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Las Fallas se abren a la experimentación (sin perder su identidad ni tradición)

Salvo, quizás, para Tom Cruise y el resto del equipo de Misión Imposible II, que las confundieron con la Semana Santa sevillana en un extraño híbrido jaranero, las Fallas están entre las fiestas más reconocibles de las que se celebran en España y son todo un símbolo para Valencia. Hay quien considera que por tratar de seguir siéndolo han podido llegar a pecar de ciertos vicios como el del «hacer las cosas siempre igual y por la misma gente», aunque eso conlleve el desapego de ciertos sectores, como el del mundo del diseño gráfico. Un cierto inmovilismo que en las últimas ediciones diversos profesionales de este sector están consiguiendo desarticular desde dentro.

Ibán Ramón e Isidro Ferrer son dos de ellos y ambos participarán en la próxima edición del Blanc Festival Valencia, que se celebrará el 16 de junio en la ciudad del Turia*. El primero, como integrante de la comisión de la Falla Mossén Sorrell-Corona, tuvo mucho que ver con la elección de Ferrer como el responsable del diseño de su falla de las pasadas fiestas. «Hace ya algún tiempo que hablé con el presidente de la comisión de la posibilidad de trabajar con Isidro y tanto a él como a los otros miembros les pareció bien».

Sin permiso fue el nombre elegido por Ferrer para su creación. «Una de las características de las fiestas es que a las fallas, al igual que a los bufones en palacio, se le permite decir todo sin necesidad de pedir permiso». No fue la única tradición que Ferrer no osó despreciar. «Yo, que soy un advenedizo en esta materia, he intentado ser muy respetuoso con lo que conforma su esencia». Por eso, Sin permiso contiene los dos elementos esenciales de toda falla: el ninot (la representación humana) y el relato («normalmente derivado de forma jocosa hacia la crítica»).

A partir de ahí, Ferrer tiró de recursos propios, simbolismo y mitología para lograr una falla alejada de los cánones estéticos habituales. «Necesitaba un punto sobre el que comenzar a trabajar y encontré un argumento clave en el propio nombre de la falla: Corona. La figura de un hombre sosteniendo una inmensa corona sobre su cabeza, con un gran e inútil esfuerzo, remite a la figura mitológica de Atlas, un joven titán al que Zeus condenó a mantener la tierra separada del cielo. Pero también al mito de Sísifo, condenado a subir una y otra vez la misma piedra hasta lo alto de la montaña».

La corona como representación de la monarquía y el poder en general, pero también como símbolo de la fantasía: «Todo niño alberga un príncipe o una princesa hasta que la realidad le detona a golpe de evidencias». Ferrer asegura, de hecho, que una de las particularidades de la falla es la de confrontar dos formas de percibir y actuar sobre la realidad: la adulta y la infantil. «Establecer un diálogo formal y conceptual entre las dos fallas, la infantil (la niña) y la de adultos (la cabeza con la corona), nos permite sumar lecturas complejas y tratar el monumento como un todo con sentido».

Ferrer se queda con la libertad y la confianza con la que contó desde el principio al ponerse al frente del proyecto. También con la «curiosa mezcla de sensaciones» que sintió al ver arder su trabajo: «El placer de ver que el trabajo cumple con la función para la que fue creada y una cierta nostalgia por anticipado, que no pena, por algo que después de tanto trabajo y esfuerzo se convierte en cenizas. Ambas sensaciones las viví con mucha alegría».

En cuanto a Ramón, su relación con las Fallas no se reduce únicamente a su pertenencia a la comisión de Mossén Sorell-Corona, sino que también ejerce como diseñador. Suyo es el diseño de la imagen gráfica del proyecto.

También es el responsable del llibret. «Es un elemento esencial de la fiesta. No hay falla sin llibret, ya que es en esta publicación en la que se incluyen, además de bocetos y otro material, los textos, que son inseparables de la falla e imprescindibles para su comprensión».

