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Creatividad

¿Aprenderemos con la pandemia que existen otras formas de habitar el espacio público?

En el mundo sin mascarillas, la distancia interpersonal era una quimera. Fue en la estación Shimo-Kitazawa del metro de la capital japonesa donde el fotógrafo Michael Wolf captó las claustrofóbicas imágenes que componen Tokyo Compression, un retrato sobre la alienación humana en las grandes urbes.

Son rostros serios, casi compungidos, tras el cristal del vagón. El vaho creado por la propia concentración humana actúa como filtro. En algunos casos, las caras aparecen despachurradas contra el vidrio, muestra de lo caro que puede venderse el espacio en hora punta.

© Michael Wolf Estate, Tokyo Compression, 2010
© Michael Wolf Estate, Tokyo Compression, 2010
© Michael Wolf Estate, Tokyo Compression, 2010

Con esta serie, que forma parte del programa de GetxoPhoto 2020, el fotógrafo alemán sugiere que el crecimiento de las ciudades no hace más que empeorar la calidad de vida de los individuos al ignorar la escala humana.

El virus, no obstante, demostró hace unos meses lo rápido que puede llegar a cambiar la realidad. Al vaciar las calles, las tiendas y los transportes, el confinamiento dejó abierta la puerta para repensar otras fórmulas de distribución del espacio público. Alternativas con las que habitar e incluso disfrutar los entornos urbanos.

El debate que plantea Wolf se ajusta como anillo al dedo a la temática de la 14ª edición de Getxophoto, el Festival Internacional de Imagen, que se celebrará del 3 al 27 de septiembre, y que este año lleva por título ¡A la calle! El espacio público, tanto físico como digital, es el protagonista tanto de las exposiciones como de las actividades que componen el programa.

En toda ellas el espacio público se muestra como un escenario actualizado para la protesta, para la acogida de personas invisibilizadas, pero también como espacio de encuentro  y como campo de experimentación, juego y celebración.

Jon Uriarte, comisario digital de The Photographers Gallery (Londres), se estrena como director artístico del festival, que este año contará como principal novedad una amplia programación digital: «El carácter híbrido online-offline era un planteamiento que ya teníamos en mente desde el principio. De hecho, creo que es más una solución a algunos de los problemas que la nueva realidad plantea».

La de este año será la edición más callejera, aseguran sus organizadores. Para ello se dispondrá del eje que va desde la playa de Ereaga al Puerto Viejo, así como en el centro de Algorta. A este macroespacio hay que sumar nuevas localizaciones, como la fachada de la oficina de Correos o la de una sede municipal de la calle Urgull, para dar cabida a la veintena de exhibiciones que forman parte del programa.

Aunque se reconoce como «afortunado» al formar parte de uno de los pocos festivales que ha podido tirar para adelante este año, Uriarte reconoce la dificultad de su organización: «Desde la perspectiva curatorial, teniendo en cuenta la coincidencia entre el tema propuesto y la situación que estábamos viviendo, asumimos que debíamos incluir trabajos y actividades que hiciesen referencia a la pandemia».

«Creo que los festivales anuales tienen que ser más flexibles que los museos y centros de arte, y ser capaces de trabajar en torno a los temas que están sucediendo durante ese año. Es por esa razón por la que hemos actualizado nuestros planes, para que cuestiones relativas a la crisis sanitaria global del covid-19 estén presentes», añade.

Los proyectos seleccionados incluyen, en efecto, temas que han acaparado la atención mediática en las últimas semanas, entre ellas, el racismo. Pero también otros asuntos que no han dejado de estar en boga, entre ellos, la crisis climática o el patriarcado.

Entre las propuestas participantes se encuentra La Puente, de Charlotte Schmitz. Se trata de un trabajo colaborativo de la artista alemana con las trabajadoras de La Puente, el burdel más grande del sur de Ecuador. Fueron ellas mismas las que decidieron las poses y las que después intervinieron las instantáneas con laca de uñas.

©  Charlotte Schmitz – La Puente
©  Charlotte Schmitz – La Puente

Reducción, de Felipe Beltrán Romero se centra en la lucha contra el racismo. Su serie de fotos pone el foco en la violencia policial contra los inmigrantes en España para mostrar que este es un problema que no solo aqueja a la sociedad norteamericana.

© Felipe Romero – Reducción
© Felipe Romero – Reducción

Hong Kong en 2019 es el escenario en el que se desarrolla How was your Dream?, de Thaddé Comar. Mediante las fotos realizadas durante las manifestaciones que tuvieron lugar durante junio y julio del pasado año, el artista francés explora las nuevas formas de manifestación e insurrección en el seno de sociedades hipercontroladas.

© Thadde Comar – How was your dream?
© Thadde Comar – How was your dream?

Por su parte, el colectivo berlinés Mentalgassi vuelve al festival tras 10 años con su proyecto Waste Wastes. En él se aborda el complejo problema que acarrean los residuos de una manera muy gráfica: con bolsas de basura en  las que están impresos los rostros de las personas que los generan. Estas bolsas se expondrán en Getxo y Bilbao.

© Mentalgassi – Waste Wastes

El resto de exposiciones, así como de actividades on y offline que conforman el programa de Getxophoto 2020 pueden consultarse en la web del festival.

Por Ximena Arnau

Ximena es redactora de Yorokobu y Ling

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