Un proyecto con impacto positivo puede nacer del odio. Parece extraño y paradójico, pero hay una explicación. La artista sueca Cecilia Levy elabora todo tipo de objetos con materiales reciclados porque odia gastar, porque odia que un buen material se arruine y porque odia tirar a la basura el papel que utiliza cuando las cosas no salen como quiere. Para esta artista, reutilizar esos materiales que podrían haber acabado en la basura y crear arte con ellos se convierte en un desafío diario desde hace seis años. «Así me siento más libre y, además, me permite fallar, algo tan importante para progresar», dice la artista sueca.
Descubrió la técnica que más utiliza casi por casualidad. Había trabajado en diseño gráfico, pero también encuadernando libros y tipografías durante varios años. «Durante un tiempo estuve utilizando cubiertas de libros viejos para dibujar en ellos, tanto por delante como por detrás. Dejé el contenido de los libros sin saber muy bien en qué utilizarlo. Y esas fueron las páginas con las que empecé este proyecto», relata.
En aquel momento, Levy estaba a punto de exponer en solitario. Acudió a aquellas páginas y comenzó a darles forma. «El resultado me parecía muy atractivo e inmediatamente sentí que acaba de encontrar algo que quería explorar más a fondo», detalla.
A Levy le gusta, sobre todo, trabajar con libros antiguos, cuanto más mejor. «Si puede ser del siglo pasado, genial: decolorados, manchados y, si puede ser, con marcas de sus anteriores propietarios», explica. Aunque a veces corta las páginas con mimo, no siempre se detiene haciéndolo. A menudo las desgarra y hace pequeños pedazos que va pegando poco a poco y que, al secarse, dan lugar a objetos cotidianos que solo sirven para ser admirados.
Reconoce que le hace feliz pensar que su arte «pueda influir en las personas de alguna manera», aunque lo primero que busca con su trabajo es expresarse: «Cuando lo hago, mis pensamientos siempre giran en torno a nociones como el tiempo, la memoria, la fugacidad de la vida, lo que queda, la resistencia o la capacidad de adaptación. Me hace feliz pensar que mi arte pueda influir en las personas de alguna manera», explica.
Para Levy su trabajo es una manera de mantener «la historia con vida, aunque sea con otra forma». Aunque entre sus obras más recurrentes hay tazas, platos, boles, teteras y bellotas, su obra favorita consiste en unas enormes botas de hobo que no protegerían a nadie de los charcos ni le permitirían dar más de un puñado de pasos.
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