La primera vez que cayó en mis manos aquel abigarrado folleto ilustrado fue en el Rastro de Madrid, en los años 80. La última, el mes pasado, durante una manifestación de estudiantes contra los recortes. Entre ambas, Martín Sagrera, demógrafo jubilado, ha repartido “millones” de estos afiches en los que da consejos variopintos sobre salud, alimentación y, sobre todo, sexo.
“El sida nos amenaza a todos”, “Cómo evitar la gripe” o “La industria de la carne nos daña a todos” son algunas de las secciones que incluyen los folletos repartidos por Martín desde el año 1988, siempre en blanco y negro y con letra muy pequeñita. En la (pen)última manifestación que atravesó Madrid le acompañé en el reparto de las hojas, mientras me iba contando su historia:
“Soy demógrafo, no médico: soy el que cuenta a los que matan los médicos… y a los que salvan también, claro. Por eso estoy muy sensibilizado en los temas de salud –me cuenta- Hace 22 años que los reparto y los he puesto al día varias veces para incluir nuevos temas de salud. La Unesco ha hecho una cosa parecida, un folleto sobre la salud, pero como hay tantos intereses, no habla nada de la anticoncepción y muy poco de la sexualidad. En cambio, yo no dependo de ningún grupo y puedo decir lo que quiera.”
“Lo que quiera” incluye algunos capítulos heterodoxos, como el dedicado a la idoneidad en las relaciones entre los distintos signos del Zodíaco: “Con quien se lleva bien o mal”. Le llamo la atención sobre esta inclusión acientífica:
“El horóscopo no es tan anticientífico, porque si lees un libro de un tal Huntington [no he dado con él] demuestra que según el mes de nacimiento la gente tiene tendencia a comportarse de un modo u otro. Además, hay una diferencia de dos años en la edad que alcanza la gente que nace en el mejor mes, que es febrero, y el peor, que es septiembre, en el hemisferio norte, claro. En Argentina se confirma esto pero al revés”.
Más allá de la lógica precaución ante el asunto zodiacal, Sagrera se muestra beligerante ante tras grandes industrias: tabaquera, farmacéutica y cárnica, esta última incorporada recientemente al folleto. “Al principio ni me atrevía a hablar de este tema –recuerda-. En las primeras ediciones sólo decía que las mujeres embarazadas no debían fumar, pero no me atrevía a criticar frontalmente el tabaco, porque la gente rechazaba el papel entero.”
Una situación parecida vive ahora con respecto al consumo de carne. En el folleto, acusa a la industria productora de carne de “intoxicar” a la gente, “arruinar el planeta y la economía” y “llevar hambre al tercer mundo”. Eso sí, Sagrera se avergüenza de que él mismo no ha sido capaz de acabar con tan feo hábito.
Martín ha repartido su folleto en 20 países, en 8 idiomas distintos, durante los últimos 25 años, un soberano esfuerzo físico y económico para un hombre que ya ha cumplido los 77 años. ¿Cómo logra financiar tantísimos folletos? Por un lado, “estoy divorciado y no tengo hijos”, pero, sobre todo, “he recibido una herencia de un abuelo”. “De todos modos –aclara- son fotocopias en b/n, no salen tan caras”.
Pero después de haber recorrido México, Argentina, Chile, Alemania, Francia (siempre grandes ciudades, con densidad suficiente para que su campaña sea eficaz) su lugar favorito sigue siendo el Rastro de Madrid, “el lugar de Europa con mayor diversidad en menor espacio”, afirma.
Los jovencísimos manifestantes recogen los folletos de la mano de Martín, entre divertidos y estupefactos. Algunos lo rechazan, creyendo que es propaganda o publicidad de una secta. Cuando leí por primera vez el panfleto de Martín yo tenía 15 años y era compañero de manifas del Cojo Manteca. No existía (no para mí) Internet, así que aquello era, dentro de un orden, una información útil, aunque su presentación era un tanto anómala.
Hoy, le comento a Martín, estos chavales tienen acceso a un chorro de información impensable para nosotros, hijos del mundo analógico. ¿No ha pensado en buscar nuevas vías de transmisión de su mensaje? “Pues la verdad es que siempre lo he hecho de esta manera…”, responde. Desde Yorokobu queremos ayudar a transmitir su palabra, así que ahí va el folleto escaneado por sus dos caras y ocho secciones: