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Excremento de prisionero, una nueva fuente de energía en Ruanda

En Ruanda no están para desaprovechar nada. Allí la pobreza es un mal endémico y el hambre, el pan nuestro de cada día (nunca peor dicho). Todo es aprovechable, sobre todo en un lugar como la cárcel, donde el hacinamiento hace aún menos llevaderas las carestías.

Cualquier medida que sirva para ahorrar en costes es bienvenida en Ruanda. Y si, además, contribuye a cuidar de la riqueza natural del país, su puesta en marcha está prácticamente asegurada. De ahí que las autoridades hayan decidido, por ejemplo, utilizar biocombustibles como fuente de energía en 14 cárceles del país.

Según BBC, el 75% del gas que se utiliza en las cocinas de estas penitenciarías procede de los excrementos de los propios presidiarios.

En algunos de estos centros, como el de Nsinda, los reclusos se alimentan de los cereales y legumbres que ellos mismos cultivan en campos cercanos a la prisión. No obstante, su dieta sigue sin ser lo suficientemente rica para proporcionar el gas necesario para satisfacer las necesidades energéticas de la cárcel, por lo que sus heces necesitan ser mezcladas con excrementos de vaca.

Además de proporcionar parte de la materia prima, los presos se encargan del mantenimiento de las cámaras en las que se almacena el gas para evitar posibles fugas.

La utilización de la caca de los reos como fuente energética ha permitido a las cárceles ruandesas un ahorro del 85% en costos energéticos. De ahí que, en declaraciones al medio británico, Emmanuel Ndori, director del programa de biogas en las cárceles ruandesas, asegure que para 2013 la energía procedente de los excrementos sea la única que se utilice en las cocinas de estos centros.

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Por Ximena Arnau

Ximena es redactora de Yorokobu y Ling

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