Lees en las redes sociales: “¡Nuevo en mi blog!”
¿Te llama la atención? Es posible que no. Se trata de una frase entre un montón de tuits o estados de muro que se suceden unos a otros. Ahora, imagina…
… Son las tres de la mañana. Has conseguido dormir a pesar del calor. Afuera alguien grita:
“¡Nuevo en mi blog!”
El hombre que grita no deja de hacerlo aunque recibe insultos y amenazas de los vecinos.
“¡Nuevo en mi blog!”.
Seguro que te asomas a la ventana para ver quién es. ¿No te parece que hay una historia en este personaje?
… Ocurre que las ideas rara vez surgen de montones de cosas (como los tuits), si no de las cosas que percibimos como aisladas. Encontrar cosas se convierte en una fuente para la escritura de historias. Otra es perder la vergüenza. De esto va el post.
Quiero escribir
“Quiero escribir un (guión, novela, obra de teatro…), pero no sé de qué… todo está contado”
… Es una frase que resulta un tanto sorprendente porque la mayoría de las ideas surgen sin buscarlas. Lo que ocurre, a menudo, es que el aspirante a escritor tiene un saco de miedos o una tonelada de vergüenza para sacar lo que realmente quiere contar.
Si sentimos vergüenza no escribiremos cosas que merezcan la pena. Recurriremos a tópicos, a cosas leídas o vistas en otras películas; argumentos, personajes y lugares similares. Más abajo, hablaremos de la vergüenza y cómo impide escribir “de verdad”. No nos perdamos…
Trucos sencillos para generar ideas
Si el problema es la “generación de ideas”, hay trucos sencillos como deshacerte de tus viejos objetos y en la revisión encontrarte cosas que tenías olvidadas: las entradas de cine de tu primera cita, los elefantes de madera que compró tu madre como adorno y utilizaste como juguete, la postal descolorida de un tío que falleció y nunca conociste.
Algo fuera de lugar: el motor de una historia
Un invierno encontré en un bolsillo de mi chaquetón una pieza de Lego que recogí del suelo de casa de mis sobrinos. En el autobús viajaba una mujer embarazada. ¡Bang!…
“Buscando un pañuelo, encontró una pieza de Lego en el chaquetón y lloró. Esa pieza era todo lo que le quedaba de su hijo”.
… Argumento para un relato. Una escena para un personaje. Ya le daría utilidad. De momento, al cuadernito (en los últimos años cambiado por un smartphone).
Las cosas viejas
Tirar periódicos viejos o pedirlos en la hemeroteca, fotografiar anuncios ‘caseros’ colgados en farolas (cambio, vendo, compro, doy cursillo de…) Ir a un mercadillo de cosas viejas, a una casa ajena, a una fiesta a la que no tienes ganas de ir… (En este caso, la desgana agudiza el sentido para las historias: miras a los demás como criaturas de un reportaje). En fin, ir a cualquier lugar, que no sea de vacaciones, donde nunca hayamos estado antes. Sentarse en un parque a escuchar conversaciones de viejos, de extranjeros, de colegialas…
Las cosas nuevas
Cambiar Windows por Ubuntu o Linux Mint no da ideas, pero desengrasa el cerebro (y son sistema operativos fáciles de usar); igual que aprender a conducir o a hacer tartas o bricolaje.
Las redes sociales: ideas para blogueros
Las redes sociales pueden entretener o mostrar titulares de periódicos y revistas, pero no ayudan a la imaginación, a no ser que seas bloguero. Entonces puedes sacar post de los trending topics.
Las redes sociales y los detalles
Las redes sociales no ayudan a novelistas ni guionistas (salvo a los que copian chistes) porque el flujo de tuits y estados de Facebook se ven como una corriente que no cesa, y que impide prestar atención a los detalles. Imagina que escuchas a las tres de la madrugada a un tipo gritando en la calle:
“¡Nuevo en mi blog!”
Seguro que te asomas a la ventana para ver quién es. ¿No te parece que hay una historia en esto?
Por eso doy paseos todas las tardes. Por eso escribo a mano en un cuaderno de cuadritos.
