En los últimos años la sostenibilidad ha pasado a ser una de nuestras prioridades colectivas. Según la Organización Mundial Meteorológica de las Naciones Unidas, personas de todos los continentes van a sufrir o sufren las consecuencias del calentamiento global. Cuando el 60% de los océanos sufre al menos una ola marina de calor anual y los glaciares retroceden al mayor ritmo de las últimas décadas, la emergencia climática se vuelve lo suficientemente preocupante como para justificar el foco sostenible. Porque, además, hace tiempo que, como grupo, somos conscientes de la necesidad de adaptar nuestros hábitos a un contexto medioambiental diferente. Y si es así, al menos en parte, es mérito de la publicidad.
Han sido décadas de campañas dando voz a una causa que nos incumbe a todos, y ayudando a las marcas a comunicar sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Concienciando, educando y activando.
Ahora, desde la agencia de publicidad Normmal apuestan por poner el foco de la lucha sostenible del otro lado, del de los que se encargan de hacer que se hable de sostenibilidad.
Con ello en mente, de la mano de la organización británica AdGreen, han elaborado La primera guía sostenible de la publicidad. En ella, incluyen una serie de ideas dirigidas a los que quieren dar «un paso adelante para cuidar mejor el mundo en el que vivimos».
Según Alberto Fernández, CEO de la agencia, el objetivo de la esta guía de sostenibilidad para la publicidad es difundir la «experiencia y conocimientos» acumulados por Normmal en materia de respeto al medio ambiente. Quieren viralizar la publicidad sostenible a través del manual. «Que cualquier empresa o profesional del sector interesado en aplicar la sostenibilidad a su trabajo pueda aprovecharla».
Para Fernández, un enfoque del trabajo más sostenible por parte de las agencias no solo tiene beneficios para el medio ambiente. «Una empresa sostenible puede retener talento externo e interno, facilitar su acceso a concursos públicos, ganar en eficiencia y ahorrar en costes» gracias a implementar prácticas más responsables. Y se puede conseguir, además, sin dañar la facturación porque no tiene por qué implicar un aumento de costes. «A veces creemos en la ecuación sostenible/ecológico = más caro, pero no tiene por qué cumplirse».
La guía parte de la premisa de que las agencias de publicidad podrían perseguir la sostenibilidad en muchas de las actividades que desempeñan. Propone que una publicidad más sostenible se piensa, se produce y se entrega solo cuando todos los pasos están optimizados con la reducción del impacto ambiental en mente. La propuesta de Normmal es transversal, porque la sostenibilidad tiene que serlo. Desde ser más conscientes a la hora de poner el aire acondicionado en la oficina hasta plantear rodajes «de cercanía», todas las mejoras impactan en las emisiones de CO2.
Fernández destaca que otro de los protagonistas necesarios de la persecución de la sostenibilidad es el cliente. «Es importantísimo que el cliente también se implique en el proceso». Porque, como muchos de los principios de la guía sugieren, el acuerdo con el cliente podría ser clave a la hora de perseguir medidas más sostenibles.
Si una planificación basada en una estrategia que incorpore la sostenibilidad es importante, el input del cliente está al mismo nivel. «Para las agencias de publicidad, el cliente y la estrategia deben estar en el centro de nuestra actividad, así que la implicación del cliente es imprescindible para que una agencia y nuestras acciones sean más sostenibles».
Desde el punto de vista de las agencias, la necesidad de implicar a los clientes no tiene que ser un perjuicio. En el caso de Normmal, es, incluso, un activo. «Nuestros clientes agradecen que seamos sensibles a esta grave situación y que nos posicionemos del lado correcto», destaca Fernández. Y no se trata solo de aprobar los enfoques o los gastos, la colaboración en sostenibilidad puede convertirse en una fuente de sinergias.
«Aportamos y buscamos soluciones de manera conjunta. Los clientes pueden aportar a la sostenibilidad de la agencia y a la suya propia introduciendo procesos claros de colaboración, identificando conceptos y políticas de sostenibilidad que les puedan aportar valor añadido».
Con todo, la primera guía de la sostenibilidad reconoce que un mínimo de emisiones es inevitable. Y proponen una solución: la compensación. Que, según Alberto Fernández, aplican también en casa. «Primero aplicamos nuestra guía y reducimos al máximo nuestras emisiones». Están «en constante evolución», investigando y analizando «nuevos productos, propuestas, normativas, casi a diario». Aun así, es casi inevitable que quede «una cuota de [emisiones] residuales que es imposible eliminar». Estas medidas de forma homologada se compensan «también en proyectos avalados por Administraciones internacionales».
Además, recientemente, la sostenibilidad se ha convertido en una condición de éxito para el desempeño de compañías de muchos sectores diferentes. «La sostenibilidad es un criterio de alta competencia para todas las empresas, en la situación actual, y debe impregnar el core del negocio, sea el que sea, y trascender las acciones por cuidar el medio ambiente y el bienestar de las personas y de la sociedad», recalca Fernández.
Desde Normmal saben que el futuro requiere de un esfuerzo extra en el momento actual. Y se muestran optimistas. Y comprometidos. «Estamos convencidos que es el camino correcto».
La La primera guía sostenible de la publicidad de Normmal está disponible aquí.
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