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"En el siglo 21 ninguna casa estará completa sin una consola computarizada"


El año es 1967 y el legendario periodista de televisión Walter Cronkite habla a la cámara rodeado de dispositivos futuristas. Se trata de imaginar cómo será la tecnología en el hogar en 2001. Empieza con un acierto (obviando el machismo inherente de la época que asocia esta zona de la casa con el género masculino): «Este equipo permitirá a cualquier hombre realizar sus actividades normales sin necesidad de visitar una oficina ni dejar su casa», explica Cronkite.
La primera de las «consolas» permite recibir noticias por satélite de todo el mundo. En caso de querer esa misma información en papel, el dispositivo tiene un botón que permite imprimirlo en un formato similar al periódico.
El siguiente aparato es un ordenador con tres pantallas. Una de ellas se utiliza para comprobar el tiempo o consultar la bolsa. Otra integra un teléfono para realizar una videoconferencia, y la tercera pantalla permite observar y comunicarse con otras partes de la casa mediante una cámara de circuito cerrado.

«Con este equipo en la casa del futuro, quizá no tendremos que ir a trabajar. El trabajo vendrá a nosotros. En el siglo 21 ninguna casa estará completa sin una consola computarizada», concluye Kronkite, haciendo honor a la futura implantación del teletrabajo.
Esta secuencia forma parte de un programa que el presentador realizó en el año 1967 sobre la vida en el siglo 21 llamado The Twenty First Century. El diagnóstico falló al no prever que todas estas cosas se podrían centralizar en un dispositivo pero el resto de predicciones no iban tan mal encaminadas.
El programa no se quedó solo en el despacho de «los hombres». También cubrió otras parte del hogar como el salón. Llama la atención que Cronkite empieza esta secuencia hablando de que «gran parte de este nuevo tiempo libre se pasará en el hogar». Él y sus guionistas daban por hecho que en 2001 la tecnología sería un facilitador de tiempo libre. Estos aparatos permitirían al ser humano liberarse de muchas tareas y poder dedicar más tiempo a otras cosas. Un pronóstico que no se ha cumplido del todo y enlaza muy bien con el discurso del pensador anarquista David Graber. En su ensayo Of Flying Cars and the Declining Rate of Profit, publicado en 2011, Graber habló sobre cómo las ideas utópicas en los años 60, que consideraban la tecnología como un medio para liberar a las personas del trabajo duro, no se han cumplido.
En la sala de estar de 2001 también domina otro dispositivo de dimensiones importantes cuyo papel es informar y entretener. En la pantalla aparecen distintas opciones como ver un partido de fútbol americano proyectado sobre la pared en una pantalla de 3 dimensiones. El audio proviene de altavoces en formas de globos. Evadirse de la modernidad es posible también a través de la música que sale de esos mismos altavoces si uno quiere. Desde la consola también se puede modular la opacidad de las ventanas para dejar entrar más o menos luz.

Pasamos a la cocina. En este lugar imaginado, preparar la comida es casi automático. La cocina mezcla los ingredientes y los lleva a un horno microondas para su preparación sin necesidad de una intervención humana. Aquí viene una idea curiosa: según la información que introduces, el aparato te produce el número de platos que necesitas. Una vez que los usas no tienes que lavarlos. La máquina automaticamente los derrite y los reutiliza para crear una nueva serie de platos. «Ya nunca tendrás que lavar platos», dice Cronkite orgullosamente. Llevando esta idea al presente, se podría decir que actualmente las cocinas siguen sin prepararnos la comida aunque sí existe un número importante de platos preparados en los supermercados de dudosa calidad nutricional.

Quizá viendo estos vídeos es fácil olvidar que el germen de gran parte de la tecnología que usamos actualmente tiene su origen en hace más de medio siglo y, en algunos casos, en más de un siglo. En al caso de las videoconferencias, autores de ciencia ficción a finales del siglo 19, ya hablaban de un telefonoscopio. El ilustrador George du Marier dibujó un concepto en el que se puede ver una conversación realizada por una pantalla y atribuyó la invención ficticia a Thomas Edison.

Entre  los años 20 y los años 50 AT&T ya trabajaba en la creación de un sistema de teleconferencia que, a pesar de tener más de 200 ingenieros trabajando en ello, no dio los resultados esperados.
Durante la Alemania nazi, el doctor Georg Schubert creó el primer sistema de videoconferencia que el servicio de correos alemán comercializó entre la ciudad de Leipzig y Berlín. El sistema se inauguró en marzo 1936 y permitía tener una conversación y ver a la persona al otro lado con una calidad discreta con un coste de más de cinco veces por encima de una llamada normal. «El efecto es comparable a la proyección de una película de baja calidad», relató la revista Nature sobre la tecnología. La guerra acabó con ella.

Tras ver el ejemplo de la videoconferencia no sorprende demasiado la capacidad del programa de Cronkite de predecir el futuro porque, en realidad, trabajaban con ideas y conceptos que ya existían. Rondaban en las cabezas de los científicos y ingenieros de la época y en los laboratorios de las grandes compañías. Lo único que faltaba eran esos elementos que harían que todos estos dispositivos acabasen en los hogares.


Créditos: El primer vídeo lo encontramos en Buzzfeed. Los tres clips fueron subidos a YouTube por Matt Novak.

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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