La fuente inagotable de ideas: tú y no sentir vergüenza
[pullquote]Cuesta desprenderse de la vergüenza, pero cuando te la quitas de encima empiezas a escribir cosas auténticas.[/pullquote]
Pero seguro que conoces la mejor fuente para encontrar ideas: tú mismo. Y tú mismo también eres el mayor obstáculo. Por un lado el miedo a las críticas y por otro lado el miedo a mostrarte como eres. Hay que perder la vergüenza. Esto no tiene que confundirse con la escritura de tórridas (?) escenas sexuales. El sexo puede ocultar tus pensamientos. Es más fácil escribir sobre sexo que sobre lo que realmente piensas del mundo, de tu pareja, de tus padres, de tus hijos o tus amigos.
Es cierto que cuesta desprenderse de la vergüenza, pero cuando te la quitas de encima empiezas a escribir cosas auténticas. (Quizá por eso, la mayoría de los showrunners despuntan alrededor de los cuarenta. No es tanto la técnica, que se aprende, como perder el miedo a hablar con sinceridad de las personas. Esto explica el éxito de Lena Dunham a los 25 años: habla sin tapujos de ella).
Atrévete a ser infiel, a cometer un asesinato, a romper con todo… en el papel…
Mira cuántas ideas surgen si te quitas la vergüenza…
AMOR Y SUCEDÁNEOS
Piensa en alguien más o menos desconocido que te atraiga sexualmente o más simple, que te parezca mono o mona, sin mayor intención. Si tienes pareja, estás obligado a hacer este ejercicio.
Puede que sea la panadera, el estudiante que pinta retratos en la calle, la cajera del supermercado, tu cuñado, tu prima, tu hermana… alguien de tu mismo sexo. Imagina cómo te acercas a esa persona (de manera intencionada, casualmente, por accidente…), cómo entabláis conversación, volvéis a veros, tenéis sexo o no porque las circunstancias lo impiden o hay otros obstáculos.
Imagina vívidamente todas las posibilidades: eres descubierto o temes que así sea; quieres mantener las dos relaciones o deshacerte de una de ellas y no sabes cómo.
Aquí tienes una comedia si acaban bien las cosas. O un drama si acaba en asesinato de la nueva persona (para ocultar la relación) o el asesinato de tu pareja de toda la vida.
En comedia, en drama o mitad y mitad escríbelo. No te cortes. Recuerda, poniéndote tú como protagonista. Así la historia estará pegada a la realidad. No será una historia ‘de otros’. Un ejemplo de esto lo tenemos en Woody Allen, que lleva décadas hablando de los problemas de pareja. Recuerda que el protagonista de las novelas de Stephen King a menudo es un escritor que ha perdido a su esposa en un trágico accidente.
Recuerda que es una historia que podría pasarte a ti.
Escribe con sinceridad.
ASESINATO CON CAUSA
Envidias a tu hermano, a tu amiga de toda la vida… Quieres quitarle lo que piensas que es tuyo. Sientes rencor hacia el compañero que pasó por encima de ti. Odias al aparcacoches del Ayuntamiento que firmó una multa contra ti. No has perdonado a tus padres aquello… Te asquea tu vecino… Coge lo que piensas que te pertenece y si no puedes, comete un asesinato; borra las pistas, inventa coartadas sólidas… Todo sobre el papel.
Recuerda que es una historia que podría pasarte a ti.
El crimen espanta cuanto más cercano a la realidad.
Escribe con sinceridad.
EL CAMINO DE TUS FRUSTRACIONES
Dejaste aquel lugar, aquel empleo, aquella persona… y ahora crees que no debiste hacerlo. Vuelve atrás y completa la historia en el punto que se cortó, con aquella edad. Qué hubiera pasado sí… O retoma la historia a partir de ahora… Abandónalo todo… al menos sobre el papel. El reencuentro con aquella persona o aquella experiencia, qué colisiones provocan con tu vida actual.
Recuerda que es una historia que podría pasarte a ti.
Escribe con sinceridad.
(Si te gustan las historias de fantasía, de capa y espada o de ciencia ficción, cambias el marco, pero no los sentimientos).