Hubo un tiempo en que el futuro de la humanidad era muy distinto. Decían que el teclado del móvil cambiaría la evolución de la especie. Los pulgares de las manos se irían haciendo más fuertes y más ágiles. El resto de los dedos irían perdiendo movilidad y se irían adaptando, progresivamente, a su función de soporte. Este paso evolutivo sería la consecuencia de reducir la escritura al teclado QWERTY.
El humano lleva milenios imprimiendo su pulso y su trazo en la escritura, hasta que, hace dos siglos, se interpuso una nueva tecnología entre el lápiz y la mano. Era la máquina de escribir, un aparato que arrasó con la prestancia de los documentos manuscritos. Ya nada podía ser serio, solemne u oficial si no estaba escrito en caracteres impresos de un golpe sobre el papel.
La llegada de los móviles recogió las manos y dejó a los dos pulgares todo el trabajo de escribir. El QWERTY parecía amenazar al lápiz y la escritura corrida.
Pero todo había sido un espejismo. La tecnología no iba a llevarse una técnica milenaria ni cambiar el futuro de los dedos humanos. Al contrario. Acabaría adaptando sus dispositivos a los usos de toda la vida. Las pantallas imitarían al papel e intentarían mejorar sus funciones. Y de las teclas se volvería a una especie de lápiz digital que recupera la forma de escribir de hace siglos.
La compañía Samsung empezó esta cruzada de la vuelta a la escritura con el lanzamiento de su Galaxy Note en 2011. Y ahora lo hacen con más énfasis aún. Mañana empiezan a comercializar el Samsung Galaxy Note 4 y aprovechan el momento para hablar de la escritura.
Esta mañana presentaron el dispositivo con Antonio Fraguas, más conocido como Forges, en el Paraninfo de la Complutense, en Madrid. El humorista gráfico se fue muy lejos. Hasta Atapuerca. Hasta la más remota antigüedad. Allí ya hay muestras de que el humano «siempre ha querido dejar trascendencia de su paso por el mundo». Lo hacía buscando técnicas para dejar huella y contar historias.
[pullquote class=»right»]La mayoría de los entrevistados echan de menos los escritos personalizados. En la lista de las nostalgias están las postales, las felicitaciones de cumpleaños y las cartas de amor[/pullquote]
Forges contó que a él le gusta el trazo humano. Ese que cada día es distinto aunque intente ser igual. «Siempre escribo las palabras de mis dibujos a mano. Me hicieron una tipografía basada en mi letra pero no es lo mismo», indicó. «Yo noto que no es manuscrito. Canta».
El humorista también fue lejos en su discurso para celebrar esta tecnología. Hasta Estados Unidos. «El New York Times considera que es uno de los inventos más revolucionarios de la década», dijo. Porque, sin darnos cuenta, era mucho lo que perdíamos. «La escritura con teclado no refleja aspectos creativos ni rasgos de personalidad».
Esta tecnología supone una vuelta a lo de siempre, para felicidad de los «nostálgicos» y, a la vez, de los tecnólogos, como dijo Forges. Porque, en realidad, hace mucho más que un bolígrafo y un papel. Estamos en la era de los ‘objetos inteligentes’. Todo, al ganar funcionalidades, se ha vuelto audaz. Y, por eso, aunque Samsung haya denominado S-Pen al lápiz digital, para el humorista, debería llamarse «listo-lápiz».
La presentación del nuevo dispositivo viene acompañado de un estudio que intenta hacer reflexionar sobre la transformación de los hábitos de escritura. En esta investigación, titulada #vuelveaescribir, aseguran que el 75% de los 1.001 encuestados escribe a diario con el teclado de su móvil. Lo hacen, sobre todo, los jóvenes de 16 a 24 años (91%) y les cuesta, sobre todo, a los más mayores (un 54% de las personas entre 55 y 65 años).
La mayoría de los entrevistados echan de menos los escritos personalizados. Esos que llaman ‘de puño y letra’. En la lista de las nostalgias están las cartas (41%), las postales (31%), las felicitaciones de cumpleaños (25%) y las cartas de amor (22%). Los destinatarios sienten la letra a mano más cercana y más emotiva.
En una época en la que lo artesanal vuelve a valorarse sobre las tipografías asépticas del catálogo del ordenador, los individuos aprovechan las listas de la compra, los apuntes de trabajo y la corrección de textos para escribir como les enseñaron de pequeños.
No es mala idea. Hay listas de la compra que, siglos después, se han convertido en piezas impagables, como esta de Miguel Ángel.
La investigación, llevada a cabo por IPSOS y Samsung, preguntó también por lo que más gusta escribir y resultó que es lo mismo que lo que más gusta leer. Y he aquí el momento más sentimental del estudio. Lo que más gusta decir y más gusta ver son este par de frases…