(Contiene destripes)
El primer capítulo de Fariña comienza con imágenes documentales que recuerdan el auge y la decadencia de los narcotraficantes gallegos en los años 80. El tono documental está presente a lo largo del capítulo con destellos en la pantalla provocados por la luz artificial de interior y exterior, y por el sol.
La ley sin rostro
A las imágenes documentales les sucede un fundido a negro que resulta ser un hombre de espaldas. Está parado ante un mural de corcho con fotografías y recortes de prensa entre los que destaca uno de Sito Miñanco (Javier Rey). Es la primera imagen de la ficción. Un rótulo indica que estamos en 1990.
Este hombre es Garzón. La presentación de espaldas no es casual. Garzón no es el protagonista (al menos no en este capítulo) y representa a la ley sin rostro ni emociones.
Así la cámara crea un distanciamiento emocional con el personaje. Es cierto que hemos visto al verdadero juez en las imágenes documentales, pero son ajenas a la ficción dramática que forja la identificación con el público.
Este distanciamiento respecto a Garzón queda remarcado por los planos siguientes, que desarrollan la operación Nécora por la que se consiguió la detención de imporantes narcotraficantes.
Sito Miñanco –el verdadero protagonista del capítulo– no está en la casa cuando entran los cuerpos de seguridad del Estado. Es presentado a través de una pintura colgada en la pared. Una burda recreación de Miñanco con un propósito claro: que el público no se identifique con el personaje. Aquí no. Como tampoco pretende ayudar el recorte de prensa con la imagen apenas definida que miraba Garzón en la primera escena.
El camino del villano
La primera aparición de Sito en pantalla no es más que un punto negro visto desde arriba. Un rótulo indica: «1981 Nueve años antes».
Los guiones de Ramón Campos, Cristóbal Garrido, Gema R. Neira y Diego Sotelo siguen la hoja de ruta de Breaking Bad (que seguía el esquema narrativo de Scarface): conocemos al futuro villano como un hombre corriente con familia y problemas económicos. Apenas hay momentos de intimidad con la esposa y ninguno con los hijos, pero no significa que Sito tenga desafecto por la familia.
El guion prefiere centrarse más en las peripecias que en los personajes. De ahí que prescinda con bastante acierto de escenas que en el conjunto solo serían anécdotas. Por ejemplo, la cámara corta a Sito y a su amigo cuando compiten por el interés de una mujer que cruza por delante de ellos. Lo que sucediera o no aquella noche es irrelevante.
El personaje es incluso ingenuo por momentos. Un botón: su padre le paga menos dinero del que merece por el pescado capturado tras haber huido de la Guardia Civil.
En conjunto no tenemos el retrato de un monstruo, sino el fruto de la pobreza y la rabia.
Sito: antes y después de la carrera criminal
La llegada de Terito (Manuel Lourenzo) a la vida de Sito transforma rápidamente al personaje. La puesta en escena y la cámara bajo la dirección de Carlos Sedes remarcan con un estilo invisible el ANTES y el DESPUÉS de Sito: de humilde pescador a capo embriagado de poder y riqueza.
Las mujeres en los 80
En Fariña el narcotráfico es cosa de hombres. También el ejercicio de la ley. Cosas de la época.
En los años 80, las movidas artísticas estaban en Madrid. Fuera, el mundo apenas había cambiado para las mujeres desde los tiempos de la dictadura. Las mujeres carecen de poder y su palabra es tenida en menor consideración, cuando no es ignorada. En 1981, las únicas mujeres con poder era Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Angela Channing (Jane Wyman) en Falcon Crest (1981-1990).
En Fariña, las mujeres son madres, esposas o amantes. Se ganan la vida como prostitutas o trabajan en empresas de conservas de pescado. En las casas, ellas faenan en la cocina mientras los hombres tratan sus cosas. Ellas fingen no escuchar.
A pesar del papel doméstico, Pilar Charlín (Isabel Naveira) ejerce influencia en su padre (Antonio Durán ‘Morris’) entre fogones ante la incapacidad de los hermanos para llevar los asuntos de la familia.
Las manos de la Ley
Garzón es velado, pero Fariña tiene interés en mostrar de cerca al sargento de la Guardia Civil Darío Castro (Tristán Ulloa). El personaje completamente ficticio encarna al conjunto de agentes que se esforzaron en acabar con el narcotráfico a costa de su vida.
La cámara repara en las manos de Darío Castro. Planos que sugieren la impotencia ante la dificultad de atrapar a los narcos porque están considerados héroes locales y tienen en nómina a agentes de la Guardia Civil, de la Policía y de Aduanas.
La producción de Bambú para Atresmedia tiene claro a dónde quiere llegar y cómo. Las elipsis consiguen un ritmo trepidante de manera que poco antes de que concluya el primer episodio tenemos a Sito Miñanco cerca de sus sueños de dinero y poder.
2 respuestas a «‘Fariña’ 1×01: el estilo invisible de la cámara»
Solo un apunte, la hija de Charlín es Josefa (Isabel Naveira)
Tienes razón: la actriz es Isabel Naveira pero su rol (según la web de A3 Series) es Pilar Charlín.
http://www.antena3.com/series/farina/personajes/descubre-al-elenco-de-farina_20170614594118970cf26e79abad2062.html
Creo que con el cambio de nombre han querido evitar posibles demandas.
Gracias.