El porqué de que estos zuecos pisen hoy muchas calles de España está en una Erasmus. Ana consiguió esa beca para estudiar en Suecia y le echó un ojo a uno de sus habitantes. El sueco también se fijó en ella. Luego ocurrió la deriva lógica de las películas de amor de veinteañeros: decidieron vivir juntos y un tiempo después vinieron los niños.
El amor surgió en Suecia pero después se trasladó a Madrid. La pareja vive en esta ciudad y ahí, desde hace un tiempo, llevan a sus hijos a la guardería. Entre la hora de la recogida de los niños hasta llegar a casa se metió por medio, como una rutina, una cafetería de la zona. Ahí seguían jugando los menores y ahí empezó a crecer la amistad de sus madres.
El pasado septiembre, cuando el colegio empezó de nuevo, Ana apareció en el café con unos zuecos nuevos. Katia quedó deslumbrada.
–¡Me encantan! –exclamó.
Ana acababa de volver de Suecia y los traía de allí. En ese país usan mucho este tipo de zapatos artesanos de madera. Ese «¡Me encantan!» que soltó Katia sonó muchas veces más en las reuniones de madres y un día, en otro centro de reunión de adultos, el cumpleaños de un niño, hablaron de traerlos y venderlos en España. Eran cuatro. Ana, Sara, Amaya y Katia, un clan de mujeres de la letra ‘a’ si no fuera por esa ‘i latina’ que introduce la última. Una viajaba a Suecia y conocía los zuecos. Otra es periodista y trabaja en comunicación. Otra es diseñadora y otra conoce bien el oficio y los pormenores de montar una empresa.
La pasada primavera, las cuatro amigas empezaron a vender los primeros modelos de Hazte el zueco. Por el momento, estos zapatos, que se pueden personalizar según la petición del cliente, están en tiendas del barrio de Las letras de Madrid, como La integral o Ginger and Velvet; en mercadillos pop-up; en establecimientos del norte del país y del Puerto de Santa María. «Es curioso. Nos han llamado de varias tiendas de Oviedo, Ponferrada (León) y otras localidades del norte», cuenta Katia. Puede que se trate de una razón histórica. En las zonas rurales y de montaña de Asturias, Galicia, Cantabria, País Vasco, Aragón y Cataluña, los zuecos se han usado, desde hace siglos, para el trabajo en el campo, en las granjas y en las fábricas.
Los zapatos de Hazte el zueco también se venden en internet. En un internet artesanal sin plataforma de pago. La venta se hace mediante conversaciones por mail.
Los primeros zapatos y sandalias de madera que han pisado las calles de Madrid vinieron para el verano. Ahora, las cuatro socias están decidiendo qué zuecos y botas de madera suecas traerán para el invierno.
–¿Hay botas-zueco?
–Sí –dice Katia. –Para mí también fue una sorpresa.
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