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‘Fenómenas do rural’: una generación de mujeres en extinción

Igual que la lluvia riega los campos y la luna mueve los mares. Las mujeres mayores de los pueblos gallegos parecen una fuerza de la naturaleza más. Ellas alimentan las patatas que comen sus familiares. Ellas cargan las cestas que llevan los grelos a casa y después al pote y después al plato. Y nadie les da las gracias igual que, a la mañana, nadie agradece el amanecer.

Porque ocurre todos los días parece impepinable; como si viniera con el sentido de la existencia, con las leyes de la naturaleza misma. Nadie pensó jamás que alimentar el ganado mereciera un premio; ni medallas a la constancia, la fortaleza o el sacrificio. Lo suyo es una hazaña invisible a la que ni siquiera dan el estatus de trabajo.

«Aquí todo el mundo sabe que estas mujeres tienen ese poderío, pero como es tan común, no le damos valor», dice Yoseba MP. Este artista empezó a verlo casi sin darse cuenta. Buscaba cruces de caminos en Galicia para pintar una serie a la que llamó Cruceiros. Un día decidió pintar mujeres mayores que pasaban por el arcén y halló lo que parecía una ley inmutable: «Siempre estaban en mandilón, trabajando, y me fui quedando con ese patrón».

Al poco tiempo el artista gallego viajó por muchas carreteras secundarias: «Fue un cruzar constante con mujeres trabajando». Y así, de forma casi invisible, fue dibujándose una escena en su memoria: «Era un posito que tenía en el cerebro». Hasta que un día, en la Feria del Cocido de Lalín, afloró aquel poso. 

A Yoseba MP le pidieron pintar un cuadro para esta exposición artísticoporcina y, cuando sacó las pinturas, se formó la aleación que dio lugar a una obra compacta que pinta desde entonces: Fenómenas do rural. En aquel lienzo unió a aquellas mujeres que vio por los arcenes empujando carretillas, con sus mandilones, y la fantasía que aún quedaban en sus pinceles por la escena que acababa de pintar. Hacía solo unos días había dibujado un Yoda que hacía levitar unas patatas fritas en las paredes de una hamburguesería móvil.

—Pinté a una señora pelando una patata como un Jedi y ahí empezó todo. Ese posito que me fue quedando de estas señoras sorprendentes que encuentras superfácil cuando vas en coche. No es algo que tengas que buscar; es algo con lo que te topas.

La fantasía gallega, durante siglos, se ha construido entre magias y brujas. Pero Yoseba MP no escuchó esos ecos. No hizo a estas mujeres meigas que destruyen maleficios. Prefirió mostrarlas en el imaginario actual y las convirtió en señoras con superpoderes que asoman ya en catorce cuadros de gran tamaño y catorce murales en calles de Galicia.

—Los referentes han cambiado. Ya no vemos meigas con escobas. Vemos mujeres atómicas, vemos Fenómenas do rural: abuelas que pueden asar pollos con los ojos porque llevan toda la vida despellejándolos, o saltar como Naruto de roca en roca porque ir al percebe es su gimnasia de toda la vida.

Los mandiles a cuadros son sus capas de heroína: «Es el uniforme autonómico de nuestras huertas. Casi todas estas mujeres lo utilizan como ropa de trabajo los siete días de la semana». De los dibujos animados Yoseba MP obtiene los poderes que después les da: muchas tienen la fuerza sobrenatural de Son Goku, el protagonista de la serie manga Dragon Ball, y otras, como los mutantes de X-Men, poseen habilidades que dejan al humano como una lombriz.

—Lo bonito es que todo el mundo lo entiende —cuenta el artista—. Es la mezcla de una imagen real con un imaginario ficticio. Eso hace que los niños lo comprendan y vean a su abuela como una persona más allá de lo normal. Y los mayores también lo interpretan así.

Por más que Yoseba MP intente llevar a estas mujeres de 70, 80 y 90 años a galaxias manga, la identidad gallega le desborda. Su acento está empapado de esa mezcla de lluvia y llanto tan de allí. Esa lluvia que hoy nos permite hacer la entrevista porque no le deja salir a pintar y esas lágrimas tan asimiladas en su cultura popular.

—Quizá lo más bonito de todo esto ocurrió en una exposición de mis cuadros. Una mujer se puso a llorar porque le recordaba a su madre. La mía, que estaba allí, le dijo que el artista era su hijo. Se abrazaron y lloraron juntas. Es precioso ver llorar a alguien con tu obra.

