Son muchas las razones que hacen de Estrella Damm la cerveza del Mediterráneo. Además de una efectiva comunicación dirigida a crear la imagen mental de un botellín engalanado de rojo en una playa de la Costa Brava, están los orígenes de la cerveza. Tanto la empresa —la antigua fábrica se levanta entre los edificios del barrio barcelonés del Eixample, la nueva en el Prat del Llobregat— como los ingredientes que utilizan en la producción de la cerveza tienen un ADN netamente mediterráneo. Estrella Damm es indisociable de las aguas turquesas y el modo de vida del Mare Nostrum.
El mismo Mediterráneo que da sentido a Estrella Damm enfrenta hoy en día un desafío en el que se lo juega todo. Los estudios ya reflejan que la cuenca mediterránea será una de las más afectadas por el cambio climático. Esto pone en riesgo una de las principales reservas marinas del planeta. De acuerdo con los datos del Plan de Acción Mediterráneo de Naciones Unidas, el mar Mediterráneo alberga hasta un 8% de la fauna marina y un 18% de la flora marina del planeta, de las cuales un 28% son especies endémicas.
En Estrella Damm son conscientes de esta necesidad y no dudan en comprometerse con la protección de la tierra en la que plantan sus raíces. Cuidar, por supuesto, el mar Mediterráneo en particular, pero también el medio ambiente en general. Desde perseguir la máxima eficiencia energética en la producción y envasado de la cerveza hasta usar embalajes respetuosos con el medio ambiente para llegar a sus consumidores, pasando por el trabajo de sensibilización en torno al reciclaje.
El compromiso se extiende por toda la cadena de la empresa. Empieza con las materias primas: unos ingredientes naturales y de proximidad que no solo redunden en el mejor producto posible, sino también en un menor impacto sobre el medio ambiente.
A continuación, unos procesos más eficientes, sostenidos por principios de economía circular, que minimicen el desperdicio de agua y permitan la reutilización de los residuos orgánicos. Porque disminuir la huella ecológica pasa por entender que todo lo que se obtiene de la tierra, más tarde o más temprano, vuelve a su lugar de origen.
Y lograr la sostenibilidad requiere llevar el esfuerzo hasta el último paso: el envasado, uno de los elementos claves de la apuesta de Estrella Damm. Es, precisamente, esta última etapa la que pivota sobre el plástico, uno de los materiales más contaminantes. Y en este caso se ha optado por eliminarlo.
Primero el que estaba presente en las anillas de plástico que unían las latas en packs y que, a finales del año pasado, se sustituyó por un equivalente de cartón biodegradable con certificación PEFC. Esta decisión redujo el uso de plástico en la cadena de producción de Damm en 260 toneladas.
Desde febrero de 2021, la marca apuesta por la eliminación de los plásticos decorados de los packs de las latas. Esta acción, de acuerdo con las estimaciones de la marca, podría suponer el ahorro de hasta 99 toneladas de plástico anuales.
En la misma línea, desde Estrella Damm se toma la decisión de dejar de utilizar vasos de plástico en aquellos eventos en los que no puedan repartirse los de cristal. Para ello, comienzan a fabricar sus propios vasos de papel reciclable utilizando materiales que tengan el sello PEFC, que garantiza que su origen es sostenible y respetuoso con los bosques y el medioambiente.
Además de la eliminación del uso de plásticos, la cervecera apuesta por buscar otras formas con las que contribuir a la protección del medio ambiente. Como fruto de ese esfuerzo, repartirán a bares y terrazas de todo el país unos novedosos parasoles. Estos, además de proteger a los clientes de la acción del sol, también mejoran la calidad del aire en sus inmediaciones.
Además de la eliminación del uso de plásticos, la cervecera apuesta por buscar otras formas en las que contribuir a la protección del medio ambiente. Como fruto de ese esfuerzo, repartirán a bares y terrazas de todo el país unos novedosos parasoles. Estos, además de proteger a los clientes de la acción del sol, también mejoran la calidad del aire en sus inmediaciones. El diseño se basa en un tejido que al recibir el impacto de los rayos UVA del sol, convierte el oxígeno y vapor de agua en agentes limpiadores y desinfectantes. Purifican el aire y lo liberan de gases como el NOx y de compuestos orgánicos volátiles. Se calcula que un metro cuadrado del tejido presente en los parasoles equivale a la acción de un árbol, y cuatro metros cuadrados a la retirada de un coche de la circulación durante todo un año.
La última pata de este compromiso con el medioambiente llega en forma de
comunicación. No es suficiente con implementar protocolos que permitan mantener
bajo control la huella ecológica en la producción, también es necesario contribuir a la
concienciación. Y qué mejor manera de hacerlo que poner las campañas publicitarias
al servicio del mismo compromiso. Es en ese objetivo en el que encajan los tres últimos
grandes spots de la marca.
El primero, Alma, estrenado en 2019, mostraba a una bailarina —símbolo del propio
espíritu del mar— sufriendo las consecuencias de la polución de las aguas. El segundo,
también del año 2019, Amantes, daba visibilidad a aquellas personas que han asumido
la protección del mar como su propia causa. Finalmente, el tercero, Compromiso,
estrenado el año pasado, culminaba con la llamada a la acción: «defender tu manera
de vivir es una forma muy bonita de vivir».
Así, los tres spots contaban la historia de la resistencia a la destrucción del
Mediterráneo: el primero avisaba de la amenaza, el segundo presentaba a los héroes
que se enfrentan a ella y el tercero invitaba a las personas a ser parte de ese
compromiso.
Ante catástrofes como la que enfrenta el Mediterráneo, es necesario que las marcas
apuesten por contribuir a la protección del entorno y su riqueza natural.
Especialmente en casos como el de Estrella Damm en la que, en su propio ADN, están
inscritos los paisajes de la costa del mar Mediterráneo. Porque protegerlos es labor de
todos los que se ven reflejados en el estilo de vida que se ha originado a orillas de sus
aguas turquesas. Porque, si se comparte un estilo de vida, si se siente propio, qué
puede haber más importante que proteger aquello que le da sentido.