La parca se está extendiendo por Twitter y no hay quien la pare.
No se sabe el lugar exacto por donde se filtró esa tradición mexicana de las «calaveras literarias» en la red de los pajaritos. Sería, seguramente, de la mano de algún tuitero mexicano.
Lo cierto es que ahora ha trascendido esas fronteras. Por ejemplo, Nicolás M. Poulsen, con gracia y ninguna piedad, se dedica desde Argentina a cargarse a sus contactos de Twitter de esta poética manera:
Pero claro, la oscuridad provoca más oscuridad. Algunos se han vuelto en contra del propio Poulsen usando sus mismas armas:
Él dice que no fue él, que uno de los principales impulsores del «calaveraje tuitero» fue Tigre de la Falacia.
Pero el daño ya estaba hecho. No es posible matar del todo, no precisamente hoy; y la técnica de esta matanza tuitera se extendió como la pólvora.
En la misma Argentina, El topo erudito también fue reclutado por ‘la flaca’ y comenzó a cargarse a sus amigos sin piedad:
Total, que poco después ya había toda una red de caídos y de venganzas por Latinoamérica.
‘La afanadora’ cruzó el charco de tuit en tuit. Esta mañana, en España se despertaban ya con un buen puñado de víctimas, las que salieron de las teclas del narrador oral Héctor Urién.
Las largas garras de la catrina llegaron hasta Yorokobu a través de ese mercenario:
Y, ya contagiados del regusto de la oscuridad en la víspera de la Noche de los Muertos, no pudimos quedarnos de brazos cruzados y nos cargamos al mensajero:
Pero aquí te dejamos el arma por si quieres continuar la cadena…
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