Todas las mañanas, sin excepción, cuando apenas hay un alma en las calles de Nueva Orleans, cuando el sol acaricia tímidamente los barrios que vieron nacer el jazz, Erik Winkowski se reserva una hora para parar y crear. Solo así consigue que su trabajo como director de arte en una agencia de publicidad no le deje sin la energía necesaria para seguir llamándose artista.
Winkowski ha logrado un imposible. Inventar un lenguaje visual que ayuda a que la gente pare y sienta más en Instagram. Sus collages animados de entre 15 y 30 segundos enganchan por su sencillez y cautivan por su inventiva. Son como pequeños organismos infiltrados en la red social con el expreso cometido de que nos tomemos un momento para reflexionar.
El artista disfruta creando escenarios para que nuestros ojos puedan gozar. La exigencia de subir una pieza al día a su cuenta de Instagram le obliga a ser despiadado para quedarse con la esencia de la idea. Hay muchos interrogantes y preguntas que se quedan sin responder. «Hay algunos artistas que generan esculturas a partir de 10 toneladas de sandía. Yo soy más de los que son capaces de generar algo emocionante a partir de una semilla de una sandía. Ese es el tipo de arte que a mí me emociona», explica Winkowski.
MOMENTOS ALHAMBRA
En esa búsqueda constante por generar micromomentos de reflexión, Winkowski se cruzó en el camino de Momentos Alhambra, la plataforma de contenidos de Cervezas Alhambra, y ocurrió algo inesperado. Conciertos para descubrir nuevos talentos en lugares escondidos, talleres de cerámica, experiencias gastronómicas, jardines frondosos llenos de vida ocultos detrás de fachadas anónimas. Esto es y seguirá siendo uno de los principales cometidos de Momentos Alhambra: difundir la cultura, crear experiencias memorables, remover y, sobre todo, generar esos instantes en los que apagas tus sentidos y suceden cosas extraordinarias.
Pero Momentos Alhambra también es emocionarte contemplando las nueve obras de arte en movimiento que Erik Winkowski ha creado para Cervezas Alhambra. Nueve momentos para la contemplación y la reflexión.
«Es interesante usar algo tan sencillo como una botella de cerveza y crear música. Esa botella tenía una canción en su interior y estaba esperando que alguien la descubriera. Me encanta esa sensación de congelar momentos», reflexiona Winkowski sobre el proyecto.
El lanzamiento llega en un momento de cambios para este artista. Hace apenas un año que empezó a desarrollar sus piezas en movimiento en Instagram y la buena acogida recibida le ha convencido para dejar su trabajo y dedicarse a proyectos en solitario.
Todo ha sido muy rápido, pero sería engañoso pensar que el repentino vuelco es un golpe de suerte. El Winkowski de ahora es consecuencia de una vida dedicada a la exploración visual y eso incluye muchas horas inmerso en el estudio de cosas que la sociedad, a veces, tacha de inútiles.
«El conocimiento nunca es inútil por muy extraño y variado que sea. He aplicado haikus a un cuadro. He pasado largas horas en la biblioteca leyendo libros de arte; he aprendido a hacer motion graphics tradicionales y experimentales. No te dejes engañar por la inmediatez de mis piezas. Son el producto de largas horas de pensamiento consciente. Se materializan rápido, pero vienen de un largo proceso de maduración».