisiones arriesgadas, desoír mis miedos. Muchos de ellos son heredados o infundados, pero me han acompañado durante años. Porque somos así, nos dicen cómo han de ser las cosas. Las asumimos, las hacemos nuestras, y no cuestionamos nada. Así que desde hace unas semanas estoy cometiendo verdaderas temeridades. Cosas muy peligrosas que duelen solo de oírlas.

Todo empezó en la ducha. No quedaba champú y pensé que no valía la pena interrumpir el baño. Usé el gel como champú. ¡Bum! Vivo al límite, pensé. Mezclé capsulas de café de dos marcas. Profané toda la mística aromática de una cápsula Nespresso y la mezclé con una marca blanca. Sacrílego. Tiré la caja de un electrodoméstico nada más abrirlo, sin ni siquiera probarlo. Borré todos los mensajes de más de un año en mi teléfono sin ni siquiera revisarlos. Llamé por teléfono a un amigo sin avisar. Unilateralmente.

Me vine arriba y cuestioné el trayecto de Waze y gané tiempo. Hice un proyecto sin preguntarle nada a GPT. Reconocí en público que me gusta la pizza con piña. Dije alegremente que no tenía una opinión formada en un debate sobre algo de política. Tiré ropa que no uso. Me quedé el euro de otro de un carrito de supermercado.

Me sentía tan vivo que aparqué media hora en zona verde sin ticket. Pregunté el precio de un plato fuera de carta cuando me lo ofrecieron. Contesté un mail dos días más tarde. Pedí un menú de hamburguesa sin patatas. No guardé una bolsa de plástico y la tiré a la basura. Cuando ya pensaba que no podía subir el nivel de riesgo, decidí no comprar lotería de navidad este verano y vi un capítulo de la serie sin avisar a mi mujer… Tengo que parar esta locura.

Más allá de la broma, vivimos siempre en rediles. Algunos son banales, como los hábitos de consumo o las costumbres, pero otros no tanto. Algunos rozan el adoctrinamiento. Hay quien se subroga dócilmente a lo que le dicen y locos que mezclamos marcas premium y blancas sin titubear. O intentamos leer las noticias y opiniones de ambos frentes para tener una opinión propia. Muy loco todo, pero lo recomiendo tanto…

Pensar en lo que uno piensa y por qué lo piensa es algo delicioso y sanador. Así que recomiendo a cualquiera la maravillosa sensación de sentir que hace algo tan loco como cuestionarse las cosas.

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