Ésta es la trágica historia que le ocurrió a un joven de Estados Unidos llamado Bradley Standifird. Un suceso casero que impulsó la vida de su madre hasta lo más alto del reconocimiento mediático, y hundió la suya en el más tecnológico de los encierros.
El error del chico fue subestimar a la progenitora. Si tu madre te dice que le respondas al teléfono cuando te llama, deberías asegurarte al menos de si la santa sirvió en la Guerra del Golfo, como dio la casualidad que hizo esta señora llamada Sharon Standifird, madre y esposa rubia vecina de Houston, Texas.
Cuando ella dice que Bradley (su retoño que ya luce bigote en las imágenes que le tomó la CBS) está obligado a responderle las llamadas que nunca respondía y a contestar los mensajes que nunca contestaba, es que está obligado a responder y a contestar. Literalmente. «Cuando me contó lo que estaba haciendo pensé que podía ser una buena idea, ¡pero para otras personas!, ¡no para mi!», anota el treceañero para la cadena americana.
La exmilitar estaba dispuesta a ganarle la batalla en atención vía satélite cayese quien cayese. Tras una exhaustiva misión de documentación entre expertos, introducir en el comando a un desarrollador profesional y unos meses mejorando el plan de lanzamiento, la estrategia de ataque estaba lista. Nacía Ignore No More.
La aplicación es un arma letal diseñada especialmente contra adolescentes. Los padres se la descargan por menos de dos dólares (en Android y pronto para iPhone), y una vez bajada, comienza la masacre. Que el niño no responde el teléfono: se le bloquea a distancia y punto. «Solo le quedan dos opciones», explica la página web de la aplicación, «o devolver la llamada o llamar a un centro de emergencia». Para todo lo demás el cacharro que tanto les gusta tener en las manos se convierte en un aparato inservible.
El cebo de rendición para el pequeño enemigo es que el padre es el único que conoce una contraseña secreta que puede desbloquear el teléfono de nuevo, «lo que anima a su hijo a volver a llamar rápidamente para poder acceder a otras funciones y aplicaciones de su smartphone», endulzan desde la empresa la manera de decir que o llaman o se quedan sin maquinita.
El pobre Bradley fue la primera víctima de la misión de la militar. Como vago consuelo, le queda saber que otros niños también tienen horribles padres que les han subyugado al mismo tormento. Claro, que ellos no tienen una madre que sea la inventora del armamento al que se enfrentan.
«Mi hijo lo odia y me encanta», dice un comentario de la aplicación en Google Play -recopilado por el Daily Mail– de una despiadada madre de nombre Liane Parker, abiertamente orgullosa del nuevo superpoder que posee. «Me encanta la idea, incluso es bueno para la hora de dormir, cuando quieres que dejen el teléfono colgado», se regodea otra inhumana señora de la guerra llamada Lamiya Keyes Mewborn.
Sharon Standifird asegura para el reportaje en la CBS que ahora su hijo solo podrá utilizar el celular después de llamarle a ella, porque solo ella conoce el código de desbloqueo gracias a la implacable aplicación que ha desarrollado. Su marido William, añade sobre el conflicto que vive en casa que no le sorprende ver quién se ha salido con la suya, «que Sharon, casi cualquier cosa que se proponga, la hace».
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