A Víctor Martínez Bohe le han querido partir las piernas. En los últimos meses, 25 trabajadores que estaban a su cargo se han acordado de su madre, no se han creído lo que les decía cuando les aseguraba que iban a cobrar el dinero que se les debía por sus horas limpiando supermercados en Berlín para la empresa Siempre Limpio, una subcontrata de hispano hablantes para CleanGarant. Este chaval de 26 años, emigrado a Alemania hace ya año y medio, ha sido víctima de una estafa perpetrada por una compatriota y un alemán en la que encima le dejaron como único responsable de una compañía que llevaba desde su creación en mayo de 2013 sin pagar una sola cuota a la seguridad social alemana.
Martínez llega a la cita en una tienda Späti, una especie de 24 horas donde se puede tomar una cerveza, del barrio de Mariendorf, al sur de la capital alemana, pertrechado con una voluminosa carpeta azul. Pelo corto, sonrisa perenne y anillo en el pulgar, abre el cartón y busca como primer documento la denuncia policial. Lo pone encima de la mesa y muestra los nombres de los perpetradores, Christian Hügel, un alemán al que describe «con un solo diente», y la canaria Rosa Matías Domínguez, su pareja.
Barcelonés que dejó los estudios a los 16 para trabajar en un Caprabo, llegó a Berlín debido a que «necesitaba un cambio en su vida». Sin idiomas más allá de los maternos, siguió el camino de la mayoría de esa inmigración española que viene a Berlín sin conocer la lengua local: apuntarse en un curso de alemán en las escuelas públicas para adultos, las Volkshochschulen.
«Una compañera de clase sabía que yo buscaba trabajo y había visto un anuncio en que ofrecían empleos en el sector de la limpieza para españoles», cuenta delante de una Sternburg, una de las marcas más baratas de Alemania, «así que me trajo el número, yo llamé y quedé con Christian». Tras tres días de prueba, «evidentemente sin cobrarlos», le hizo firmar un contrato de minijob en junio de 2013 y comenzó a limpiar un supermercado Kaiser’s durante unas tres horas diarias por 250 euros al mes. En el contato figuraba que solo trabajaba una.
«Fue en septiembre cuando me ofrecieron el 50% de la empresa», cuenta. «Me dijeron lo típico, que era el mejor, un gran trabajador, que querían contar conmigo…»: Hügel le pidió a cambio unos 10.000 euros y le dijo que había unos beneficios mensuales de unos 6.000 euros. La mitad sería para él, que tendría que encargarse de coordinar a la treintena de trabajadores de Siempre Limpio. Martínez, tras pedirle dinero a su madre, le ofreció 4.000 euros. Hügel aceptó y le llevó a firmar una montaña de papeles. «Yo entonces no sospechaba nada», dice mientras rebusca entre su maraña de documentos el pagaré que recibió a cambio de esa cantidad, «me dejé llevar, ese fue mi error».
En ese momento los acontecimientos se precipitan. Al entrar en la empresa, Martínez se entera de que el dueño legal no es Hügel ni Matías, sino un sobrino de esta llamado Javier García Matías. «Yo, desde que dí los 4.000 euros, no vi un duro», explica, «ya que el sobrino de Rosi se fue a principios de octubre con todo el dinero de la empresa para sueldos y demás, unos 17.000 euros». Saca entonces de su carpeta azul una fotocopia del pasaporte de Rosa Matías. «Cuando pasó lo de su sobrino fui a su casa y me la encontré llorando, diciéndome que no tenía para pagar el alquiler, como esperando que le prestase dinero», explica, «me dijo que si no me fiaba de ellos y me dio esto».
Martínez llama entonces a sus subordinados y les cuenta el problema. Una de ellas contacta por su cuenta con la Seguridad Social alemana y resulta que no está dada de alta en ninguna empresa. La Zoll, la policía fiscal alemana, actúa de oficio y acude a los supermercados a preguntar a los trabajadores quién es su jefe. Estos responden, lógicamente, que Martínez. Le llaman a declarar y descubre todo el pastel.