ESCENAS DE REALISMO RURAL

Detrás de cada fenómena de mural hay una fenómena real. Yoseba MP busca heroínas reales entre las abuelas de sus amigos. Al principio lo hacía con timidez. Iba un día a conocer a una señora, le hacía fotos y adiós. Ahora va dos días y habla mucho más con ellas.

—Me volví más fisgón. Les pido fotografías de cuando eran jóvenes y les pregunto muchas cosas para sacar a la historia toda la chicha que pueda. La serie de Fenómenas do rural es una obra plástica y es literatura: en cada mural hay una pequeña historia.

Estas historias pequeñas, juntas, forman una más grande: la de Galicia. «Mujeres con superpoderes hay en todos los sitios, pero me apetece focalizarlo en este lugar. Aquí sé cómo son. Tienen una forma de vivir muy parecida, sufrieron los mismos calvarios de jóvenes y creo que el minifundio es determinante para que tengan superpoderes. Un latifundista, cuando se jubila, no va más al campo. Un minifundista tiene la huerta al lado de su casa y ese trabajo, normalmente, recae en la mujer como si fuera una tarea doméstica más».

Esa esclavitud es, a la vez, lo que les da la fuerza. Es lo que piensa Yoseba MP: «Es una tarea física. Si a los 80 años lo sigues haciendo, es como si nunca hubieras dejado de ir al gimnasio».

—¿Fenómenas do rural es un homenaje a estas mujeres?

—En Galicia casi todas las abuelas son del rural —responde el artista—. Galicia es superrural. Las ciudades forman parte del rural porque se ven rodeadas de rural, porque la mayoría de la gente proviene del rural y porque te puedes encontrar una huerta en medio de una ciudad, como ocurre en Santiago. Hay que visibilizar a estas mujeres porque son las que mantienen unidas a las familias, aunque esto no quiere decir que vivamos en un matriarcado. Es el trabajo lo que les da el poder.

Estas historias pequeñas, juntas, forman la de una generación en extinción. «Aunque las mujeres de hoy vivieran como ellas, no serían iguales. Muchas de las que pinté vivieron la Guerra Civil y la posguerra. En el rural gallego se vivía en auténtica precariedad. Muchas de ellas nacieron en el establo con las vacas. Ahora, por mucho que nazcas en el rural, no vas a pasar por eso», dice Yoseba MP en su fuerza natural: ese acento ondeante que el Atlántico le da.

Por Mar Abad

Periodista. ✎ Cofundadora de la revista Yorokobu y de la empresa de contenidos Brands and Roses (ahí hasta julio de 2020).

Libros.  Autora de Antiguas pero modernas (Libros del K.O., 2019). «No es una serie de biografías de mujeres; es una visión más vívida, más locuaz y más bastarda de la historia de España». Lo comentamos en El Milenarismo.

Autora de El folletín ilustrado junto a Buba Viedma. Lo presentan en Mundo Babel (Radio3) y en Las piernas no son del cuerpo, con Juan Luis Cano (Onda Melodía).

Autora de De estraperlo a #postureo (editorial Larousse, 2017). Un libro sobre palabras que definen a cada generación y una mirada a la historia reciente desde el lenguaje. Hablamos de él en Hoy empieza todo (Radio3), XTRA!, La aventura del Saber (La2).

Autora junto a Mario Tascón del libro Twittergrafíael arte de la nueva escritura (Catarata, 2011).

Laureles. ♧ Premio Don Quijote de Periodismo 2020. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2019, Premio Internacional de Periodismo Colombine 2018, Premio de Periodismo Accenture 2017, en la categoría de innovación.

2 respuestas a «‘Fenómenas do rural’: una generación de mujeres en extinción»

Detrás de cada fenómena de mural hay una fenómena real. Tanto en la Galicia minifundista y en la Andalucía latifundista, con la que no pudo ni Mendizábal. Ni murales fenomenales ni tsunamis antiterroristas y otras fenómenas do rural et natura que se avistan en el horizonte impedirán que la democracia, por fin, imponga su Ley a despecho de algunos daños fenomenales con algunos daños colaterales.
En el fisco
yo divido
lo cogido
por igual;
solo quiero
por riqueza,
la belleza
sin rival.

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