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Hombres a la carta

Leen ustedes a un periodista que no sabe muy bien cómo enfocar este tema. Dicho esto, sigan leyendo solo si les apetece saber sobre la adopción de parejas. Me dice una amiga que escriba sobre una idea emprendedora que existe desde hace apenas un año en México. Se trata de una página de contactos llamada ‘Adopta un chico’ en la que los hombres solo pueden inscribirse y las chicas (u otros hombres interesados en hombres) eligen con los que desean entablar un contacto como por catálogo. Una cosa innovadora dentro del mundo de las citas por internet solo por el hecho de que se acabó la democracia paritaria. Aunque en este caso, al revés de como venimos haciendo históricamente: el macho se expone y la hembra selecciona.

Se trata de una iniciativa web que se fundó hace cuatro años en Francia con un éxito de seis millones de usuarios adscritos, y que se propagó a países como España o Argentina con similares laureles.

Por un lado, se me ocurre una entradilla de este estilo: «Mexicanas de México, basta de arduas tareas de seducción en cafeterías, antros y parques para que al final solo se acerque ese tipo baboso que, entre nos, más valdría que dejase de esforzarse. Llegó la hora de interactuar con eficiencia, es decir, ir de compras y meter en el carrito lo que te gusta, elegir al menú los chicos con los que, de una, platicarías con gusto en distancias cortas».

Por otro lado, me imagino una entradilla de otro estilo: «México se suma a la lista de países donde las relaciones personales se han reducido a un escaparate virtual donde se pueden seleccionar productos humanos. Para iniciar la conversación, las chicas escogen chicos a los que solo tienen que añadir a una herramienta de la web llamada Mi Carrito».

Hasta ahora las páginas de contactos, aunque algo frías, eran todo lo demócratas que pudieron: igualdad de oportunidades para ambos sexos, igualdad de exposición de los participantes e igualdad de capacidad para contactar todos con todos. Es decir, que el resultado se cuantificaba, la gran mayoría de veces, en miles de hombres de bandeja de entrada vacía abarrotando la lista de usuarios, a la caza de las infinitas menos mujeres que probaban suerte virtual y vivían la experiencia de leer las pretensiones de centenares de candidatos con ansias subliminales (incluso más que las suyas propias). Todo bastante desequilibrado, pero en comunión con la doctrina paritaria.

Adoptaunchico rompe con lo políticamente correcto y convierte a los hombres en productos de consumo. Cada uno en su estantería. En México se clasifican por «morenos», «cariñosos»,  «norteños 100% bigote» y «liquidación de mamayes». En España van desde los «geeks» al «oferta especial peludos». En Argentina triunfan los «hipsters» y en Francia presumen de su club de «les barbus» (los barbudos).

Todos ellos son varones que han dado gratuitamente de alta su presentación, inclinación sexual e imágenes adjuntas a esta página donde las mujeres (o gays) deciden con quién hablar.

Un producto atractivo, con un toque de humor, y una estética estrictamente cuidada que convierte las los contactos -de modo unilateral- en un buffet a la carta.

Se puede filtrar el color de pelo, el estilo de ropa, el puesto de trabajo… Solo hace falta marcar casillas para encontrar al príncipe azul como quien busca un hotel en TripAdvisor.

Se exigen a los pretendientes una serie de verificaciones para asegurar que ninguna interesada se acabe llevando un susto, y unos moderadores revisan la autenticidad de las imágenes y la coherencia de los reclamos. Por si acaso la mercancía se desmadra, además las usuarias cuentan con las opciones de señalar a los pesados o denunciar a los falsos dandis.

El Store informático de los contactos y las relaciones no pagadas deja de ser un espacio con intenciones de quedar bien. Ahora en México también existe la posibilidad de decir: «Este me gusta, este meto en la bolsa del supermercado». Una herramienta coherente para desembotellar las exigencias femeninas del mercado afectivo internáutico. ¿Quizás también la pérdida definitiva del ‘perdona, ¿tienes hora?’ ?

Por Jaled Abdelrahim

Jaled Abdelrahim es periodista de ruta. Acaba de recorrer Latinoamérica en un VW del 2003. Se mueve solo para buscar buenas historias. De vez en cuando, hasta las encuentra.

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