Coge el dinero y corre
«La policía alemana me ayudó a poner todo esto en orden para que yo tuviera la menor repercusión posible[sic]», explica, «me dijeron que me tenía que buscar un gestor fiscal, dar a toda la gente de alta en la Seguridad Social, ya que es un delito, y este hombre lo había dejado todo a mi nombre…». En la primera entrevista que tuvo con ellos, le comentaron que no había casi nadie de alta y que, quien estaba, su cuota no estaba abonada desde que en mayo abrieron la empresa. «Como Clean Garant le pedía los papeles, tenían el resguardo pero no había nada pagado».
Martínez tuvo que hacerse cargo de las cotizaciones de octubre y noviembre, meses en los que era el gestor. En total fueron unos 3.500 euros. «El dinero de las cotizaciones eran sus beneficios», acusa Martínez, «así me decían que iba a sacar 3.000 al mes». Ya con la policía implicada, Martínez sigue hablando con la pareja de estafadores. «Había un tal Carlos que se encargaba de hacer nóminas y contratos, se los bajaba de internet, les ponía el nombre y los entregaba, cobrando diez euros por contrato», cuenta. «Christian me dijo que era quien tenía que cobrar primero sino tendría problemas en Berlín».
La pareja de estafadores desapareció a finales de noviembre. «Creo que ellos [Hügel y Matías] se querían llevar también todo el dinero del mes siguiente», elucubra Martínez, «así que en cuanto hablé con la policía cambié todos los números de cuenta, pins, tarjetas…». «La intención era dejarme con todo a mi nombre, sin un duro y con toda la gente a por mí».
Clara, una de las trabajadoras, explica como muchos de sus compañeros desconfiaban de Martínez y algunos pensaban en emprender acciones físicas. Ella fue de las últimas en entrar en Siempre Limpio y, como muchos, su único contacto fue Martínez, que le dijo que se pagaba a mes vencido y 20 días. Ella trabajó pocos días antes de que el asunto explotase, pero cuenta como debía levantarse a las cuatro de la mañana para llegar al Kaiser que le tocaba a ella, como la supuesta hora diaria por la que estaba contratada se convertía en un mínimo de dos y media, como, cuando todo estalló, «no sabía si creerle o no».
«Yo había días en casa que me tapaba con la manta en el sofá y solo deseaba despertarme y que todo fuera mentira», explica Martínez con una extraña sonrisa. «Me llamaban al día 25 personas y la gente desconfiaba y no cobraba». Hasta Navidades, los trabajadores de Martínez no empezaron a ver el dinero de sus exiguos sueldos correspondientes a octubre y noviembre.
Clean Garant no se fiaba de Martínez, por lo que no quería dejar en su poder todo ese dinero. Finalmente, una de las jefas de la empresa se hizo cargo de repartir los cerca de «17.000 euros» que se debían, aunque tuvo tiempo de «quedarse 700 euros por sus labores de gestión». Clean Garant, pese a reiteradas peticiones, no ha querido colaborar en este artículo.
Algunos trabajadores, como Clara, todavía no han visto un duro. Luego estuvo de camarera en un restaurante español donde, tras semanas trabajando sin contrato, le ofrecieron hacerle uno tras hacer una capacitación de tres semanas sin cobrar. Lo rechazó y ahora limpia casas. Las horas extras que los españoles hacían fuera de contrato para acabar de limpiar los supermercados no han sido cobradas salvo por dos trabajadores que denunciaron por su cuenta, a los que Clean Garant, en el acto de conciliación, les hizo firmar un papel conforme lo suyo era un caso especial y no servía como precedente para el resto.
-Mi error fue confiar en esta gente y no seguir los consejos de mi madre, que me dijo «Víctor, ¿estás seguro? ¿3.000 euros al mes? Eso es mucho». Ahora me río. Antes no.
Martínez se volvió a España el 28 de febrero. Dejó la carpeta azul en Berlín.
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