En el mundo de Helen Keller se produjo un apagón cuando solo tenía año y medio. Las luces y los sonidos desaparecieron de su alrededor. Los médicos dijeron que el cortocircuito se produjo por una congestión aguda de estómago y cerebro. Y de qué calibre sería que aquella niña nacida en Alabama (EE UU) en 1880 perdió su vista y oído para el resto de su vida.
Pero la amenaza de quedar atrapada dentro de su propio cuerpo desapareció cuando una mujer llamada Anne Sullivan se convirtió en su educadora. Sullivan tampoco podía ver. Keller aprendió a escribir y a los 22 años publicó su autobiografía. En 1904 se graduó en Arte y empezó a ser conocida por sus discursos pacifistas, su apoyo a las personas con discapacidades, y su lucha por el voto femenino y las libertades civiles.
Treinta y siete años después de su muerte, en 2005, dos arquitectos decidieron hacer un homenaje a esta pensadora y activista. Shusaku Arakawa y Madeline Gins construyeron un bloque de viviendas al que llamaron ‘Lofts Destino reversible Mitaka–En memoria de Helen Keller’. La pareja partió de la admiración que sentían por esta mujer que había tornado su destino desde una infancia en el más profundo silencio hasta una edad adulta convertida en una de las voces más respetadas de su tiempo. Esto fue un cambio extremo. Pero el resto de personas, aunque en menor medida, también van cambiando a lo largo de su vida y se van relacionando de forma distinta con los espacios cuando son bebés, adolescentes, adultos o ancianos. Este edificio debía ser amable con todos ellos y por supuesto también con personas con problemas de movilidad.
Los arquitectos levantaron nueve apartamentos en las afueras de Tokio. Los pintaron en 16 colores, le dieron formas circulares y rectangulares, y en el suelo implantaron unos pequeños salientes con forma de burbuja que proporcionan una especie de masaje estimulante en la planta de los pies. Algo así como una reflexología podal que el habitante de ese hogar recibe al caminar descalzo o en calcetines.
Antes de construir ‘Destino reversible Mitaka’, Arakawa y Gins dedicaron varios años a investigar el cuerpo humano y su necesidad de alojarse en un lugar. La conclusión a la que llegaron y de la que luego partieron fue esta: el espacio residencial debe tratarse como una obra de arte que, además, resulte habitable por cualquier persona. Incluso alguien con las dificultades de Helen Keller.
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