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Eugenio Noel: el antiflamenquista más chulo del mundo

En diciembre de 1911 Eugenio Noel pronunció en el Teatro Circo de Gijón su primer discurso antiflamenquista.

—En el pueblo se viene sembrando nitroglicerina en vez de cultura —clamó el periodista melenudo, en un acto en el que la muchedumbre se agolpaba alrededor de todo el edificio.

Iba Noel de lleno en lleno por toa la piel de toro. Ortega y Gasset, Jacinto Benavente y Unamuno aclamaban sus palabras porque entonces muchos intelectuales pensaban que los toreros, los flamencos y los señoritos chulos espantaban la ciencia y el progreso.

No ocurrió lo mismo entre los matadores, los fenómenos y la chulería ambiente. Ellos querían rajarlo y a veces acudían a boicotear sus pláticas. «Me tratan como a un perro, me han convertido en un hazme reír», lamentaba el madrileño.

Pero nada azaró su espíritu. Noel roció de antiflamenquismo cientos de páginas de periódicos y libros. Y en su obra Señoritos chulos, fenómenos, gitanos y flamencos escribió:

«Las crisis políticas, en número pavoroso, arrojaron centenares de miles de desilusionados a los tendidos, y furiosos de asco y venganza, pedían al beluario actos en presencia de la muerte, que convirtieron la prudencia en temeridad, la insolencia maja en desafío gachón, en posturas cachondas, en pasitos atrás, saltitos, piruetas, pinitos, citas de puntillas, suertes con las rodillas, faroles, meneos, tocaduras, lances con música y floreos o floripondios, capaces de avergonzar a la misma pederastia. Todo en diminutivo y amariconado.

El desprecio villano de la vida hizo lo demás. Nunca ha creído el español que la “cochina vida”, como él dice, valiera un bledo, un ardite o un comino.

Ese siglo de oro, sus siglos de hierro, sus siglos de mierda, son enormes carnicerías. El hombre se hace fraile y se castra, se hace soldado y se mata, se hace estudiante y se muere de hambre».

Mas quiso el azar que Noel tuviera un verbo guitarrero y un arte que ya lo quisiera un espada. Por eso su amigo Gómez de la Serna le solía decir: «Eres más flamenco que un torero».

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