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En las cavernas ya le daban al cannabis: Historia de esa ‘planta favorita’

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En 2022 el cannabis se está legalizando. Más de 40 países ya han dado el paso de permitir su uso con fines terapéuticos en la mayoría de los casos, recreativos en algunos.

En España, a finales del año pasado, sendas propuestas de debate sobre la regulación de su uso se abrieron paso hasta el Congreso de los Diputados. Parece que la tendencia a la legalización está presente a nivel global.

La regulación de un uso legal se empieza a considerar como la mejor alternativa al enfoque prohibicionista que caracterizó las últimas décadas, derivado de la apuesta de Estados Unidos por la guerra contra las drogas.

Con la retirada de la apuesta del amigo americano (el consumo y posesión de cannabis ya es legal en 18 estados de 50) el debate entre partidarios y detractores está más al día que nunca. O tal vez no, puesto que la relación entre los humanos y el cannabis podría existir casi desde que los humanos abandonaron el caldo primigenio. 

[pullquote]Los humanos podrían llevar inhalando cannabis desde hace más de 2.500 años[/pullquote]

LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

Podría argumentarse que la historia del cannabis es la historia de la humanidad casi sin temor a equivocarse. Determinar la relevancia histórica del fumeteo de cannabis en cualquiera de sus variantes es problemático. Se trata de una planta con demasiados usos.

El cáñamo (el nombre que reciben las plantas de cannabis con menor concentración de THC, el principio activo que coloca) ha sido históricamente una fuente de fibras naturales para la fabricación textil y el uso industrial. Por ello, la presencia de cannabis en yacimientos arqueológicos no revela necesariamente que sus habitantes se dedicasen a inhalarlo. Sí se sabe con seguridad que hace más de 8.000 años los humanos ya se servían de los múltiples usos de la planta de cannabis.

En cuanto a su uso como sustancia estimulante, de acuerdo con los últimos descubrimientos arqueológicos (de 2019), los humanos podrían llevar inhalando cannabis desde hace más de 2.500 años. Al menos eso es lo que parecen indicar los vestigios encontrados en la región del Pamir en Asia Central.

Concretamente, se trata de restos de cannabis en las capas calcinadas del interior de varios braseros de madera encontrados en el cementerio de Jirzankal, al este de Tayikistán, cerca de la frontera con China. Así pues, el origen del cannabis se sitúa en algún punto de Asia Central, desde donde se expandió al resto del mundo. 

El primer registro documentado de su uso como planta medicinal procede de China. El mitológico emperador Shen Nung (deidad que habría reinado en la prehistoria china), en su afán por recopilar las principales hierbas medicinales para la posteridad de la medicina de su país, ya habría incluido el cannabis en su farmacopea allá por el 2800 a.C. Además, menciones de las propiedades terapéuticas del cannabis tienen presencia en textos hindúes, asirios, griegos y romanos.

En conjunto, todas esas menciones recogen la utilidad de esta planta para tratar problemas físicos que van desde la artritis y el dolor a la falta de apetito y la depresión.

En la India fueron un poquito más allá. Shiva, uno de los principales dioses de las religiones hindúes, además de por los nombres que dan cuenta de su poderío divino (El Grande, El Auspicioso…), también es conocido como el Señor del Bhang. El susodicho Bhang es una preparación india a base de hojas de cannabis que se puede consumir como aditivo de comidas y bebidas. De acuerdo con las leyendas hindúes, a Shiva el título se le adjudicó por ser el cannabis su comida favorita.

Este amor de Shiva por el cannabis sería el origen de muchos de los beneficios de una planta ungida por las divinidades. De esa forma, la incorporación del cannabis en la medicina tradicional hindú, así como en muchos ritos religiosos (aún hoy, y gracias a un agujero legal, el consumo de cannabis es legal en India durante las celebraciones del festival del Holi), encuentra su explicación en las querencias divinas de Shiva.

Después de Asia, el uso y cultivo de cannabis siguió extendiéndose por el resto del mundo. Hay evidencia histórica de que tanto los vikingos (793-1066 a.C) como los habitantes de la Alemania medieval también acudían al cannabis como remedio para aliviar los dolores del parto y de los dientes.

En el Nuevo Continente, el cultivo de cáñamo se remonta a la propia era colonial en la que estaba presente en los campos de cultivo de prohombres tan destacados como el mismísimo George Washington. Es cierto, sin embargo, que se cree que el uso recreativo del cannabis no comenzó en Estados Unidos hasta el siglo XX de la mano de los mexicanos que huían de la Revolución mexicana de 1910. Aunque, por supuesto, el uso de los vecinos del sur como chivo expiatorio para los males de Estados Unidos es una estrategia recurrente en las campañas de comunicación de los políticos americanos. 

FUMATAS ILUSTRES

Años después de la ilegalización de la droga en Estados Unidos en 1937, el mismísimo John Fitzgerald Kennedy, 35º presidente de EEUU, protagonizaría una anécdota que todavía hoy se puede rastrear por los mentideros digitales.

Por supuesto, parte de la anécdota sobre la afición a la grifa del malogrado presidente americano podría no ser más que un rumor. Lo cierto es que la historia combina elementos confirmados por varios biógrafos con otros sobre los que la sombra de la duda planea con decisión.

Una lesión de fútbol americano mal curada en su juventud le habría provocado a JFK dolores crónicos de espalda (esta parte está acreditada) que el mandatario trataba de paliar con todos los medios a su alcance, llegando a pasar por el quirófano en varias ocasiones. Ahí es donde entra la maría (y el rumor). En un principio, Kennedy habría acudido a la yerba por su aplicación terapéutica, pero, según las malas lenguas, el presidente Kennedy habría terminado aficionándose a colocarse. 

[pullquote]En una ocasión, Mary Meyer, la amante del presidente Kennedy, se habría dejado caer por la Casa Blanca con un obsequio para el mandatario: seis porros de marihuana[/pullquote]

De acuerdo con el biógrafo de una de sus amantes, la celebridad americana Mary Meyer, la anécdota habría tenido lugar cuando ambos aún mantenían una relación. En una ocasión, la querida del presidente se habría dejado caer por la Casa Blanca con un obsequio para el mandatario: seis porros de marihuana.

Meyer los habría traído después de que el presidente formara parte de una conferencia sobre narcóticos en la propia Casa Blanca y bromease sobre querer probar el cannabis. Después de fumarse tres de los seis porros que le había traído su amante aduciendo que no le hacían efecto, el presidente (probablemente con una fumada de campeonato), cerrando los ojos, habría dejado pasar la oportunidad de encender el cuarto. «Imagínate que los rusos hicieran algo ahora», habría dicho JFK.

Años más tarde, en 1971, el astrofísico y astrónomo Carl Sagan, bajo el pseudónimo Mr. X, escribía un ensayo en la revista Reconsidering Marijuana sobre las posibilidades que ofrecía el consumo de cannabis para aquellos que desempeñan un trabajo intelectual. «Recuerdo una ocasión en la que me duchaba con mi mujer, colocados, en la que tuve la idea de los orígenes y carencias del racismo en relación con las curvas de distribución gaussianas. Dibujé las curvas con jabón en las paredes de la ducha y me puse a tomar notas sobre la idea».

EL FUTURO (O NO) DE LA YERBA

Desde Asia Central en el año 8000 a.C. hasta hoy la relación de los humanos con el cannabis ha recorrido un largo camino. Desde un consumo asociado a los ritos religiosos y las divinidades por un lado, y a los tratamientos terapéuticos por otro, a un consumo asociado al hedonismo más puro.

Como ha pasado con otras sustancias, el uso de cannabis ha sido permitido, prohibido, fomentado y desincentivado según el momento histórico. Sobre el futuro, habrá que ver. Los estudios que prueban que tiene aplicaciones positivas están ahí, de la misma forma que lo están los que demuestran el consumo de cannabis ni mucho menos está exento de riesgos.

En el fondo, como la relación histórica que hemos tenido con la planta demuestra, nada es para siempre. Así que, sean ustedes detractores o defensores, tampoco pierdan demasiado el tiempo preocupándose por el estatus legal de la planta, en cualquier momento podría cambiar. Por mucho que sea la planta favorita de Shiva, de un emperador chino o del presidente de los Estados Unidos. 

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