Felix Pfäffli tenía que escribir esa maldita palabra 1.000 veces. Se lo había mandado su profesora. La palabra en sí era lo de menos; la verdad es que 10 años después del incidente, este diseñador gráfico ya la ha olvidado. Pero la lección que aprendió con este ejercicio tedioso guía a día de hoy su filosofía de trabajo.
Pfäffli no se portaba mal y su profesora tampoco era muy dada a castigos. La finalidad de tanta repetición era otra. El ejercicio consistía en reflejar la palabra cada vez de forma distinta para hallar la forma que mejor representara su significado. «Fue entonces cuando comprendí, por primera vez, que puedes representar una cosa de mil maneras distintas», asegura Pfäffli. Quizá por ello, cuando se le pregunta por un referente o modelo, el diseñador lo tiene claro: su profesora. Fue ella la que le abrió los ojos a las posibilidades de la profesión.
Felix Pfäffli es el miembro más joven de la AGI (Alianza Gráfica Internacional). Fundó con apenas 24 años Feixen, un estudio suizo que comparte con su compañero Rafael Leutenegger y que tiene entre su cartera de clientes nombres como Nike, Google, Reebok o The New York Times. Resumiendo: Felix Pfäffli es un tipo importante.
Estos méritos han hecho que la organización del Blanc Festival lo haya escogido como uno de los ponentes de su próxima edición, que tendrá lugar el 21 y 22 de octubre en Poble Nou, Barcelona. Este evento lleva ocho años destacando lo mejor del diseño gráfico, con especial hincapié en el diseño emergente y el aprendizaje.
Pläffli asegura que con su intervención quiere convencer al público de que el diseño gráfico puede mejorar el mundo. «Nuestro trabajo no consiste en hacer un producto bonito», asegura, «sino en hacer la vida mejor». ¿Cómo puede conseguir esto el diseño? La pregunta es complicada pero se resuelve tirando de la ubicuidad que otorga Pläffli a esta disciplina.
[pullquote ]Nuestro trabajo no consiste en hacer un producto bonito, sino en hacer la vida mejor[/pullquote]
«El diseño lo es todo», asegura. Echando un vistazo a todos los productos que ha producido su estudio últimamente uno no puede llevarle la contraria. Desde camisetas hasta animaciones, desde tipografías hasta muebles. Pero el diseñador no habla solo de objetos tangibles. «Puedes diseñar tu horario, puedes diseñar tu vida privada».
«Lo estaba hablando el otro día con un amigo mientras tomábamos unas cervezas; todo a nuestro alrededor podía ser diseñado». El bar en sí, el menú, los vasos en los que bebían, las sillas donde estaban sentados, la ropa que vestían…
Solo la idea puede marear un poco y cabe hacerse la pregunta de si ver todo el mundo que nos rodea como un conjunto de diseños no puede ser un poco estresante. Incluso frustrante. «¡No, hombre! No es que vaya por ahí amargado pensando que todo es feo. Solo creo que todo tiene mucho potencial», dice entre risas.
Para su estudio, sin embargo, no se trata solo de cambiar el mundo, sino de hacerlo mientras se divierten. «Nosotros los viernes no ganamos dinero». Pläffli no suelta la frase con frustración, con resignación o pena. Lo hace con orgullo. De esta forma, la mitad de Feixen Studio habla sobre su última iniciativa, el Laboratorio. «Es un espacio donde podemos hacer lo que queramos, donde trabajamos para nosotros mismos».
Reconoce Pfäffli que de esta forma no solo encuentran una manera de divertirse en el trabajo, sino que también es una manera de «reconducir» a futuros clientes. «Al final, muchos nos piden que repitamos algo que ya hemos hecho y, como decía antes, puedes representar una misma cosa de mil maneras distintas».
Volvamos por un momento a la profesora con la que iniciábamos este artículo. Este año, el Blanc Festival quiere poner en valor el trabajo de las mujeres en una profesión en la que (como en casi todas) hay una infrarrepresentación femenina. «Es triste pero es verdad», reconoce Pfäffli.
El suizo tira de su época de estudiante para volver a subrayar el papel que tuvo su profesora en su formación; pero también alude a su etapa actual, como trabajador y como profesor, para confirmar una de las incongruencias de esta realidad. «En la universidad hay muchas más mujeres que hombres, pero al salir al mundo laboral hay muchas menos».
Pfäffli es realista pero conjuga esta lectura con un optimismo relativo. «La cosa está cambiando», asegura. Y el hecho de que actores tan importantes del sector como el Blanc Festival estén poniendo el acento en esta situación pretende ser, más que un síntoma del problema, un factor para atajarlo.