Observen por un momento la escena que precedió al discurso del Rey en 2012.
Ahora hagan lo mismo con la misma escena un año más tarde (pido paciencia a los republicanos en la sala, todo esto tiene un porqué).
¿Notan la diferencia en la toma?
La primera se realizó con una grúa para cámara.
La segunda secuencia, realizada hace apenas unos meses, recorre más de 300 metros con la Zarzuela de lejos terminando su camino en las puertas del palacio.
Ambas filmaciones duraron 20 segundos, pero la diferencia entre las dos es abismal. Las razones están en que la secuencia rodada a finales de 2013 se hizo con una cámara montada en un dron.
Esos aparatos no tripulados que se han hecho famosos por bombardear a inocentes en Irak y Afganistán están teniendo un impacto impresionante en el cine y la televisión. Los dispositivos en cuestión son bastante más pequeños que sus hermanos militares, y cineastas y productoras de todo el mundo están aprovechando su agilidad y ligereza para realizar tomas y captar ángulos completamente nuevos.
El lobo de Wall Street de Scorsese recurrió a ellos para rodar algunas escenas aéreas. Competiciones como las Olimpiadas de Sochi experimentaron con tomas registradas por estas máquinas y las películas de bajo presupuesto empiezan a tener un aliado para poder conseguir imágenes que antes requerían costosas inversiones en alquiler de helicópteros o avionetas.
En el caso del discurso del rey, los responsables de que la irrupción de los drones en la Zarzuela es de un grupo de barceloneses que no pasan de los 25 años. «Somos todos ingenieros aeronáuticos. En la parte final de la carrera empecé a aplicar lo que habíamos aprendido en ella al tema de drones y pensamos que sería interesante intentar diseñar uno nosotros mismos», explica Xavi Silva, cofundador de la empresa Hemav, el proveedor oficial de Televisión Española.
Tras ver el buen funcionamiento de los prototipos en 2012, él y sus compañeros decidieron constituir una empresa «especializada en la parte técnica y de plataforma. Nosotros no somos expertos en imagen, pero aportamos todo el equipo y software para usar los drones en proyectos profesionales. Hemos diseñado una plataforma a partir de Autopilot con Arduino», añade Silva. Este conocimiento les ha permitido realizar colaboraciones como este vídeo de Barcelona desarrollado con Pumba Producciones.
El formato que más se está utilizando actualmente para grabaciones profesionales son los octocópteros, drones que incorporan 8 hélices. Sin embargo, al ser un negocio incipiente, la mayoría de productoras encuentran que tienen que hacer grandes modificaciones para poder adaptarlo a un uso profesional.
«Ensamblamos casi todo nosotros. Empezamos con componentes chinos, pero con el tiempo hemos optado por distribuidores alemanes y americanos que aportan más fiabilidad. La autonomía media de un dron es de 20 minutos pero nosotros hemos conseguido que pueda estar en el aire 120 minutos, aunque nunca requieres de tanto tiempo. La cámara que se usa depende del director de cada vídeo. Hemos llegado a usar una Panasonic Lumix, una Canon 7D, una Sony NEX7 o una Go Pro, aunque esta última no acaba de gustar en el sector profesional», explica Silva.
Una situación similar se ha encontrado Davide Tiraboschi, fundador de Dedicam, una productora suiza especializada en realizar tomas desde drones que ha trabajado para marcas como Porsche, Red Bull y Audi.
«Casi todo lo hemos tenido que hacer nosotros mismos. Actualmente no existe un productor que reúne la calidad necesaria para hacer producciones profesionales», dice Tiraboschi por Skype mientras muestra el taller que tiene en su oficina donde él y su equipo modifican constantemente estos aparatos.
«Realmente no pienso tanto en el ahorro aunque se pueden hacer grandes cosas con poco dinero. Lo que ofrecen estos dispositivos son unas tomas que son imposibles de conseguir con los medios que usábamos antes. Para hacer lo que hacemos nosotros se necesita un equipo de entre 50.000 y 60.000 euros ya que tienes que llevar un aparato de repuesto en caso de que surjan problemas. Luego está el piloto y el equipo detrás, que es lo que hace que puedas conseguir unas imágenes muy guapas», comenta el suizo.
Durante los rodajes, el director se suele situar en una zona cercana al piloto y le da instrucciones mientras visualiza las imágenes en una pantalla. La compañía con 2 empleados fijos cuenta ya con un grupo de 8 personas que ayudan a Tiraboschi a sacar adelante las producciones.
«Hemos hecho muchas cosas en España y también en Estados Unidos. Conseguimos llevar el primer dron por encima de los 6.000 metros en Pakistán y hemos logrado emitir imágenes por streaming y en directo».
En respuesta a esta creciente demanda para aviones no tripulados para el cine y la televisión, ya existe un fabricante enfocado a este mercado. CineDrones, con base en Orlando, es una de las primeras compañías en especializarse en este mercado. La productora Noruega AntiMedia utiliza estas máquinas con modificaciones para conseguir las escenas espectaculares que se pueden ver en su bobina:
El auge amateur
Aunque los equipos que usan las productoras más consolidadas pueden costar decenas de miles de euros, también es posible conseguir imágenes espectaculares con poco dinero, que es donde se abren grandes oportunidades para películas de bajo presupuesto. Este vídeo realizado por Eddie Codel en el festival Burning Man de 2013 se hizo con un equipo que en su conjunto no llega a los 1.000 euros y ya ha superado con creces el millón de visitas.
