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La estética, la última esclavitud

Circula por Facebook la imagen de una modelo de tallas grandes con un lema: «Las chicas gorditas TAMBIÉN PODEMOS ser sexys». El «también podemos» es pernicioso, denota esclavitud a la estética.

Hace poco sorprendí una conversación a la mitad sobre una serie muy conocida:

Poco antes de ver el episodio me pregunté quién era la «fea». No recordé una mujer que me lo pareciera y concluí que el personaje que moría era lo que muchos considerarían una chica corriente. Cuando acabó el episodio, me sorprendí porque la «fea» tenía un tipo de belleza que me atrae. Aquí había algo interesante: Tres personas y cada una con una concepción diferente de lo que era la belleza femenina. Hasta cierto punto, fascinante, porque quedaba fuera de la conversación la belleza de los anuncios, la moda y las películas. Esto que debería ser lo natural, que tres personas adultas tengan criterios propios, parece poco habitual.

Las chicas gorditas TAMBIÉN PODEMOS ser sexys / bonitas

La de arriba es una frase que encontramos en las redes sociales, compartidas por mujeres de la talla 40 en adelante, y que muestra hasta qué punto el canon de belleza de los medios de comunicación pervierte el sentido estético. (Como bien observó el guionista Paco López Barrio en cierta ocasión). Resalto las mayúsculas para que se observe que esta frase incluye un término que indica una suposición de desventaja:

TAMBIÉN PODEMOS

Parece que las «chicas gorditas» no son atractivas porque sí, sino que PUEDEN SERLO, es decir, que tienen opción a ello. Otras mujeres forman sus grupos conforme a lo que ellas aceptan como deficiencias, en lugar de como diferencia hermosa:

Las altas TAMBIÉN PODEMOS bailar

Las bajitas también podemos ser fashion

Las que tenemos pechos pequeños podemos ser hermosas

TAMBIÉN PODEMOS son dos palabras incluidas también en frases como:

Nosotras también podemos ser líderes

Nosotras también podemos ser ingenieras

Nosotras también podemos ser autosuficientes

Nosotras también podemos ser creativas

Sin embargo, las frases que hacen referencias al liderazgo, la ingeniería, la autosuficiencia y la creatividad pretenden alentar vocaciones o recordar a las mujeres que están intelectualmente capacitadas para ser líderes o ingenieras o creativas. Sin embargo, la frase de «las chicas gorditas TAMBIÉN PODEMOS ser sexys» y las que se refieren a otras supuestas deficiencias no pretende alentar vocaciones, buscan el consuelo:

Somos gorditas, no somos sexys, pero TAMBIÉN PODEMOS

Somos bajitas, no lucimos igual, pero

Tenemos poco pecho, pero

Estas chicas gorditas o con pechos pequeños o con narices que no son respingonas, no es que PUEDAN ser guapas, es que lo son. Encontraríamos absurdo un grupo de Facebook de flores reivindicativas:

Los tulipanes también podemos ser flores bonitas

Las hortensias también podemos ser bonitas

Las margaritas también podemos ser bonitas

No hay un canon floral que indique que unas flores son bonitas y otras no. A cada persona le gusta una flor más que otra. Sin embargo, los medios de comunicación, y la publicidad en particular, pretende —negocio manda— inculcar que hay cuerpos bonitos y cuerpos que no lo son. Al parecer son bonitas las mujeres de estatura media, de talla inferior a la 38, con el rostro como la porcelana, pechos grandes, culo pequeño, pero bien contorneado, pestañas voluminizadas… Incluso los anuncios que no venden productos de belleza incluyen el nocivo concepto de la belleza estándar. En anuncios de yogures, cereales, zumos o leche hay frases como…

PARA UNA DIETA SALUDABLE PRUEBA…

TOMA… PARA UNA DIETA EQUILIBRADA

Frases acompañadas de planos de culo con braguitas pantaloncito, culos pequeños y redonditos, que parecen de la misma dueña. ¿Qué venden realmente, leche saludable o culos estandarizados? El problema de esta publicidad es que no admite réplica, que pretende restringir el campo de la estética. Incluso personas inteligentes, hombres y mujeres, claudican ante estos conceptos, y son incapaces de ver más allá de los tres o cuatro «sabores» de belleza. Mujeres que leen libros, con avatares en las redes pasados por un agresivo Photoshop que las difumina, hasta hacerlas parecer esbozos al carboncillo. Mujeres cuyas arrugas confieren belleza, porque la irregularidad es más hermosa que la uniformidad. (La regularidad es agua en un barreño, la irregularidad es el agua fluyendo y chocando contra las piedras).

El número 12 (La dimensión desconocida)

 
Un episodio de La dimensión desconocida de 1964 da cuenta de la dictadura de la estética. Este episodio, titulado El número doce es exactamente usted visualiza una sociedad en el futuro en la que solo cabe una belleza marcada por la ley. Mantener la propia imagen se considera un acto contra el sistema. El propio estado se encarga de la cirugía estética de cada ciudadano dando como única posibilidad escoger un modelo de cara y cuerpo entre doce. Igualmente se pulen las «imperfecciones» de la mente, como el deseo de conocer, sentir y crear. El resultado son ciudadanos de plástico y artificialmente felices.
El parecido entre la serie y la realidad es inquietante. Una modelo de tallas grandes asoma tripita en una foto y esto es considerado escandaloso por los opinadores oficiales sobre lo bello y lo no bello. Una tripita que no debería ser motivo de controversia, sino de golosa observación. (No es extraño que sienta admiración por la portada de Yorokobu de Rocío Cañero, que muestra un culo poderoso).
Educar la mirada debería convertirse en una asignatura en las escuelas e institutos complementaria a la de Historia del Arte. Aprender a mirarse y aprender a mirar; considerar como único modelo de belleza el que apuntó Platón:

Bello es lo que nos causa placer.

Así es, ¿quién tiene derecho a decir qué causa placer y qué no?
Ver que unas personas son hermosas por altas y otras por bajas, unas por delgadas y otras por grandes. Unas por jóvenes y otros porque dejaron la juventud… Saber reconocer que lo que otros llaman imperfecciones son pinceladas de la naturaleza… A los sentidos atentos, las estrías son ondas de un mar tranquilo; la celulitis tiene la textura del pan recién abierto; las manchas en la piel, moteado salvaje; las arrugas, dunas suaves en las que reposar los ojos…

Por Javier Meléndez Martín

Soy guionista desde 1998. He trabajado en producciones de ficción y programas para Canal Sur, ETB y TV3.

Co-escribí el largometraje para televisión Violetas (Violetes), una película para Televisió de Catalunya, Canal Sur Televisión y Canal 9. (2009).Violetas consiguió dos premios y dos menciones.

Imparto talleres de guion desde 2010.  Ahora, en Portal del escritor.

Puedes leer mi blog La solución elegante (recomendado por la Universidad Carlos III de Madrid para estudiantes de guion).

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