¿Conoces alguna persona que tenga problemas de audición? Seguramente sí. Y si no cuentas a las personas mayores ni a aquellas que padecen sordera profunda, ¿entonces conoces a alguna? Probablemente sí, de nuevo; pero quizá no lo sepas. Hay más personas jóvenes que no oyen correctamente de las que crees. Según el INE, en España hay más de un millón de personas con discapacidad auditiva, de las cuales solo cien mil tienen sordera profunda.
Oír mal no es lo mismo que llevar gafas. Debería ser similar: ambas son discapacidades sensoriales que, cuando son leves o moderadas, no impiden realizar «vida normal». Sin embargo, las personas con defectos leves en la vista no tienen, a priori, ninguna desventaja social por su defecto. Pueden utilizar gafas o lentillas para corregirlo y esto no es bochornoso, porque más de la mitad de la población las utiliza.
[pullquote class=»left»]«La falta de entendimiento de las personas con sorderas leves se confunde a veces con despiste o ensimismamiento»[/pullquote]
Oír mal es muy diferente. Quizá porque el número de personas afectadas por este problema es mucho menor, la gente no suele entenderlo y aceptarlo como algo «normal». En primer lugar, que una persona no anciana ni totalmente sorda tenga un defecto de audición es algo que a muchas personas no se les pasa por la cabeza como una posibilidad, por lo que, en los primeros contactos con ella, su falta de entendimiento suele confundirse con despiste o ensimismamiento. En segundo lugar, una vez evidenciado el problema, es difícil que las personas lo traten con normalidad: es frecuente que intenten «comprobarlo», haciendo molestas pruebas que incomodan a la persona afectada («¿De verdad no oyes esto? ¿Y esto?») En el mejor de los casos, les parece un bicho raro, alguien con quien les será difícil relacionarse; y, su defecto, un tema tabú. Más aún si esa persona ha decidido ayudarse de unos audífonos para contrarrestar su pérdida de audición.
[pullquote class=»right»]«En los últimos años ha aumentado el número de personas jóvenes con problemas de audición en los países desarrollados debido a la contaminación acústica de las ciudades y al modo de vida»[/pullquote]
Las personas jóvenes pueden oír mal por un defecto de nacimiento. Cada año, más de dos mil familias españolas tienen un recién nacido con problemas de audición. Pero en los últimos años ha aumentado el número de personas jóvenes con problemas de audición en los países desarrollados debido a la contaminación acústica de las ciudades y al modo de vida (cascos a todo volumen, discotecas, conciertos…)
En estos defectos leves de audición suelen estar afectadas únicamente las frecuencias agudas. ¿Qué implicaciones tiene esto? Aparte de la dificultad para oír sonidos muy agudos (como los pitidos de aviso de algunos electrodomésticos, por ejemplo, o las últimas teclas de un piano), el mayor problema derivado de esto es que el entendimiento se ve afectado. El sonido de la voz humana queda «sepultado» en ambientes ruidosos, por ejemplo. Tampoco entienden bien el sonido radiofónico (micrófonos, radio, teléfono…). La corrección para este tipo de defecto tiene que ser selectiva: para que esas personas entiendan mejor, habría que aumentar el sonido de los agudos y mantener o reducir el de los graves. Ese es el motivo de que, cuando una persona con este defecto no entiende bien una película, la solución no sea subir el volumen, como sí lo es a veces con la pérdida de audición derivada de la edad.
[pullquote class=»left»]«Cuando la sordera solo afecta a los tonos agudos, la solución no es subir el volumen. Estas personas oyen bien, pero no entienden correctamente»[/pullquote]
Estas personas tienen afectada la inteligibilidad: oyen bien, pero no entienden correctamente. A veces, ante una frase cualquiera, confunden unas palabras con otras: su cabeza rellena los espacios en blanco con otras palabras cuyas vocales coinciden (la pérdida de los agudos hace que se confundan las consonantes, principalmente). Estas confusiones provocan, a veces, las mofas de los presentes. Y, a menudo, su decisión de repetir la frase gritando.
