Como gatos deseosos de marcar su territorio con chorros de orina, llegan al poder con la obsesión de dejar su huella desde el minuto uno. Mientras Donald Trump aterroriza México con su promesa de ampliar el muro, en São Paulo, la mayor urbe de América Latina, el nuevo alcalde João Doria ha comenzado a cargarse el arte urbano, ahogándolo en un mar de pintura gris.
Desde que ha ocupado su cargo, el pasado 1 de enero, Doria ha lanzado una cruzada personal contra los grafitis en una ciudad que se jactaba de tener el mural más grande de Brasil. El grafiti de São Paulo ocupaba una superficie de 15.000 metros cuadrados, repartida en 70 muros de la avenida 23 de Mayo.
Más de 200 artistas participaron en este proyecto, que contó con el patrocinio del Ayuntamiento y fue inaugurado en febrero de 2015. Eran otros tiempos, en los que el anterior alcalde, Fernando Haddad, tenía una prioridad tan noble como utópica: «Hacer nuestra vida más agradable». Por eso impulsó la ocupación artística de las calles de una megalópolis abarrotada con más de 12 millones de habitantes. Por esta misma razón se empeñó en construir una red de carril bici de 341 kilómetros, ampliamente criticada por los (muchos) detractores del transporte sostenible.
Dos años después, el nueva alcalde ha decidido darle la vuelta a la tortilla. En las últimas semanas, Doria se ha dedicado personalmente a coordinar los equipos de cazagrafitis, que están borrando implacablemente el arte urbano de la faz de São Paulo. El programa se llama Cidade Limpa y pretende devolver a la capital económica de Brasil es aspecto pulcro y ordenado que el alcalde desea para su ciudad.
Cada um deve fazer a sua parte para que a nossa cidade fique cada vez mais Linda. #AceleraSP #JoãoTrabalhador #SPcidadeLinda pic.twitter.com/0oAtp8dWGG
— João Doria (@jdoriajr) 21 de enero de 2017
Para cumplir su objetivo, no ha dudado en enfundarse en un traje de barrendero y en impugnar la manguera antigrafiti para hacerse la típica foto de autobombo, algo que ha dejado a los votantes de izquierda horrorizados. «A ver cuándo decide disfrazarse de alcalde», bromeaba en un gif el colectivo de periodistas independientes Mídia Ninja.
Doria ha tenido la osadía de apagar el macrografiti impulsado por su predecesor, que fue tildado por la propia administración de «mayor mural de grafiti a cielo abierto da América Latina». El nuevo alcalde ha decidido dejar tan sólo ocho obras en la avenida 23 de Mayo, alegando que las pinturas estaban damnificadas por el paso del tiempo o el espray de los vándalos.
Prefeito lindo! #ForaDoria pic.twitter.com/IE3CIDW1O3
— Mídia NINJA (@MidiaNINJA) 23 de enero de 2017
Ni siquiera se ha salvado el trozo de mural de Kobra, el artista del momento, que vio cómo su contribución a esta obra colectiva en una de las avenidas más famosas de la ciudad era sepultada bajo litros de pintura gris. Paradójicamente, la operación se ha llevado a cabo el mismo día en que São Paulo celebraba los 463 años de su fundación. «Lo que el alcalde João Doria está haciendo al cubrir los grafitis de la ciudad es apropiarse del patrimonio cultural que es de la colectividad no como si fuese su gestor, y sí como si fuese su único propietario y titular», destaca la profesora y abogada Liana Cirne.
Incluso la revista conservadora Veja ha ironizado sobre el nuevo alcalde, destacando que Doria se manchó sus zapatillas de marca al participar activamente en las tareas de limpieza. El comentario no es baladí. Tras ganar las elecciones en el primer turno, el pasado mes de octubre, su mujer ya dejó claro a qué ambiente social pertenece la familia Dória. En un intento de hacerse la campechana, Bia Doria llegó a soltar varias perlas en una polémica entrevista concedida a la Folha de S. Paulo.
«Imagina cómo me sentiría de feliz si llegara una criada que ya sabe hacer las cosas. Poquísimas de ellas saben, a no ser las que ya pasaron por varias casas, pero entonces llegan llenas de manías», dijo la primera dama de São Paulo. Bia Doria se comparó con Evita Perón y aseguró que se siente del pueblo. «Me llevo muy bien con las personas más humildes. A veces es sólo un apretón de mano, a veces ellas quieren un abrazo. Es tan poco lo que ellas quieren», declaró esta artista plástica a los pocos días de la elección de su marido.
Doria es tratado como un pijo por la prensa brasileña, que durante la campaña electoral destacó su pasión por los polos Lacoste y Ralph Lauren, y su incapacidad de comer empanadillas en la calle, en un bar de pueblo, de este mismo pueblo al que su mujer asegura que pertenece. La foto de su cara de asco en un desayuno popular dio pie a un sinfín de memes en las redes sociales.
Lo más grotesco es que el mismo día en que São Paulo decidía enterrar el arte urbano, el Museo de Arte de São Paulo (Masp) anunciaba que en 2018 inaugurará una exposición de uno de los grafiteros más famosos del mundo: el pintor, poeta y músico estadounidense Jean-Michel Basquiat.