Sin embargo, pese a la importancia de este elemento, Ramón asegura que habitualmente suelen ser publicaciones bastante deficientes desde el punto de vista del diseño. Por eso, cuando allá por 2013, el presidente de la comisión le pidió (una vez más) participar en la misma, Ibán Ramón aceptó con la condición de que tanto él como Dídac Ballester, su socio por aquel entonces, pudieran encargarse del llibret de la falla.

Aquel año, tanto el llibret como la falla de la Corona destacaron por encima del resto. «Los medios generalistas etiquetaron el proyecto como “la Falla de Diseño” y también los medios especializados hablaron mucho de ella».

El buen resultado les llevó a repetir en las fiestas de 2014. Y de nuevo, la falla de Ramón y Ballester estuvo entre las más reconocidas. «Mucha gente del mundo del diseño en Valencia empezó a interesarse por lo que estaba sucediendo». Tras estos dos años diseñando fallas, la comisión pidió a Ramón que siguiera con ellos, ayudando a gestionar sus proyectos y diseñando su comunicación y sus publicaciones.

‘El Joc de la reinvenció’. Llibret para la falla 2014.

Llibret falla 2016. bán Ramón junto a Javier Jaen

«Mossén Sorell-Corona es conocida por ser una de las pioneras en la creación de lo que se conoce como fallas innovadoras o experimentales. Lo normal es que de las fallas se encarguen los artistas falleros, profesionales dedicados casi en exclusividad a las Fallas, y que incluso realizan varias a la vez cada año. Alguna vez, pero muy muy pocas, un artista fallero ha buscado un ilustrador de cierto prestigio fuera de este mundillo para que hiciera algún tipo de propuesta».

De hecho, según cuenta Ramón, de las más de 350 fallas que se plantan en la ciudad de Valencia cada mes de marzo, apenas una veintena entran dentro de la categoría experimental: «Hace menos de una década se contaban con los dedos de una sola mano. Aunque cada año son más».

El oro conseguido por Iban Ramón en la última edición de los premios ADCV de Diseño por los folletos realizados para la comisión fue, en su opinión, un hecho importante: «Fue algo sumamente insólito. De alguna forma, conseguíamos forjar la asociación «Fallas y diseño de calidad» y romper una barrera, esa que consideraba cutre a “lo fallero” (por una parte de la población y de la actividad profesional del diseño)».

Ramón considera a las Fallas como una «gran oportunidad para los creadores visuales, los ilustradores, los diseñadores, incluso para los arquitectos». «De hecho —añade—, algunos arquitectos también llevan unos cuantos años implicados con resultados notables haciendo fallas que, aunque no tienen nada que ver con el tipo de fallas en las que yo estoy participando, también se enmarcan dentro de las fallas innovadoras y también están abriendo nuevos caminos».

Entre los ilustradores o diseñadores que en los últimos años se han sumado a las fiestas de las Fallas, Román cita Javier Jaen, el artista urbano Escif o el propio Isidro Ferrer. Del ilustrador nacido en Madrid pero aragonés de adopción, Ramón añade: «Para mí es muy importante el haber podido implicar a autores “de lejos”. Es algo que también ha “descolocado» a muchos».

Blanc Festival Valencia se celebrará el 16 de junio, de 11:30 a 21:00 horas, en La Rambleta (Valencia)

Por Gema Lozano

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutenses de Madrid. Parece que fue ayer, pero lleva ya más de veinte años escribiendo -aunque no seguidos, :)- en distintos medios. Empezó en las revistas de Grupo Control (Control, Estrategias e Interactiva), especializadas en marketing y publicidad. Más tarde pasó a formar parte de la redacción de Brandlife, publicación gratuita de Pub Editorial.  Y en los últimos años sigue buscado temas y tecleando en Yorokobu, así como en el resto de publicaciones de la editorial Brands & Roses.

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