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Por qué si eres sexóloga te tocará recibir ‘foto-pollas’

No se trata de una forma de ligar, ni de un juego consentido en el entorno del sexting, ni de una forma de interactuar para romper el hielo. El fenómeno conocido como foto-polla, es decir, enviar sin previo aviso una foto del pene a una mujer que no se conoce, a través de las redes sociales, es una forma de intimidación y de acoso. «La mando porque puedo», podría pensarse. La mando porque creo que «debes» verla, quieras o no. La mando porque, además, considero que te exhibes en las redes sociales y eso «me da derecho». La mando, al fin y al cabo, porque necesito tu atención.

Son muchas mujeres las que han hablado ya de este fenómeno en las redes, y parece que no responde a un perfil concreto o condición, le puede pasar a cualquiera en un momento determinado, sobre todo cuando interactúas más en apps de ligue. Incluso las hay que han decidido denunciarlo de una forma original, creando exposiciones con los penes que reciben.

Sin embargo, sí parece que hay perfiles que sufren aún con más intensidad este fenómeno, a veces incluso a diario, como son las mujeres que hablan abiertamente de sexo en la red, ya sean sexólogas o sexbloggers.

«Cuando eres mujer y hablas de sexualidad, muchos se piensan lo que no es y te empiezan a llover un montón de proposiciones que están fuera de lugar. Dentro de esas propuestas, destaca una por encima de todas: las foto-pollas», explica Mary Asexora, que, a la vez, destaca que «te la mandan porque sí. Porque piensan que es la mejor carta de presentación que pueden tener».

¿Por qué surge el fenómeno ‘foto-polla’?

No hay una estadística o un estudio científico exhaustivo que pueda concluir por qué una cantidad importante de hombres se dedica en sus ratos libres a mandar fotos de su pene a desconocidas en la red. Pero como sexólogas, además de sufrir el fenómeno, estas mujeres también reflexionan respecto a cuáles pueden ser los motivos que hay detrás.

Judith Viudes explica que «recibir una foto-polla puede tener para el acosador motivos múltiples». En el caso de las sexólogas, la experta cree que el acosador interpreta que «si has hablado de cualquier tema relacionado con el sexo, es que quieres sexo». Así, el acosador hace la traducción de que el hablar sobre sexo, genera un «derecho» automático a una interacción sexual. «Una vez más: estereotipos de género y poder de superioridad».

A este respecto Viudes reflexiona que «los acosos sexuales pueden ser multidisciplinares pero tienen una base muy sólida: una falta de educación en sexualidad y de respeto». Así, el fondo de las foto-pollas es que «llevamos tantos siglos callando y sucumbiendo en una sociedad machista, que aún muchos hombres tienen normalizadas estas faltas de respeto hacia la mujer».

Sin embargo, parece que las fotos que se reciben, también tienen que ver con el perfil de la red social de cada una. En referencia a esto, Arola Poch, experta en fetiches, argumenta que «como trato mucho el tema de fetichismo de pies, a mí me llegan más fotos de pies que de genitales». Aunque no por ello está exenta de la foto-pollas, «no me agrada recibirlas, pero no me enfadan. Simplemente las ignoro».

Experiencias personales

Sonia Encinas comenta por su parte que al principio «lo viví como algo excepcional, incluso llegué a pensar que era ‘el precio a pagar’ por tratar el tema de la sexualidad en internet». Pero para su sorpresa, cuando se empezó a dedicar al trabajo solo con mujeres, «no solo seguí recibiendo fotos de penes en mis redes, sino que incluso recibía más».

Lo bueno de las redes sociales es que no solo permite conectar a usuarios con sexólogas, sino que también permite compartir experiencias entre profesionales, y de esta forma, «hablando con más compañeras, empecé a darme cuenta de que ni mucho menos era algo aislado, sino un hecho demasiado frecuente».

De hecho, en este mismo sentido, Ana Lombardía, de Sexo en la Piel, narra que «ahora tenemos un grupo de sexólogas en el que lo hablamos, nos reímos y nos desahogamos de este tipo de agresión, y lo llevo mejor».

Respecto a su caso, dice que no sabe por qué, pero el fenómeno va por rachas. «Hay temporadas en las que recibo este tipo de fotografías a diario, y otras en las menos», pero las propuestas sexuales y las imágenes pornográficas llegan constantemente a su buzón. «A veces te llega el mensaje sin ninguna otra interacción previa, ni si quiera un ‘hola’, o dicen ‘ola’ (así, sin hache) y nada más, o ‘quieres follar’ conmigo, con diferentes tipos de imágenes».

Una imagen que salta directamente en el teléfono móvil, cuando se está en una rutina, un momento familiar, o un momento íntimo a solas o en pareja. Una imposición que se ha de asumir por el hecho de tener un perfil en redes de forma pública. «El problema de fondo es importante, quizás hay personas que pasan tanto tiempo en las redes sociales que dejan de relacionarse con el mundo real y pierden la capacidad de empatizar con lo que siente la persona que está al otro lado. De hecho, a veces hasta se muestran sorprendidos ante la negativa o porque se les bloquee», indica.

A este respecto, como experta, opina que «la gente que está al otro lado de la pantalla tiende a no conectar en absoluto con nosotras, se crean en su cabeza una fantasía en la que no cuentan con nuestro consentimiento en absoluto».

Qué hacer al respecto

En el caso de la sexóloga Nayara Malnero, conocida en las redes por sus vídeos en Sexperimentando, la solución ha pasado por denunciar públicamente al acosador. «Recibo algunas foto-pollas, es cierto que no tantas como otras compañeras, y lo que suelo hacer es bloquear al usuario, aunque otras veces, cuando puedo, lo que hago es una captura de pantalla y la comparto mencionando a esa persona de forma pública, para que así sean conscientes de que la incomodidad puede ser compartida».

Algo que puede hacerse en Twitter, donde también recibe este tipo de imágenes, pero no en Facebook, pues puede dar problemas con la cuenta.

Pese a ello menciona que el motivo no es siempre el de la intimidación sexual, y es que también hay otro perfil: el de la consulta profesional. «También hay personas que lo envían pensando que realmente les vas a hacer un reconocimiento urológico, de hecho en el caso contrario, también hay chicas que me han llegado a enviar compresas con su menstruación, para preguntarme».

Más allá del hecho de que una sexóloga no es una uróloga, ni una ginecóloga, cabe pensar que la telemedicina tampoco supone enviar por redes sociales fotografías íntimas sin previo aviso, sino solo aquellas que de forma concreta, hayan sido previamente requeridas por el profesional.

De hecho, en los perfiles profesionales, también se da esta serie de interacciones. Zoraida Granados, de Psicología CoNpasión, relata que uno de estos incidentes le ocurrió en LinkedIn. «La sorpresa fue mayúscula ya que se trataba de un perfil profesional muy elevado y con gran especialización. Por lo que, inicialmente lo ignoré. Pero seguía mandando mensajes con fotos la verdad muy desagradables y su tono era de enfado y crítico ante mi negativa a responder».

En este caso, finalmente decidió enfrentarlo dejando claro, lo que no todo el mundo parece saber, que «una sexóloga no es una profesional del sexo, en el sentido práctico». Y que hablar de sexo, no es ni mucho menos una invitación, a todos los hombres del mundo, a estar dispuesta a practicarlo, o compartirlo con ellos.

P.D. Sí, yo también soy sexóloga, y como mis compañeras, también sufro las foto-pollas.

Por Silvia C. Carpallo

Soy periodista, sexóloga y escritora. Es decir, que hago casi de todo, menos el pino puente. Las letras son una pasión y la sexología, casi una obsesión. Llevo más de diez años colaborando en medios, en temas relacionados con la salud, el sexo y el bienestar. Pero en esta manía de escribir, también me dio por hacerme escritora de relatos, novelas y ensayos. Algunos de mis libros son El orgasmo de mi vida (Lectio), Decirte adiós con un te quiero (Versátil), Perdernos para encontrarnos (Novela ganadora del VI Premio Kiwi- RA) y Sexo para ser feliz (Libros Cúpula / Planeta). Aunque parecen dispares, algo les une: buscar la felicidad a través del buen sexo.

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