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Relatos ortográficos: ¿Sabrías escribir una carta?

Convocado por el presidente del Universo, el consejo de seguridad analizaba el extraño objeto que les acababa de llegar y que, por precaución, habían encerrado en una urna sellada de las que usaban para defenderse de ataques biológicos.

Su aspecto exterior parecía sencillo, pero aquella cosa, tan simple, tan cuadrada y tan plana, se les antojaba terriblemente amenazadora. Urgía averiguar qué era eso antes de actuar.

Entonces, por la línea personal del presidente se coló una llamada de su tataratatarabuela, cuyo cerebro había sido trasplantado a una inteligencia artificial que mantenía como si siguiera viva la memoria de la antepasada. «¡Coño, una carta!», escucharon decir a la anciana, que había conseguido atisbar el contenido de la urna sellada antes de que el presidente rechazara la llamada.

Que sí, que lo de enviar cartas está más anticuado que encender fuego frotando dos palitos. Pero por si vuelve la moda de escribirlas, conviene saber algunas cosillas de cómo funciona la cosa.

El lugar y la fecha del encabezamiento se escriben a la derecha y sin punto:

Madrid, marzo de 2023

Después vendría el saludo, siempre SIEMPRE seguido de dos puntos, no de coma:

Querida María:

Estimada Sra. García: 

Hola, reina:

Tras el cuerpo del mensaje, la despedida. Aunque no hay un criterio universal para decir chao, pescao en una carta, sí existen varias posibilidades:

  • Con coma, si es una despedida breve sin verbo:

Un saludo,
Jorge

  • Con punto, si hay algún verbo que alude al remitente en primera persona o al destinatario en segunda persona (o usted):

Reciba un cordial saludo.
Luis Pérez

  • Y sin puntuación, si el verbo va en tercera persona y la firma es parte de la oración:

Lo saluda atentamente
Lucía Rodríguez

Ya ves, también se practica la arqueología cuando se habla de norma lingüística.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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