«Muchas personas no son conscientes de su defecto de audición, y acuden a realizarse un chequeo instados por sus familiares o amigos o después de que les detecten un problema en una revisión médica del trabajo», nos explica Jonathan Rufo, del Centro Óptico y Auditivo Rufo. El motivo de que no se den cuenta es que piensan que en esos ambientes «hostiles» es lo normal no entender correctamente las conversaciones. O, directamente, evitan esas situaciones porque no se sienten cómodos (no ven muchas películas porque se aburren al perderse gran parte de las conversaciones, no van a discotecas…)
AYUDAS A LA AUDICIÓN
Es posible conseguir unos audífonos desde 600 €. Pero, dependiendo de factores como el número de canales, los rangos de comprensión, la cancelación del feedback, la conectividad o el procesamiento de la señal hablada en entornos silenciosos o ruidosos, el precio va subiendo. Un coste medio para una adaptación binaural (dos audífonos) oscila entre 2.500 o 3.000 €, pero si se quiere un audífono de gama alta, estaríamos hablando de unos 5.000 o 6.000 €.
Lógicamente, es más fácil apreciar sus prestaciones en ambientes silenciosos, pero, dependiendo de la persona y de la gravedad de su defecto, también pueden ayudar mucho en ambientes ruidosos. Influyen bastante las expectativas que tenga cada persona, porque estos aparatos solo pueden ayudar hasta cierto punto.
También es importante saber que el audífono proporciona sonidos nuevos que, de entrada, no se traducirán en un mejor entendimiento: hace falta que el cerebro aprenda a traducir esa nueva información para que realmente esta tenga sentido para él.
Los audífonos de «canal abierto» no son mucho más grandes que una judía pinta y se colocan detrás de la oreja. De ellos sale un finísimo cable transparente que se mete dentro del oído. Por lo tanto, el orificio queda libre (al contrario que en los audífonos para corregir defectos más graves, que se colocan en el canal auditivo en lugar de fuera del mismo). Pasan desapercibidos a ojos de los demás pero, aun así, dada la incomprensión que reina sobre este tema, no es fácil que sus usuarios declaren abiertamente su uso. Ya es difícil para las personas mayores, pero lo es aún más para los jóvenes. «Siempre se dice que la sordera es una discapacidad invisible, y muchas personas con sorderas leves tienden a ocultarlo. Por ejemplo, en algunas obras de teatro o eventos en los que ofrecemos ayudas para la audición, algunas personas las rechazan por no querer reconocer su defecto», explica Javier Jiménez, de APTENT.
ACCESO A LA CULTURA
¿Cómo es el acceso a la cultura de las personas con este tipo de discapacidades? Según un estudio realizado por CESyA (Centro Español de Subtitulado y Audiodescripción), la mayoría de personas con discapacidad auditiva utilizan el servicio de subtitulado de la televisión. Este está muy a mano en cualquier mando a distancia (algunos tienen un botón específico, en otros hay que seleccionar el canal «888» del teletexto), al contrario que las audiodescripciones para usuarios con discapacidad visual, cuyo acceso no es tan sencillo.
A través de TeatroAccesible.com y CineAccesible.com, es posible informarse de las producciones y sesiones que garantizan servicios de subtitulado y otras adaptaciones. Una opción elegida por algunas personas con dificultades auditivas es la de ver el cine en versión original subtitulada: aunque su conocimiento de los otros idiomas no sea muy avanzado, entienden mejor ese tipo de películas que una doblada al castellano sin subtitular.
Tal y como explican desde la empresa APTENT, algunos eventos, congresos y programas de televisión se subtitulan en directo, utilizando las técnicas denominadas estenotipia y rehablado, pero eso aún no es muy frecuente.
Además, el subtitulado es una herramienta útil también para personas sin defectos de audición. Por ejemplo, para tener la televisión silenciada o en un ambiente ruidoso como un bar o una estación de metro.
Fuentes:
FIAPAS (Confederación Española de Familias de Personas Sordas)
INE (Instituto Nacional de Estadística)
CESyA (Centro Español del Subtitulado y la Audiodescripción)