La cámara utilizada, una GoPro Hero 3, se puede conseguir por 200 euros, el cuadrocóptero DJI Phantom está a la venta en Amazon por 345 euros y un estabilizador con un eje motorizado para rotar la cámara cuesta 186 euros.
Un equipo (GoPro y DJI Phantom) muy similar permitió al joven surfero Eric Sterman rodar estas impresionantes escenas en Hawai:
Con estos precios es previsible que en pocos años haya decenas de miles de estos aparatos en manos de particulares. Más de 30.000 solo en Estados Unidos, según Rolling Stone, y el potencial de mover miles de millones de dólares al año.
Su crecimiento estará sujeto a una legislación que actualmente es confusa. «En Suiza, por ejemplo, no tenemos ningún problema. Aquí está permitido volar lo que sea si pesa menos de 30 kilos. Pero la gran mayoría de cosas que hacemos es en otros países donde no todo está tan claro. En Estados Unidos, por ejemplo, está prohibido», dice Tiraboschi.
En una muestra de lo incipiente que está todo en este sector, hace tres días esta prohibición fue revocada por un juez en Washington DC, que declaró que la prohibición impuesta por el organismo federal de aviación de Estados Unidos no tenía validez legal al no ser una ley votada por el congreso. Con esta sentencia, se podrá volar cualquier avión no tripulado por debajo de los 300 metros hasta que una ley diga lo contrario.
En España, según un artículo de El País publicado ayer, «el Gobierno prepara un borrador de real decreto sobre la materia con el teórico objetivo de rescatar a los drones del limbo legal en el que han caído. Los que vuelan con fines de recreo son considerados aeromodelos. Solo cuando tienen un uso profesional son aeronaves, y por tanto la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) regula su uso. El problema es que AESA solo concede autorizaciones para vuelos de desarrollo o puntuales porque no hay base legal para más. Volar un dron, insiste la agencia, es ilegal: sea para apagar un incendio o hacer una filmación. A todas las dudas, la industria de los drones responde que el futuro ya está aquí, aunque no termine de llegar».
Una información que confirma Silva de Hemav: «Estuvimos en Madrid recientemente para participar en una consulta con el Ministerio de Fomento. El gobierno está trabajando con la asociación de drones aerpass para preparar la nueva legislación. Está previsto un decreto en un año. Ahora mismo no puedes volar encima de 300 metros y no hay nada más al respecto. Lo que sí hacemos es que cuando realizamos una filmación en espacio público pedimos permiso. El problema es que la gente se los compra como un juguete y no tienen sistemas de seguridad. Cuando van a volar se caen muchas veces y pueden producir accidentes. El phantom ya está en Media Markt y mucha gente lo comprará, pero en un año lo más probable es que solo empresas homologadas con pilotos puedan volarlo», dice el ingeniero aeronáutico.
A Tiraboschi le preocupa la falta de seguridad en muchas de estas filmaciones. «Nosotros, por ejemplo, hemos dejado de hacer secuencias en eventos. Se caen frecuentemente debido a las interferencias y son un peligro. Hay mucho cowboy que puede estropearlo para todos. Si empiezan a ocurrir más incidentes llegarán leyes más restrictivas. Nosotros nos tomamos muy en serio la seguridad. Nuestros pilotos tienen más de una década de experiencia».
«Ponemos un montón de sistemas para asegurar que el vuelo sea seguro y fiable. Tenemos paracaídas, protector de hélices y sistema redundante de batería. Si pasa algo o se pierde la conexión, el aparato vuelve automáticamente a su lugar de arranque. Somos todos ingenieros aeronáuticos y no hacemos nada antes de cumplir 70 a 100 horas de test de vuelo con cada dispositivo antes de ponerlo en servicio», añade Silva.
Ya existen ejemplos de incidentes como el ocurrido en una recreación de los San Fermínes en Virginia (EE UU), que acabó con varios heridos cuando un dron que filmaba el evento se cayó desde el aire. Otros pilotos de aviones comerciales han estado cerca de tener colisiones con estos aparatos no tripulados en las inmediaciones del Aeropuerto John F Kennedy de Nueva York, según Bloomberg.
Pero por mucho que el gobierno español intente poner puertas al campo, la experiencia de Estados Unidos demuestra que será muy difícil parar su uso no profesional. En el país norteamericano se ha ignorado casi por completo la prohibición.
Tiraboschi ve un futuro muy interesante para esta tecnología que apenas está empezando a tomarse en serio. «Pronto tendremos la posibilidad de tener ópticas más largas. Hemos logrado ya un zoom de 80 mm. Las baterías mejorarán también mucho para que pueda permanecer más tiempo en el aire».
Hemav, en cambio, ya prepara su diversificación con la entrada en la agricultura. «Es un mercado gigantesco que no está aprovechando la tecnología como podría. Con un dron pueden hacer tomas desde el aire de sus cosechas. Nosotros proporcionamos los dipositivos y el software para que puedan saber cuánto abono o pesticida necesitan aplicar, la cantidad de agua o como está evolucionando una planta. Podrán hacer un seguimiento muy preciso ya que el crecimiento de las población exige medir cada vez más el rendimiento», dice Silva.
Los drones no solo se verán más a menudo, según Tiraboschi. Añadirán toda una serie de ángulos y tomas que antes no existían. «Ahí es donde pensamos que está el elemento más emocionante. La capacidad de hacer cosas nuevas y hacer secuencias con perspectivas absolutamente nuevas».
Seven Seconds of Summer (Nate Bolt)
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